Un día eres joven
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Y otro día... Bromeamos mucho con los cambios en nuestras vidas conforme pasan los años. Lo que me causa admiración es que la mayoría de los memes de este estilo los están compartiendo personas que apenas han cruzado el umbral de los 30 años. ¿Qué sabe una persona de 30 años de ya no ser joven? Pero no quiero criticar. Mi reflexión es que cada cambio de etapa de vida es una aventura. Tal vez podemos medir esas etapas en períodos de diez años, “pisos”, como he escuchado a algunos decir. “Ya llegué al tercer piso”.
Confieso que no volvería al segundo o tercer piso, ni a ningún otro. Estoy a mediados del sexto piso. Eso implica muchas cosas en los ojos de mucha gente. Implica algo distinto para mí, creo. Quiero llegar a subir más pisos, y para eso necesito hacer ajustes. Estoy escribiendo en primera persona singular, pero creo que no estoy escribiendo solo para mí. En primer lugar, les aviso a los de 30 años que llegar a pisos más altos implica más esfuerzo que cambios de vocabulario y cuesta caro.
Cuestan las revisiones médicas y todos los tratamientos que puedan surgir de ellas. Dicen que después de los 40 años las cosas se empiezan a descomponer —la visión, la presión sanguínea, el metabolismo, y así—. Yo no puedo comer carne, lácteos, gluten, ni azúcar. Me han preguntado, “¿Pues qué demonios comes?” Me adapto, se puede. El cuerpo cambia y la ropa que se nos acomoda cambia también – y no es más barata. Cremas para cara y cuerpo, tintes para cabello, etc., etc., etc. Compañeros de más de 50 años me comprenderán, Uds. de 30 aún no.