Una cura para la prosopagnosia
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El icono del cine, sueño húmedo de mi generación y responsable de la perdición de Jennifer Aniston, Brad Pitt, confirmó en entrevista que teme padecer de prosopagnosia, también conocida como “ceguera facial”.
Este trastorno cognitivo impide al individuo (guapísimo, por cierto) reconocer los rostros más familiares, incluyendo el propio; lo que no obstante debe tener un lado amable: Imagine al actor levantándose cualquier mañana y, luego de hacer pis y sacudir al “pequeño Brad” (no, no le llama “Little Pitt”), se acerca al espejo y dice: “¡Miren nomás qué chulada de viejo! ¿Quién será? ¡Cómo! ¿Que soy yo? ¡Es en serio! ¡Wow! Me saqué la lotería de las caras, soy más guapo que Calamardo Guapo!”.
Sin embargo, el aspecto negativo de este padecimiento está en la interacción con las personas que nos rodean, pues la imposibilidad para reconocer incluso a la gente más cercana, genera muchísimo estrés y ansiedad: “Y ese güey que viene ahí... ¿Quién será? ¿Mi mánager?, ¿mi suegro?, ¿el repartidor de Amazon?”.
Luego uno, al no tener certeza de con quién está tratando, opta mejor por ser formal en el trato y parco en la comunicación (no vaya a ser que luego la riegue uno preguntándole por la familia y los niños a la propia esposa; o poniéndose afectuoso y confianzudo con el plomero).
La experiencia, ya le digo, es intimidante, genera mucha angustia, nos cohíbe y nos hace actuar con timidez y una circunspección que el resto de la gente confunde con “mamonería”. Así es, queride lectore, comprendo el sufrimiento de este pobre actor multimillonario, ganador del Oscar, porque somos hermanos del mismo dolor.
Así que si un día nos encontramos por allí y usted insiste en saludarme y yo, por más que me esfuerce, no pueda disimular mi cara de incomodidad y de “sáquenme de aquí”, recuerde que no es que su persona me desagrade (no necesariamente), es sólo que no tengo la más raquítica idea, la más pálida noción, de quién carajos es usted.
Mucho más generalizada y de alcances masivos es la prosopagnosia política que nos cargamos. Ya usted sabe, la incapacidad al parecer congénita, para reconocer el rostro de las entidades o actores políticos que se nos presentan recurrentemente solicitando que depositemos en ellos nuestro voto y nuestra confianza.
Y lo peor de todo es que en efecto, les otorgamos nuestro sufragio y les delegamos todo el poder sin restricciones porque pareciera que de verdad no los conocemos, cuando en realidad son de lo más cercanos e íntimos; como que son quienes nos han fornicado durante años con las más salvajes maneras, dándonos de vez en cuando un discreto besillo para que no sintamos tan feo, pero sólo en época de campañas.
Un ejemplo de todo esto se encuentra en el hecho de que la plana mayor de la 4T, el movimiento que encabeza nuestro disperso presidente, la conforman puros destacados ex priistas, comenzando desde luego por el propio Andrés Manuel López, quien se formó, forjó y graduó en las entrañas del más rancio, abismal y tricolor averno.
Bastó con que él y toda su camarilla se organizaran bajo una nueva denominación para que obviásemos su pasado y en masa les otorgáramos una cuota de poder rara vez vista en nuestra historia.
Mucho me temo que otra variante de esa prosopagnosia política se dejará sentir en un amplio sector de los electores a un corto y mediano plazo. Ahora que estamos tan desencantados de los gobiernos de derecha y de los otros que se hacen llamar “de izquierda” (pero son cualquier cosa, menos liberales y progresistas), comenzaremos a fijarnos en aquellos partidos y candidatos que hagan las promesas más radicales de acuerdo con nuestra ideología, creencias y convicciones.
Pongo como ejemplo, la reciente ocurrencia de Alito Moreno, líder nacional del Revolucionario Institucional y respuesta a la pregunta “qué pasaría si te muerde un Fher de Maná radioactivo”, sobre liberar el acceso a la compra y posesión de armas a toda la población civil.
Sabemos que Moreno soltó esta moción absurda sólo para desviar la atención de todos los escándalos de enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias que pesan sobre él. Sí, pero en esencia es lo mismo: Pronto escucharemos propuestas e iniciativas más arriesgadas y descabelladas, hacia cualquiera de los extremos del espectro ideológico, ya sean ultra conservadoras o ultra liberales, con la intención de que los miremos como una alternativa a la tibieza del actual gobierno y a la total ausencia de compromiso ideológico con que se han desempeñado todos los partidos.
Así que, para presentarse como nuevos o diferentes, nos escupirán las estupideces más radicales que sin embargo, calan en sectores específicos de una población harta de la oferta que se le ha presentado hasta hoy.
La terrible idea de armar a la población de Alito Moreno, será retomada por alguien, en algún momento; luego no faltará quién proponga pena de muerte a ciertos delincuentes (como buscando desmarcarse de la blandengue política que en materia de seguridad adoptó el gobierno de AMLO); otros ondearán la bandera de la moral y promoverán retroceder en materia de derechos civiles descalificando el matrimonio igualitario o el derecho al aborto gratuito y seguro. Electores en favor de éstas sandeces sobrarán, porque la estulticia es un recurso natural inagotable.
Y ya le digo: toda postura extrema, radical, servirá para presentarse como novedad, aunque detrás de estas “frescas” ideas siempre habrá un viejo dinosaurio político tratando de mantenerse vigente en un mundo que le rebasa por mucho. ¡Ay de nosotros si no podemos reconocerlo o identificarlo! Más nos vale ir buscando una cura para nuestra prosopagnosia política.