Sabella regresa al Mineirao, escenario de su mayor éxito como técnico
COMPARTIR
TEMAS
Las supersticiones son importantes para Sabella, que se encontró con un "no" de la FIFA a un pedido especial suyo.
Belo Horizonte, Brasil.- El estadio Mineirao sólo trae buenos recuerdos a Alejandro Sabella, quien hace casi cinco años ganó allí su mayor título como técnico cuando Estudiantes de La Plata se coronó campeón de la Copa Libertadores de América 2009.
Esta vez volverá al estadio de Belo Horizonte como entrenador de la selección argentina para enfrentar a Irán por el Grupo F del Mundial de Brasil 2014, en un partido que también será clave porque un triunfo le dará a los albicelestes la clasificación a octavos de final.
Será un día cargado de simbolismos para Sabella, un apasionado futbolero y amante de las cábalas, o costumbres, como él suele llamar a esas supersticiones que se siguen para repetir buenos resultados.
El Mineirao fue también el escenario donde en 1988 Racing empató 1-1 con el Cruzeiro y ganó la Supercopa, o donde veinte años más tarde, los hinchas brasileños despidieron con una ovación a un joven Lionel Messi en el partido por eliminatorias a Sudáfrica 2010 que Argentina y Brasil empataron sin goles.
Aquel 15 de julio de 2009, Estudiantes fue contra todos los pronósticos, tras igualar en cero el partido de ida de la final que había jugado en casa.
Con una mística y una fortaleza anímica alimentada por Sabella, el plantel liderado por el ahora retirado Juan Sebastián Verón dio vuelta el marcador y venció de visitante al Cruzeiro por 2-1 en un Mineirao colmado para consagrarse campeón de la Libertadores.
A sólo cuatro meses de su debut como técnico de un equipo profesional, Sabella levantó la copa continental. Y cumplió su promesa. A su regreso a La Plata, llevó un enorme cuadro con una foto del plantel "pincha" que había entrado en la historia.
La derrota del Cruzeiro fue celebrada intensamente por los hinchas del Atlético Mineiro, su eterno rival en Belo Horizonte y hoy anfitrión de la selección argentina en el complejo deportivo Cidade do Galo.
Desde entonces, los fans del Atlético mantienen una amistad con Estudiantes y recuerdan con cariño a Sabella, como lo expresaron en la bienvenida al conjunto argentino a Belo Horizonte y en la práctica abierta -a la que asistieron 10.000 personas- que realizó la selección de Lionel Messi la semana pasada en el estadio Independencia de Belo Horizonte.
"Es especial volver al Mineirao", expresó Mariano Andújar, el arquero de aquel Estudiantes campeón de América y hoy portero suplente de la selección argentina.
"Es lindo volver a recordar esos momentos, acá la gente del Mineiro nos recuerda con mucho cariño lo pasado, ojalá se pueda volver a repetir", añadió el miércoles Andújar, a horas de volver de retornar al estadio donde Estudiantes consiguió una gesta histórica.
Las supersticiones son importantes para Sabella, que se encontró con un "no" de la FIFA a un pedido especial suyo.
Según el portal brasileño "Globoesporte", Sabella pidió a la FIFA que le permitiera usar ante los iraníes el mismo banco de suplentes que utilizó en aquella final ante Cruzeiro, pero el organismo rector se lo negó.
"Pregunté si podían cambiar el banco de lugar para estar donde estaba cuando fui campeón con Estudiantes, pero me dijeron que no", dijo el entrenador de la selección rioplatense, que ante Irán jugará como local.
Otra "cábala" que buscaba tampoco será posible. Cuando Sabella fue a realizar el reconocimiento de campo antes de la final de la Libertadores, el tablero electrónico estaba prendido y mostraba un 2-1. El entrenador lo tomó como una señal y ése fue un día después el resultado final, según relata el libro "Pachorra, historias para conocer a Sabella", de Pablo Hacker y Javier Saúl.
El Mineirao fue remodelado para el Mundial y aquel tablero fue reemplazado por dos pantallas gigantes. Poco ha quedado igual en el interior de aquel gigante, más allá de su reconocible estructura exterior, con su diseño emblemático de la arquitectura modernista brasileña.
Pero es probable que cuando Sabella vuelva a pisar el campo de juego, aún resuenen los ecos de aquellos días de gloria.
Por Cecilia Caminos/DPA