Dionisio Cortés, un saltillense que hace arte en Nueva York
COMPARTIR
Platicamos con el artista saltillense radicado en Nueva York sobre su trayectoria, el estado de la escena artística en ambas ciudades a lo largo de estos años y sus proyectos en puerta
Desde hace más de 20 años, Dionisio Cortés radica en Nueva York. Arquitecto de profesión, ejerce como tal pero principalmente se dedica al arte, a través de la disciplina que en el momento le permita expresar lo que sea, y por lo tanto su exploración ha sido vasta.
En entrevista con VANGUARDIA, el artista contemporáneo nos habló sobre su trayectoria, tanto sus inicios en Saltillo, su ciudad natal, como en la urbe norteamericana, desde la cual ha seguido al pendiente de la escena en Coahuila.
“Siempre estuvo por ahí la inquietud. Para ser sincero yo hubiera querido estudiar artes plásticas, pero me fui por el lado de la arquitectura y por lo mismo no dejé de hacer”, recordó el creador, cuya obra abarca técnicas desde la pintura, la acuarela y la escultura hasta la instalación, con la que se introdujo en las expresiones más contemporáneas.
No obstante, fue su paso por la Casa de la Cultura, de la mano del maestro Fernando Flores Sánchez, que conoció el grabado y que inició su camino de manera oficial en el arte. Además, fue el enlace con la escena de Monterrey, a través de la cual pudo enriquecer aún más su perspectiva y conocimiento sobre lo que se estaba haciendo en ese momento.
En el Centro de Arte Vitro de Monterrey, así como el Centro de Artes Visuales de Coahuila (CAVIE) que precedió al Instituto Coahuilense de Cultura, ahora Secretaría de Cultura, jugó con el arte, exploró sus posibilidades y en los 90’s comenzó a exponer tanto en México como en Estados Unidos, tras irse una primera temporada a Nueva York para estudiar una maestría. Regresaría a Saltillo en la segunda mitad de la década antes de mudarse definitivamente.
La técnica que obedece a la intención
“Me gusta experimentar, explorar materiales y conceptos y escala. Entonces como que no quiero dejar de hacer ciertas cosas y en verdad es una adicción visual, tal vez de ver el contraste entre las texturas, o el contraste entre lo brilloso y lo opaco, el contraste entre los colores, entre lo chico y lo grande o lo gordo y lo delgado”, comentó sobre su proceso.
Su trabajo demuestra esta inquietud. En sus distintos sitios web se pueden apreciar obras que abordan temas y técnicas muy variadas, aunque en estas sobresale su vena arquitectónica, ya sea a través de la línea limpia o los motivos claramente relacionados con la construcción y el manejo y la exploración del espacio desde la bidimensionalidad o la tridimensionalidad.
“Para mí es imposible no fijarme en algo; un color, una sombra, una textura, entonces así como siempre, continuamente está en la retina también quiero experimentarlo, ver cómo se vería esto, qué pasaría si hago esto, si pongo estas dos cosas juntas”, compartió.
“Es un poco como lo visual, que está difiícil que te lo quites de encima. Conozco pocos artistas que son inamovibles, que este es mi tema, esta es mi visión, estas son mis intenciones y no se van a mover de ahí. Son realmente, o que yo conozco, pocos. En general es imposible no dejarte influenciar por tu entorno físico y tu entorno social y cultural”, agregó.
Temáticamente confesó que sus inquietudes nacen de una misma curiosidad, pero mientras que en sus inicios su aproximación a temas de índole sociales se representaban de manera más directa, ahora, asegura “persiste el tema pero es más sutil, más abstracto, más directo, no te está gritando, sino que es inherente al material o al contexto. Y puede pasar desapercibido en algún momento”.
En este sentido destacó que actualmente ha trabajado con la idea del desperdicio, en especial el que observa día a día en la metrópolis norteamericana, donde se desecha “montañas y montañas” de basura que, desde su consideración, llevan objetos que aún tienen mucha vida y uso.
La evolución de la escena
Al preguntarle por el desarrollo de la escena artística en Nueva York reconoce que se ha visto afectada por la comercialización del mercado. Si bien cuando, en los 90’s, el auge de las galerías en Soho estaba decayendo y dando paso a las tendencias de Chelsea, también había intención de vender, ahora opina que la oferta es menos arriesgada, y los espacios más propensos a abusar los artistas para obtener una ganancia mayor.
En el caso de Saltillo considera que el arte no ha podido salir del centro y “para mí eso es un problema, y en parte es entendible y que además solamente suceda en el marco institucional, casi. Tiene que suceder en un museo, o a través de las instituciones, de los que apoyan y mientras que te están apoyando, dando estímulos económicos, tienes que trabajar dentro de ese marco legal, social. De repente se vuelve un mismo círculo que o no se abre o no participa más gente y de alguna manera, no sé si porque sea una cuestión institucional la gente no lo ve, solo les parece una actividad más del Estado y no les interesa”.
Precisamente por esta razón ha comenzado el desarrollo de un proyecto para estimular la creación y consumo de arte contemporáneo fuera del centro de la ciudad. Educar a las personas cuyas vidas se desarrollan más allá de las pocas cuadras que conforman el primer cuadro de la ciudad y que disfruten, y de paso compren, lo que los creadores tienen para ofrecer.
Asimismo añadió que está por exponer junto a trece artistas de los cuales dos son de Saltillo, Magda Dávila y Horacio García Rosas, además de otros proyectos en puerta, entre los que destacó su recién adquirido interés por trabajar la arcilla y volver, a través de esta, a la figuración.