‘Mi dieta era tomar Coca Cola con whisky’, así logró ganar su primer Oscar Jessica Chastain
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Tras pasar horas en el cuarto de maquillaje para interpretar a Tammy Faye, la actriz arrasó en la temporada de premios de Hollywood, que culminó con el Oscar que se llevó a casa
La categoría del Oscar como Mejor Actriz era la única sin favoritas. Penélope Cruz estaba incluida, aunque ya había sido ignorada en España al postular El Bien Jefe con Javier Bardem, en vez de Madres Paralelas como Mejor Producción Internacional. En un principio, Olivia Coleman pareció tener más chances como la protagonista en The Lost Daughter hasta que Nicole Kidman estrenó la versión de Lucille Ball en Being The Ricardos. Y Kristen Stewart también había sorprendido con la perfecta interpretación de la Princesa Diana en Spencer. Pero a la hora de votar, los ojos de la Academia vieron a otra ganadora, con la historia de la verdadera Tammy Faye, detrás del maquillaje de Jessica Chastain.
-¿Habiendo ganado el Oscar sobre la historia verdadera de una persona como Tammy Faye Baker, te acuerdas la primera vez que la viste en la realidad?- “En realidad la había visto por primera vez en una imitación de Saturday Night Live, donde se reían de ella. Después la vi en la portada de una revista... Y supongo que crecí viéndola como la mujer que nunca me hubiera gustado ser, por como la ridiculizaban. La sociedad insistía en que no era una mujer atractiva y que molestaba todo sobre ella. Es por eso que en algún momento pensé ‘No es como me gustaría ser cuando yo sea grande’”.
- ¿Y cuándo cambiaste de opinión como para llevar al cine la historia de su vida?- “Yo estaba de gira, con Zero Dark Thirty, con la historia totalmente opuesta de una mujer que buscaba una revancha, con la mentalidad del ojo por ojo. Y con todo el jet lag, vi un documental sobre Tammy Faye donde me pareció que pensaba todo lo contrario, que todos merecemos ser amados, sin ningún tipo de juicio, todos merecemos ser perdonamos. Y me sentí culpable, por la mala impresión que yo había tenido de ella. Me di cuenta de que en 1985, ella había llevado a su show a un ministro gay que tenía SIDA en la época en que nadie decía que el SIDA era realmente una epidemia, la época en que la homofobia estaba por todos lados en Estados Unidos. Y ella le dio la espalda a la comunidad conservadora del evangelismo y mirando a cámara recordó lo que significa ser cristiano. Me pareció un momento de mucho coraje que no conocía y me pareció algo para celebrar. Por eso compré los derechos de aquel documental, para contar la historia, en cine”.
Para cuando Jessica Chastain subió al escenario del Teatro Dolby, ya había recibido otros diez premios por la misma interpretación como la verdadera Tammy Faye. Desde el premio SAG del Sindicato de Actores o el Critics Choice de la Asociación Nacional de Críticos de Estados Unidos, además del Festival de Palm Springs y San Sebastián. Pero no la habían tomado en cuenta en otras entregas de premios tan importantes como el BAFTA británico o los festivales de Sundance y Toronto. Es por eso que, desde un principio, las predicciones del Oscar se habían inclinado hacia otras actrices como Kristen Stewart que incluso antes de la gran noche, nos llegó a comentar personalmente “No creo que gane, pero voy a ir igual”. Jessica tampoco había querido ilusionarse. Después de todo, ya había sido nominada en el 2012 con The Help cuando Octavia Spencer lo ganó por la misma película. Al año siguiente, volvieron a nominarla con Zero Dark Thirty cuando ganó Jennifer Lawrence por Silver Linings Playbook. Esta vez fue diferente. Y el Oscar en la mano lo dice todo.
-¿Hasta qué punto ayudó la preparación del rol para ganar el Oscar- “Tuve suerte porque con el documental también tuve acceso a más de cien horas de grabaciones que nunca usaron. Y vi hasta las partes más aburridas que nunca aparecieron en el documental, como verla conducir el auto por horas, hablando de su vida. Leí también los cuatro libros que ella escribió. Grabó también 20 álbumes y tuve que aprender a cantar incluso como ella. Por suerte tuve siete años porque mi voz es muy diferente...”
-¿La parte donde tuviste que cantar también se merece un Oscar- “(Risas) La verdad, yo había tomado clases de canto en la Universidad, pero era soprano y no cantaba para nada como Tammy. Ella pone toda la pasión desde la primera nota, sin variar para nada en la voz. Y esta vez trabajé con el mismo productor de A Star Is Born, Dave Cobb. Mi dieta era tomar Coca Cola con whisky, como medicina, porque estaba tan nerviosa que mi cuerpo no paraba de temblar. Él también subió las notas porque no estaba dándole suficiente energía. Y ese fue el gran secreto.
-¿Piensas cantar otra vez como actriz?- “Justamente estoy filmando una mini serie sobre los cantantes de música country George Jones y Tammy Wynette, con Michael Shannon. Así que volví a la dieta de Coca Cola con whisky porque tenemos que preparar treinta canciones.”
-¿La burlas históricas de la sociedad no afectaron para nada la forma en que la interpretaste a Tammy Faye?- “Sí, porque yo tampoco quería contar la misma historia que se había visto. Y cuando investigué sobre el escándalo me di cuenta que todo pasa por Jim Baker y a mi me interesaba más la vida de Tammy, separada del esposo. Y lo malo es que por mucho tiempo los mostraron como si los dos hubieran cometido el mismo error, como si hubiera que echarle la culpa a la esposa si un marido hace algo mal.
-¿Hablamos de la otra nominación al Oscar del Mejor Peinado y Maquillaje?- “La sesión más corta de maquillaje duraba tres horas. Pero la primera vez cuando hicimos el maquillaje de la edad en los años ‘90 fueron siete horas y media, hasta que lo pudieron bajar a cuatro horas y media. Al principio, no sabía como iba a soportarlo. Sudaba demasiado, pero el sudor no salía afuera de la prótesis. Y empecé a tratar de calmarme. Me di cuenta que cuando discutimos sobre un obstáculo, todo empeora. Así que empecé a ver la forma de aprovecharlo, como si tuviera que salir en un vuelo de avión y necesitaba quedarme cuatro horas en la pista de despegue. Por eso empecé a aprovechar esas cuatro horas, me ponía los audífonos para escuchar la voz de ella, como la mejor forma de transformarme. Y al momento de entrar al estudio, ya estaba totalmente preparada”.
-¿Cuánto tiempo crees que tardaba la verdadera Tammy Faye en maquillarse?- “En los libros leí que ella nunca se lavaba el maquillaje, se le salía cuando se le salía. Nunca se lavaba el rostro. No quería que nadie la viera sin maquillaje. Las veces que le pidieron que no se maquillara para mostrar la verdadera Tammy Faye, ella decía ‘Esta es la verdadera Tammy, así me expreso yo’, como si el maquillaje fuera un tatuaje”.
-¿Alguna anécdota del rodaje?- “Hay tantas... una de mis escenas de amor favoritas es la escena en que Jim y Tammy están en la cama, sin siquiera besarse... porque en realidad no podíamos (Risas). Es tan gracioso... las prótesis de nuestro maquillaje se quedaban pegadas. No podíamos parar de reír. Fue todo muy gracioso. Después hay otra escena donde yo quise usar un collar con un corazón porque Tammy había elegido uno parecido ese día. Y cuando terminé de filmarla me di cuenta que la hija de ella, Tammy Sue, estaba en el estudio por pura casualidad con el mismo corazón que le había regalado la madre. No fue algo que planeamos para nada. Fue algo muy especial”.
-¿Y en qué se diferencia un rol del Oscar como el de Tammy Faye a los otros con que te suelen contratar en cine?- “La gente suele elegirme para roles donde el personaje parece ser la mujer más inteligente del lugar, alguien que pueda decirle a un hombre lo que hay que hacer para salvar el mundo. Son los personajes que interpreto. Es el estereotipo que también me encantó por mucho tiempo, pero tampoco hay demasiados roles así. Y cuando me tocó interpretar a Tammy Faye me di cuenta que nunca había tenido la oportunidad de hacer tonterías. Y Tammy me inspiró, incluso en los momentos en que me tocaba llorar o cuando tuve que cantar y me dio tanto miedo. Siempre lo disfruté. Por eso agradezco tanto esta actuación”.