‘We Don’t Talk About’ Emilio
COMPARTIR
El pasado domingo 27 de marzo sucedió sobre el escenario de la entrega del Oscar algo que, quienes hemos sido asiduos espectadores de esta ceremonia por décadas, no nos esperábamos
El pasado domingo 27 de marzo sucedió sobre el escenario de la entrega del Oscar algo que, quienes hemos sido asiduos espectadores de esta ceremonia por décadas, no nos esperábamos.
No, no fue lo de la bofetada que dio Will Smith a Chris Rock, que por desgracia fue más nota que lo que verdaderamente había importado de esta entrega realizada 94 años después de que se hizo la primera: reconocer lo mejor del Séptimo Arte, y fue que uno de los invitados, justo antes de anunciar orgulloso el número musical para “We Don´t Talk About Bruno”, contenido en la banda sonora de la ganadora del Oscar a la Mejor Película Animada del 2021, “Encanto”, mencionara que el modelo de la codiciada estatuilla dorada había sido un conocido mexicano en la historia del cine hollywoodense: el actor Emilio Fernández.
Así es. Ese dato que para muchos es un mito creado por el también cineasta de origen coahuilense, entre otros tantos que rodearon su vida, lo dio John Leguizamo, actor de origen colombiano que hizo la voz precisamente de Bruno en “Encanto”, pero pasó inadvertido para la mayoría de los espectadores que esperaban con ansias que el puertorriqueño Luis Fonsi, intérprete de “Despacito”, canción tan de moda hace algunos años pero hoy olvidada como muchos otras de sus populares composiciones, se sumara a los ejecutantes de dicho tema sobre el escenario del Teatro Dolby. En lugar de conocer más sobre ese mito que tan tiene más de realidad que hasta el momento de escribir estas líneas se ha procurado desaparecerlo para que nadie hable más de él.
Si uno se introduce a la filmografía de Emilio Fernández Romo, conocido como “El Indio” por haber nacido de la unión de un general revolucionario y una india kikapú el 26 de marzo de 1904 en el mineral de El Hondo, en la región carbonífera del estado de Coahuila, encontrará que a mediados de los años 20 había llegado a Los Ángeles, California, al igual que otros compatriotas mexicanos suyos que emigraron durante la Revolución como Ramón Novarro, quien ya era toda una estrella consagrada gracias a su papel protagónico en la épica del cine silente “Ben Hur” (Frank Niblo, 1925) al tiempo que la prima de este último, Dolores del Río, originaria como él de Durango, debutaba en Hollywood con “La muñequita millonaria” (“Joanna”), dirigida por Edwin Carewe.
Si bien Dolores del Río no fue la protagonista de aquel filme, sí lo fue de “Ramona”, de 1928, dirigida también por Carewe, película que la catapultó al estrellato y entre cuyos extras estaba precisamente Emilio Fernández, quien se identificó con ella y surgió una amistad previa a su prolífica colaboración fílmica de vuelta en México en los años 40. Entonces Dolores era novia del diseñador de la estatuilla, Cedric Gibbons, con quien Del Río se casó en 1930, y recomendó al cineasta para ser modelo del Oscar que se entregó por primera vez en 1929. El resto es historia.
Lo curioso es que la mención sobre Emilio Fernández quedó en el aire, y más luego de ese supuesto afán de la Academia por la inclusión, que si bien dio lugar a que los reflectores se posicionaran ahora en otro mexicano, Eugenio Derbez, como el segundo en la historia de la estatuilla en participar en el elenco de la ganadora a Mejor Película, después de Cantinflas en “La vuelta al mundo en 80 días” (Michael Anderson, 1956) no dio para más luz hacia Emilio.
Comentarios a: galindo.alfredo@gmail.com; Twitter: @AlfredoGalindo