Son víctimas de la peor tragedia de tráfico humano en más de una década en Estados Unidos. Sobrevivieron al ‘tráiler de la muerte’ de San Antonio, donde 10 inmigrantes murieron en 2017, pero retornaron a sus pueblos mexicanos con problemas respiratorios crónicos, deudas y una pobreza aún más inasumible. La pandemia del coronavirus los lleva, una vez más, al límite de la supervivencia