¡Qué viva la familia!
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Si de familias no convencionales vamos a hablar, ahí está entonces la propia Biblia, que afirma que el rey Salomón tuvo 700 esposas y 300 concubinas
Todos tenemos derecho a expresarnos, a decir lo que sea y lo que nos plazca, siempre y cuando la ley lo permita. Somos libres de rechazar o apoyar algún hecho o acción que crea lastima nuestros sentimientos, costumbres o forma de pensar.
Las marchas a las que convocó el Frente Nacional por la Familia (FNF) reunieron un millón 140 mil 580 personas, algo así como el 0.88 por ciento de todos los mexicanos. En Saltillo la marcha convocó a 3 mil 500 personas (La Feria del Dulce reunió más gente y con justa razón), que expresaron su apoyo al modelo de familia tradicional y su repudio a la iniciativa que propone el matrimonio igualitario, un concepto que llaman “falsos derechos” y que ha despertado un relativo interés en la agenda pública.
Y es que hasta ahora, el debate se ha vuelto moralino y es casi imposible convencer a nadie con ningún argumento, ni siquiera científico. Los puntos de vista están casi siempre llenos de estereotipos que florecen en la ignorancia, intolerancia y se basan en un literalismo bíblico. Los más informados —Que son los menos—, dictan sus opiniones de acuerdo con los dichos de algunos científicos, quienes para este caso, no se han basado en la ciencia a la cual dejan de lado, sino en sus creencias personales.
Pero si revisamos la historia, podemos conocer que la institución del matrimonio ha estado en un proceso de evolución constante y su concepto tradicional ha cambiado con el tiempo, y su definición de que siempre ha sido entre un hombre y una mujer es históricamente inexacta. Los lazos de pareja comenzaron en la Edad de Piedra como una forma de organización y control de la conducta sexual y para proporcionar una estructura estable para la crianza de los hijos. Pero ese mismo concepto ha tomado muchas formas a través de diferentes culturas y épocas.
La primera evidencia registrada de los contratos de matrimonio se remiten a hace 4 mil años en Mesopotamia. En el mundo antiguo, el matrimonio servía principalmente como un medio para preservar el poder, forjar alianzas, adquirir tierras, y producir herederos legítimos. El propósito del matrimonio era la producción de herederos, la palabra Matrimonium, deriva de mater (madre).
En la antigua Roma, el matrimonio era un asunto civil regulado por la ley imperial y así continuó hasta su caída en el Siglo 5. A partir de ahí la iglesia se hizo cargo y a medida que el poder de la iglesia creció, también lo hizo su influencia sobre el matrimonio. En 1215, el matrimonio fue declarado uno de los siete sacramentos de la iglesia. El tiempo terminó convirtiéndolo un acto religioso, en leyes civiles que dictaban que el matrimonio era solo entre personas de distinto sexo.
Luego llegó la tortuosidad de Tomas de Aquino y su “Summa Theologiae”, que declaró como anormal y abominable la libre sexualidad. Pero antes de que eso sucediera, las uniones entre personas del mismo sexo fueron comunes hasta el siglo 13. Incluso existieron casos en donde la propia Iglesia llegó a sancionarlas.
Pero hablando de tiempos más recientes, la idea del matrimonio como la unión sexual, romántica entre un hombre y una mujer es un concepto relativamente reciente que data apenas de hace dos siglos. Nancy F. Cott, historiadora de la Universidad de Harvard, asegura que antes de eso, los hogares monógamos eran apenas una pequeña porción de la población mundial y que la poligamia era una práctica generalizada.
Y si de familias no convencionales vamos a hablar, ahí está entonces la propia Biblia, que afirma que el rey Salomón tuvo 700 esposas y 300 concubinas.
Además, en otras culturas como en China, África y entre los mormones, los hombres tenían varias esposas y sigue siendo una práctica común en gran parte del mundo musulmán.
Pero como siempre las cosas cambian y hoy incluso la Suprema Corte de Justicia en México ha declarado como legales estos matrimonios y finalmente la gente pueda hacer lo que quiera. Casarse con quien se quiera y obtener una condición de igualdad ante la ley a aquellos que por cientos de años, han sido relegados a las sombras y, por lo tanto, a la falta de derechos. La ley y la ciencia ya se han expresado al respecto. Lo demás es intolerancia, dogma y prejuicio. Así pues
¡Qué viva la familia!, cualquier familia.
@marcosduranf