De la literatura al cine: la evolución artística del ganador del Premio Iberoamericano de Poesía Joven Alejandro Aura 2023
El poeta y cineasta de Saltillo, explora la conexión entre ambas artes, impactando con obras que revelan paisajes, disidencia y su propia transición de género
Un lugar prohibido. Así es como Lázaro Izael recuerda la biblioteca de su abuelo. Esta atmósfera de habitación secreta es lo que captó su atención cuando era un niño pequeño; vio en los libros un objeto extraño y deseado.
A pesar de que Lázaro no entendía mucho de lo que decían los ejemplares de Educación Física que leía el anciano profesor, captó la idea de que la palabra escrita es valiosa, que “nos ayuda a nombrar cosas que nos pasan y a estar menos solos en el mundo”. Es por eso que al llegar a la secundaria Profr. Federico Berrueto y encontrarse con la profesora Olga Cecilia, su mente estaba más que dispuesta a memorizar “El Nocturno a Rosario” de Manuel Acuña, a leer los poemas de Jaime Sabines, y a pedirle a su tío que le prestara sus libros de Gabriel García Márquez.
Sin embargo, tuvo que esperar un poco más para que la literatura se le revelara en todo su esplendor. Cuando se topó con “Batman”, de José Carlos Becerra, se dio cuenta de que “la poesía se puede tratar de otra cosa”, de que “el lenguaje nos puede transformar”.
Convencido de que quería ser escritor, ingresó a estudiar Derecho porque su abuelo le dijo que si quería escribir libros, entonces tenía que ser abogado. “No era el lenguaje que a mí me gustaba, me parecía rígido”, recuerda el joven de 26 años.
Decidió cambiar las leyes por la literatura y se inscribió en la Licenciatura de Letras Hispánicas de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). “Me llamó la atención el plan de estudios, que tenía buenas materias y buenos maestros como Minerva Margarita y José Javier Villarreal, poetas que me han impactado al conocerlos y leerlos, que me animaron a leer en serio”.
Posteriormente, solicitó una beca en la Fundación de las Letras Mexicanas en la Ciudad de México, donde fue becario durante dos años. Una vez en la CDMX, se dio cuenta de que podía estudiar cine, por lo que se matriculó en el Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC), donde cursa la Licenciatura en Cinematografía con la intención de realizar una película sobre Coahuila.
ENTRE EL CINE Y LA LITERATURA
Para el saltillense, la conexión entre la escritura y la cinematografía es natural, ya que en ambos casos se construyen imágenes. “El poema nace de una experiencia, algo que también sucede en el cine. Me parece que el cine y la poesía se parecen en que logran hacer visibles cosas que están en las orillas”.
Justo en la periferia, Lázaro ha encontrado los elementos que atraviesan su obra: el paisaje del desierto, la palabra como conjuro, el trasiego, la transformación, la disidencia.
”En la fundación había mucha exigencia de escribir. Había que leer mucho, investigar, pero sobre todo estar atento para ver el mundo, capturar el poema y correr a escribirlo para no perderlo, para que no se fuera”.
El más reciente libro del saltillense es “Mamá, el Campo”, ganador del octavo Premio Iberoamericano de Poesía Joven Alejandro Aura y publicado por la editorial de la UANL hace unos meses. Un libro conmovedor que aborda temas como la migración, las largas jornadas en el campo y el abuso que viven niños y mujeres en el ambiente familiar.
”Con ‘Mamá, el campo’ quise escribir un poema sobre el norte, las montañas, la tierra. Seguir la tradición de poetas del noreste. Sí creo que la poesía es una especie de conjuro para hacer visibles los abusos y aquellas cosas que se silencian, para impedir que se repitan”.
El cuerpo está presente en el poema. Actualmente, Lázaro está experimentando una transición de género. Un cambio físico y mental que, como le dijo su médico, ha impactado en su entorno y en sus relaciones sociales y afectivas, pero también en su escritura y la forma en que se aproxima al arte.
”Claro que hay un cambio. Me queda muy claro que los cambios físicos modifican nuestra poesía. Una cosa que la distingue y la hace diferente es la respiración. Yo escribo mis poemas leyéndolos en voz alta y puedo notar que la transición ha transformado mi forma de respirar, y, por lo tanto, ha cambiado la forma del verso. El cuerpo siempre está presente en el poema”, reflexiona.
Este cambio se puede rastrear en su primer libro, “Envilecidas como hienas miramos la espesura de ese cielo” (Los libros del perro, 2023), con el que ganó el Premio Nacional Dolores Castro 2019 en la categoría de poesía. La voz poética de este poemario es la de una mujer que explora el dolor, la violencia y la ternura salvaje de los cuerpos. “Ahora que he leído poemas de este libro, debido a la reedición que hizo la editorial Los Libros del Perro, me di cuenta de que ya no me alcanza el aire para leerlos”, apunta.
Con su transición, Lázaro, que “antes era percibido como una disidencia”, ahora es visto como hombre, lo que le ha otorgado un cispassing, “un privilegio que yo noto”.
”Las masculinidades trans son muy invisibles. En la Ciudad de México hay una red de apoyo muy cercana, pero fuera de esos círculos, la transfobia y la homofobia son terribles. Todavía hay pensamientos machistas muy arraigados y estructuras heterosexuales que nos oprimen”.
”Es importante hacer visible que soy una disidencia para que otras personas, incluyendo a las infancias, tengan referentes y así lograr una sociedad más plural”.
Hace unos meses, otro galardón se sumó a los reconocimientos del saltillense: el Premio Hispanoamericano de Poesía para la Infancia 2023. Por lo tanto, para Lázaro, el futuro es claro: “continuar con la poesía, porque es la piedra angular de mi vida”.
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