- 17 diciembre 2023
Fernando nunca pensó que una aventura en el mundo de los robots lo llevaría a convertirse en todo un campeón internacional a sus 24 años, y una promesa en el diseño y construcción de este tipo de dispositivos que ya han alcanzado al presente
- 17 diciembre 2023
La pasión de Fernando Álvarez Flores por la robótica nació, así, como un chispazo, como un impulso electrónico, cuando él era un adolescente y estudiaba la acentuación de física - matemática en la preparatoria del Colegio Americano.
Cierto día hubo una convocatoria para un concurso de robótica y el director preguntó, “¿quién le entra?”.
Fernando, que entonces sabía nada de robótica, dijo “yo”.
“Llegué en ceros, pero estaba dispuesto a aprender, con la mente abierta, y creo que esa ha sido una diferencia grande”, cuenta.
Sucedió en su último año de bachillerato, la invitación al certamen la había lanzado el Tec de Monterrey.
De inmediato Fernando formó un equipo con sus amigos, se pusieron manos a la obra y en aquella ocasión, su primera incursión en el mundo de la robótica, compitieron en León, Guanajuato con un robot de piezas tipo LEGO en el que no les fue tan bien, pero Fernando se divirtió mucho y no se rindió.
“Armamos un robot chiquito que cumplía varios retos...”, platica.
Era 2017.
En el segundo concurso, que fue a nivel nacional, un concurso denominado Vex Robotics, y en el que Fernando era el capitán de un equipo de tres personas, sacó el segundo lugar y consiguió un pase al Mundial de Robótica, en Kentucky.
“Ya era un robot más grande, con materiales de aluminio, y ahora sí metimos tuercas, tornillos”.
Fernando contaba entonces con 18 años.
“Pasó el tiempo y a mí me encantó la robótica, me gustaba mucho la competencia, me gustaba decir ’yo hice este robot’”.
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Cuando ingresó a la carrera de Mecatrónica en el Tecnológico de Monterrey se hablaba de tú con los investigadores del laboratorio sobre programas, materiales, diseños y construcción de robots.
Y cada clase que tomaba la podía aplicar en esa materia.
“Era de que hoy aprendí en una clase qué materiales son más resistentes, voy con mi robot y veo cómo son de resistentes. En estática qué tantas fuerzas tiene que llevar el robot, donde poner los centros de gravedad, qué tanta tracción le vas a poner a tu robot”.
Toda vez que logró contagiar en sus compañeros su interés por la robótica, gracias a sus habilidades para aplicar las matemáticas y la administración en la creación de este tipo de dispositivos que han dejado ya de pertenecer al futuro para irrumpir en el presente.
Siendo apenas un estudiante, impartía cátedra a sus compañeros sobre diseño y construcción de robots, su intención era compartir sus conocimientos y fomentar la competencia.
“Quería que mis compañeros estuvieran al mismo nivel que yo, me gustaba mucho ayudarles y enseñarles para que pudiéramos competir en un buen nivel”.
No obstante, Fernando sería el único en perseverar.
“Tuve muchos compañeros de equipo, unos se graduaron, otros se fueron saliendo, yo fui el único que estuve constante esos cinco años porque a mí me apasiona mucho”.
Su interés por estas máquinas lo ha llevado ya a ganar seis competencias de robótica, cuatro a nivel nacional y dos internacionales.
SUS CUATRO CONQUISTAS
“Ganamos un concurso por año, los dos mejores que gané fueron dos excelencias nacionales, que es el primer premio que hay de robótica, y dos segundos lugares, nunca gané el primero, pero no pasa nada”, narra Fernando con la filosofía de quien piensa que lo importante no es ganar sino competir, que el mundo es de los atrevidos, como él, y que lo peor es no intentarlo.
Fernando reafirma su orgullo de haberse convertido en ganador, dos veces, del premio nacional de excelencia en robótica.
“No primer lugar, pero es el premio del equipo más completo, el que tiene mejor diseño, mejor construcción, mejor programación, sigue siendo un juego, a final de cuentas, quién es más talentoso programando un robot y manejándolo”.
A Fernando le gustan los retos, y el último gran reto en el que participó fue el diseño y construcción de un robot programado para recoger y lanzar discos a una canasta o lanzar proyectiles.
“Hubo unos años en que nos tocó lanzar pelotas, cambiar banderas, hacer torres de cubos de dos metros, cargar unas boyas y meterles aritos, cada año va cambiando el reto”.
¡CHICAGO Y ROBOTS!
Su persistencia lo llevó a realizar una estadía de seis meses, a través de un programa de investigación del Tec, en un laboratorio de la ciudad de Chicago, donde participó en un proyecto para desarrollar un robot que apoyara en la rehabilitación física de personas con esclerosis lateral amiotrófica.
“Fui a aprender, la investigación era sobre el principio de la enfermedad, cómo se va comportando la enfermedad. Había investigadores con doctorado, maestría, aprendí muchísimo de ellos, yo iba a aprender”, dice con cierta humildad.
El próximo mes de enero Fer se graduará como mecatrónico del Tec de Monterrey, dice que la preparación teórica como práctica, el espíritu de competencia que le inculcaron sus maestros, le han dado la seguridad para desempeñarse con eficiencia en su campo laboral.
“El punto es formar ingenieros que sean capaces de realizar un trabajo que le cueste menos a la empresa, que funcione bien y que sea duradero”.
Fernando alterna su gusto por la robótica con el futbol y la música country.
Su ilusión es llegar a colocarse en una empresa donde pueda dar rienda suelta a su ingenio e imaginación en robótica, su amor más grande en la vida, y si le pagan que mejor...
“Hacer lo que me gusta, ya con eso soy feliz, ya si pagan bien... pos mejor”.
Su ilusión es llegar a colocarse en una empresa donde pueda dar rienda suelta a su ingenio e imaginación en robótica, su amor más grande en la vida, y si le pagan que mejor...
“Hacer lo que me gusta, ya con eso soy feliz, ya si pagan bien... pos mejor”.