El catedrático de diversos niveles educativos anhela un futuro en donde los maestros preparen a los alumnos para ser mejores personas y los vean como ‘adultos’ desde las aulas
- 15 diciembre 2024
La impartición de la educación física no solo en Coahuila, sino en todo el país, está viviendo una fase evolutiva muy interesante, y esta es la bandera que defiende el doctor en la materia, Ricardo Rangel Álvarez.
Para el catedrático de diversos niveles de educación, trabajador activo de la Secretaría de Educación Pública, así como profesor universitario de La Salle en Saltillo, lejos deben quedar aquellas viejas prácticas de una clase que antes se consideraba de libre ocio, pero ahora se trata de profundizar en la psicología del alumno.
Con 43 años de edad, más de 20 de ellos realizando la profesión que más le ha encantado desde que era un niño, el doctor en Ciencias de la Educación por la Universidad Autónoma de Coahuila se cataloga como uno de los precursores de la parte didáctica en la impartición de esta clase.
Es eso mismo, la evolución, los cambios generacionales y las diversas formas de enseñar y aprender, lo que motiva el día a día de Rangel Álvarez para trascender en sus estudiantes con base en el acercamiento y conocimiento de las habilidades específicas que estos tienen.
Su camino no fue sencillo, pero desde niño sabía lo que quería. Él no aspiraba a ser médico, bombero, policía o incluso algún héroe de su infancia, para nada, Ricardo siempre quiso ser maestro, y esa misma pasión la demuestra palabra a palabra cuando explica los fundamentos de su tarea como catedrático.
Con licenciatura en Educación en la Universidad Pedagógica Nacional y exalumno de la Normal de Educación Física, asegura que “esa espinita siempre estuvo presente en mí, la visión directa de ser maestro”.
Aferrado a dejar atrás las viejas prácticas de la enseñanza de su “expertise”, Ricardo Rangel afirma que ha dicho “adiós” al aspecto lúdico en la enseñanza, para dar paso la constante investigación y aplicación de ella en la psicología de sus estudiantes.
”Ha habido una transición en un paradigma sobre la impartición de esta materia. Los primeros profesores que iniciaron en este camino eran deportistas o atletas.
”Ahora, bajo investigaciones, se busca que la impartan profesionistas, por la parte psicológica del alumnado”, afirma enfático. En sus palabras denota el ímpetu por mejorar esta situación.
El doctor de 43 años no tiene un maestro en específico que lo haya marcado. Al contrario, el considera que la secundaria fue la etapa más formativa de su vida en contacto con la enseñanza por dos razones: la primera, la rigidez del sistema del cual quiere “desaparecer” y, segundo, evitar lo líneal e instruccional que fue para él vivir la educación desde el lado opuesto al que ahora se encuentra.
”La evolución de las clases ha llegado a atacar el sistema de las emociones de los estudiantes. Ese pensamiento divergente antes de ejecutar una acción.
”No es solo la actividad física como tal, sino un proceso cognoscitivo, es decir, de la capacidad de conocer. Hasta cierto punto de un aspecto matemático”.
¿A qué se refiere con esto último? Para Rangel Álvarez, el enfoque del proceso mental es clave para el profesor. Es el acercamiento con los niños y jóvenes. Es saber sus debilidades y aptitudes. Básicamente, lo es todo.
Pero el aprendizaje que ha vivido el catedrático no solo se quedó en su etapa como estudiante. ¿Qué ha aprendido Ricardo de sus compañeros de profesión? La evolución como profesionista, en el sentido del poder alcanzar un propósito.
Explica, sus colegas no son aquellos maestros que llegan, dan clase y se van. Aunque a muchos de ellos les falta hambre o amar su profesión, de los que él ha aprendido se especifican en un sinfín de vórtices que han hecho de la educación física, una materia enriquecida.
”La carrera de educación física es parecida a la medicina. Un médico general puede atender de todo, pero tienen su especialidad. El docente de educación física ya está en esa transición. Toman como referente base la asignatura, sin embargo, hay varias directrices”.
Como en una especie de vínculo, el doctor asegura que, así como con sus compañeros, sus alumnos también han dejado huella en su paso por las aulas y las áreas donde imparte.
”He aprendido de todo. En una ocasión una niña, por sí sola, resolvió cómo hacer una actividad que para sus compañeros era difícil, pero halló la habilidad de facilitarse.
”Anteriormente la educación era instruccional y lineal. Se dejaba mucho de lado la situación de la creatividad de los alumnos y su resolución de problemas”.
Buscar guiarlos en un mejor futuro, no solo como personas sino también como profesionistas, es la cualidad en el trabajo del doctor Rangel para evitar así que la educación siga siendo estandarizada.
”No va a tardar mucho tiempo que en México se implemente un programa con relación al desarrollo de talentos. Es decir, en explotar el talento de cada estudiante. Evitar que todos sean expertos en todo, sino en un nicho en específico”, es uno de los tantos panoramas esperanzadores que el catedrático espera lleguen pronto.
Bajo ese mismo panorama, para Rangel Álvarez dedicar su vida a la enseñanza va de la mano o se forja con la vocación que se ve en cada alumno. Reitera, como en varios puntos de esta entrevista, que es importante guiar a los niños y jóvenes en que sean excelentes en lo que les gusta.
”El maestro prepara a los profesionistas e incluso a los oficios. Se busca ir forjando los eslabones que van uniendo el camino de los alumnos en la materia profesional”, grosso modo, ser mejores padres, hijos, trabajadores... mejores personas.
Y es así como llega el sueño anhelado del doctor Ricardo Rangel Álvarez en un futuro para la enseñanza en México: que cada maestro vea a los niños y jóvenes como adultos. Que los motiven para que puedan alcanzar sus sueños, luchar por ellos.
Existe un camino que el maestro quiere evitar cruzar y que es parte por lo cual el sistema de enseñanza en el país falla: no apremiar al desánimo y darle ese acompañamiento que algunos no tengan en casa o en otros aspectos de su vida.
”Hay que visualizar a los niños como ciudadanos del futuro. Hay que buscar la forma de que tengan una vida sana, de un proyecto de vida. En lugar de que ciertas profesiones como abogados, doctores o policías tengan exceso de trabajo, debería estar del lado de la docencia.
Agrega: “el hecho de que los maestros tengan bastante chamba significa que hay una radiografía de una sociedad sana. El que está en una cárcel, cometiendo un delito, haciendo un mal, pasó por un salón de clases. Entonces, hay que contrarrestar eso”, y eso, precisamente, es el futuro utópico que espera, pronto llegue.