A sus 32 años, Sara Zurisadai Hernández Martínez lleva ocho dedicándose a la docencia, y cuatro de ellos formando sólidamente alumnos en la Universidad Carolina. Inspirada en una tía normalista —que fue su primer contacto con la educación—, de la que vio de cerca el gusto por la enseñanza personalizada a niños y niñas en situación vulnerable, pero con la alternativa de salir adelante.

Sara Zurisadai es originaria de Veracruz y desarrolló su vida en Ciudad de Carmen, Campeche, por eso cuando tuvo edad suficiente se fue a estudiar el último semestre de la preparatoria en Mérida, con el objetivo de ingresar a la escuela de Medicina; pero en una clase de orientación vocacional corrigió el rumbo.

“Ahí me di cuenta que yo daba clases con mi tía y era algo que a mí me gustaba hacer, y que mi vocación no era estudiar para la salud, sino la docencia”, relata con la seguridad de quien sabe que tomó el derrotero adecuado.

Admite que daría clases sin que le pagaran, porque es algo que le llena de satisfacción y además ha visto el enorme potencial transformador de la educación en la vida de los estudiantes. En Bachillerato imparte las materias de Identidad Dragón, que es Desarrollo Humano, y Taller General, que está relacionada con la parte social; lo hace con el sistema de Enseña por México, “que tiene una metodología bastante particular, que busca reducir la brecha educativa”, esta la descubrió gracias a su maestría, y es una muy particular, cuya finalidad es que los estudiantes adquieran conocimientos para la vida, de ahí su importancia.

Lo que más le agrada de esta a Hernández Martínez es que sus alumnos tengan una experiencia académica y personal: “una mente alegre es más receptiva a obtener conocimientos”.

Con Enseña por México se trabaja directamente con la comunidad y se busca que los estudiantes lleven al salón lo que han vivido.

“Lo que busco hacer con mis estudiantes es precisamente eso, que no solamente vengan al aula a sentarse 50 minutos a escuchar, sino que puedan tener una experiencia académica y personal. Lo que intento es que puedan llevarse un aprendizaje para su vida diaria”, describe sobre su forma de dar clase.

Sus materias tienen un enfoque social, tanto Desarrollo Social como Taller General, en donde desde el inicio del semestre los alumnos deben plantearse resolver las problemáticas sociales que ellos elijan sobre de la comunidad circundante y aprender a trabajar sobre estas. Es decir, que estas materias se convierten en plataformas para que, desde la preparatoria, los jóvenes se acerquen con la mayor confianza a estas y sean parte de ellas a través de su servicio social e incidan activamente.

Además, en la Universidad Carolina, Sara Zurisadai tiene un proyecto de servicio social llamado Aulas Alebrijes, con estudiantes de bachillerato, en donde encaminan a los alumnos hacia las causas sociales, y gracias a este muchos de ellos han llegado a conseguir becas para estudios superiores, por ejemplo en el ITESM, por liderar una causa social, o algunos se dirigen a ONGs relacionadas “con aquello que les mueve”.

Este proyecto es fundamental para Sara Zurisadai, ya que gracias a él los jóvenes pueden “conocer cuál es su causa y perseguirla”, y precisamente por eso ella determinó quedarse en Saltillo, porque eso distingue a la Universidad Carolina.

Ver a tanta gente apasionada en el Distrito Carolina “es lo que me ha llevado a seguir en el camino de la educación”. Y a estudiantes, como aquella que consiguió la beca para el ITESM y que siguió trabajando como voluntaria.

“Vimos que Alebrijes tiene la posibilidad de empoderar a nuestros estudiantes, aunque no era el principal objetivo, su principal objetivo eran los niños alrededor de la universidad, que los estudiantes desarrollaran liderazgo y conciencia social”, no obstante, el ver el impacto positivo de este proyecto la sigue impulsando a continuar en el ámbito educativo y en sus materias.

¿Qué cuál es su sueño? Sueña con un futuro en “donde todas las niñas, niños y adolescentes provenientes de una situación de vulnerabilidad tengan acceso a una educación de calidad, donde sean escuchados y sus derechos validados, donde la educación sea un puente a la libertad, y donde sus sueños se hagan realidad”.