La humanidad más allá del conocimiento

Francesco Gervasi viajó a México con la esperanza de cumplir su sueño: dedicarse a la docencia e investigación; y encontró mucho más. Los alumnos de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UAdeC le enseñaron a ser más humano

  • 15 diciembre 2024

Una mañana de agosto de 2010. Una banquita de metal. En una facultad rodeada de árboles, Francesco Gervasi se sienta al salir de su entrevista. Le escribe a su esposa: la escuela es hermosa, le encanta; de verdad espera que lo contraten.

La noche anterior la pasó en un camión, que lo trajo desde Ciudad de México a esta capital norteña, con su acento tan distinto, sus callecitas estrechas y empedradas del Centro, rodeada de montañas. Chiquita, sí; pero, por eso mismo, más humana.

Le recuerda a su ciudad natal, Cosenza, en el sur de Italia. “En la punta de la bota”, dice para ubicarnos a nosotros, los mexicanos. En Saltillo no hay mar, pero sí las mismas montañas.

Dos días después, recibe un correo electrónico: lo contrataron como profesor de tiempo completo en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila. Una vida entera lo separa de ese joven de 18 años que soñaba con ser docente-investigador; a sus 36, la oportunidad se presenta a 10 mil kilómetros de sus raíces, cruzando el Atlántico y adentrándose en el desierto.

Francesco quería saber cómo se investigan los fenómenos sociales. A falta de una carrera en sociología, decidió estudiar Ciencias Económicas y Sociales. En esa época, en el sistema educativo de Italia no había separación entre licenciatura y maestría. Terminó la Laurea Magistrale en el 2000, continuó con el doctorado en Política, Sociedad y Cultura, y con un posdoctorado, siempre en la Universidad de la Calabria. Sus líneas de investigación se centran en las relaciones entre la religión y otros fenómenos sociales.

$!Francesco es uno de los profesores más queridos de la Facultad de Comunicación.

Sin embargo, en noviembre de 2009, se enfrentó con una realidad de las universidades en Italia: no podría trabajar como profesor de tiempo completo en su alma mater sin una recomendación y, para contratar a una persona, otras cinco debían jubilarse. Le dejaron claro que no tenía oportunidad.

“Vámonos a México. Ahí todavía, con doctorado, existe la posibilidad de que te contraten”, le dijo su esposa. Francesco no le creyó. Ella tenía razón. Ahora, a sus 50 años, tiene 14 dedicándose a lo que más ama.

“Le pido a mis estudiantes que me contradigan”

La temperatura siempre es menor al sur de Saltillo. Los alumnos deben ponerse sus abrigos, bufandas y guantes cuando van a la escuela, desde el centro, el poniente, el norte o incluso más allá, como Ramos Arizpe o Arteaga. Saben que encontrarán calidez en ese maestro que recuerda cada uno de sus rostros, de sus nombres, atesora hasta la última idea compartida en clase y les aconseja cuando tienen problemas.

La facultad buscaba un sociólogo; recibió mucho más: un docente que no solo enseña a pensar, sino a sentir; que brinda a sus alumnos las herramientas para comprender su realidad y con ellas puedan mejorar su situación y la sociedad en la cual viven.

La clase no es un ritual frío y aséptico, sino un espacio de discusión y análisis que estimula el pensamiento crítico. “Cuando yo digo algo, les pido que me contradigan, que busquen textos que contradicen la postura que yo les estoy enseñando. Les cuento cómo yo era así, me encantaba contradecir a mis profesores. Hasta me divertía”, apunta Francesco.

Se entrega por completo, sin “meter el freno de mano”, pues no solo los jóvenes maduran intelectual y emotivamente, sino también él: cada estudiante le regala algo de sí mismo.

“Me han enseñado cómo el mundo, no solo académico, es mucho más complejo de lo que yo inicialmente pensaba; que (en clase) era puro relacionarte académicamente, pero no te puedes relacionar académicamente si no tomas en cuenta todo lo demás”, asegura.

Porque más allá de los conocimientos, está la humanidad. Él lo vio en sus maestros.

En Pietro Fantozzi, en cuya clase escuchó de la secularización por primera vez y que lo llevó a interesarse por la religión; esa persona buena, por encima de todo, que los invitaba a su casa cuando estudiaba el doctorado. Antes de ver a uno de los expertos más importantes de sociología política del sur de Italia, primero veías al gran ser humano que es.

En Arnaldo Nesti, uno de los más grandes sociólogos de las religiones, a quien se acercó sin esperanzas de que le prestara atención y terminó siendo su amigo. Sencillo, extremadamente inteligente, capaz de tomar una idea al aire y reflexionar sobre ella de maneras insospechadas. Fascinante. Bondadoso. Uno de los fregones. Falleció en agosto de 2024.

“Cuando empecé, yo quería, no sé, como hacerme conocer y era mucho más rígido; después, cuando empezaba a ver situaciones, todos los problemas que tienen detrás los estudiantes, he aprendido que debo tener una visión mucho más compleja de la docencia-aprendizaje”, explica.

El maestro es más que alguien que imparte conocimientos

Quisiera que sus alumnos lo recuerden como él a Fantozzi y a Nesti. “Como un profesor que, además de ayudarlos a pensar de una manera crítica, les ha dejado algo de cariño en sus vidas, que nunca me olviden por el cariño y por los conocimientos”.

$!Su labor se caracteriza también por su empatía y cercanía con sus alumnos.

Ya lo hacen: al reconocerlo como “El profe más querido”, en 2022; al regalarle cartas, tarjetas y notas de agradecimiento por su clases, sus lecturas, sus consejos, su empatía; cuando los egresados se acuerdan de él al ver un “michi” o cada que juega la selección de futbol de Italia (y piensan en su sueño de ser futbolista); siempre que algo les hace ruido y cuestionan, contradicen, reflexionan. Algunos le escriben o lo visitan y le siguen diciendo “maestro”.

“Recuperar el término ‘maestro’, que desde la antigüedad, desde los filósofos griegos, es algo más que alguien que te imparte conocimientos; es un punto de referencia, también una cuestión casi familiar. Se me hace muy, muy bonito”, explica.

A veces, se necesitan “ojos de extranjero” para ver cómo es verdaderamente un lugar. Francesco encontró en Saltillo su hogar, el trabajo que más deseaba en la vida y una comunidad amable, buena y generosa. Lo recuerda al ver sus maravillosos cielos y tomarles una foto para compartir en sus redes, y así nadie se olvide de la belleza que aquí radica.

Francesco Gervasi
Francesco Gervasi

Más artículos

Anabel Fuentes ha dedicado más de dos décadas de su carrera como artista a compartir sus conocimientos en escultura, una disciplina que no es tan popular como el dibujo o la pintura al iniciarse en el arte, pero que otorga herramientas cruciales
    Uno no puede decir que entiende la pasión por la docencia sin conocer su historia. Tampoco la pasión por la vida. Dora Alicia y Everardo son testimonio de que la vocación va por delante de los títulos y que nunca se deja de aprender
      Gricelda Elizalde Castellanos, Magistrada Presidenta de la Sala Penal en el Tribunal Superior de Justicia de Coahuila, está enamorada de lo que hace, ya sea impartiendo justicia o en las aulas, donde busca inculcar a sus alumnos la misma filosofía