Javier Villarreal Lozano amó la vida intensamente: estaba convencido de que era una oportunidad única y feliz.
Disfrutaba a su familia y a sus amigos; registraba los detalles de la naturaleza, explorando el mundo con infinita curiosidad. Transitó con serenidad y alegría: espíritu libre que compartía generosamente hallazgos y conocimientos. Dueño de elegante prosa, poseía un singular sentido del humor.