Para Roberto David Rodriguez Said la práctica de la ingeniería implica la construcción de soluciones a partir de desarmar los problemas en tareas más sencillas y manejables
- 15 diciembre 2024
El pensamiento estructurado es aquel que permite resolver cualquier problema asumiendo incluso que cada uno es diferente al resto de los anteriores.
Realizar procesos complejos se vuelve más fácil a partir del desarrollo de habilidades dentro de la ingeniería. Esa ha sido una de las metas de Roberto David Rodriguez Said, ingeniero y profesor del Tec de Monterrey, donde es director del Programa de Ingeniería Mecatrónica en el Campus Saltillo.
Allí, además de publicar en journals internacionales, realizar investigación y generar equipos de drones, enseña conceptos como el diseño conceptual.
“Es concebir un producto que no existe o concebir una solución que no existe, desde cero”, explica, agregando que se debe mantener un panorama abierto, con un estudio profundo del problema que se va a abordar y todos los puntos que tienen que cumplirse para que las innovaciones logren su cometido.
La ingeniería le nació desde pequeño, cuando el funcionamiento de todo le llamaba la atención. Armaba, desarmaba, combinaba partes de aquí y de allá solo para saber cómo es que cada cosa trabaja. Desde niño, la experimentación electromecánica fue una cotidianidad.
Lo más importante es que los alumnos desarrollen habilidades
La docencia nace por la oportunidad de seguir investigando los temas que le interesan sin limitante, con la posibilidad de transmitir esos conocimientos a las nuevas generaciones.
En el aula, lo más importante es que el alumnado desarrolle habilidades. La información se puede consultar o documentar, pero las habilidades solo pueden desarrollarse.
“Es un verdadero reto” transmitir las habilidades de un pensamiento estructurado. Se trata de exponer a los alumnos ante situaciones complejas, y al momento en el que abordan el problema lo separan en partes más manejables. Entonces es que se dan cuenta que pueden realizar un análisis del escenario, abordarlo y resolver el problema, siempre a través de un aprendizaje.
Un problema nunca va a ser igual al otro. Todas las situaciones que se presentan tienen algún componente nuevo de incertidumbre que se tiene que abordar siempre de forma distinta.
En ese sentido, de sus alumnos Roberto ha aprendido a siempre ver con nuevos lentes un mismo problema. Cada generación es una visión distinta, que lo obliga como maestro a incorporar nuevas tendencias y replantearse casos.
La docencia es su pasión, pues le permite hacer algo que le fascina: indagar técnicas, herramientas y principios, además de ver cómo eso tiene un impacto directo en la vida del alumnado.
De otros maestros admira el empeño y el espíritu competitivo que aplican a los torneos de drones. Colegas de La Laguna, de Monterrey y de Tampico compiten y colaboran en un espíritu que contagia al alumnado.
Entre los maestros que lo marcaron se encuentra el matemático ucraniano Anatoli Pogurui, quien fungió como su coasesor de tesis doctoral. Dice haber aprendido principalmente problemas abiertos, que le sirvieron para su posterior producción científica.
Su otro coasesor, Rodríguez Dagnino, lo marcó con su método para encontrar siempre los problemas desde la raíz, desde la fundamentación.
Aula invertida (otra manera de aprovechar las clases)
Roberto ha aportado a la innovación tecnológica a través del aula invertida, que básicamente consiste en que el docente genere el conocimiento antes de la clase, para que el alumnado la consuma y llegue a la misma con un contexto más amplio del tema.
Generalmente se realiza a través de videos que son compartidos a los estudiantes, lo que permite ya no utilizar el tiempo en explicar todo el tema, sino que se aprovecha para realizar algún trabajo colaborativo o experiencia educativa.
Si bien la técnica no fue creada específicamente por él, sí fue uno de los coautores que demostró en un Congreso de Innovación Educativa que es una de las técnicas didácticas con mejores resultados, a diferencia de la clase convencional o el autoestudio.
Para Roberto, educar es apostarle a un futuro en el que no existan barreras, donde la creatividad, el análisis y el pensamiento crítico son el día a día.
Cree en un futuro de cuestionamientos y no de memorizaciones, que se pregunta si las cosas deberían de ser así o si pueden ser de una manera diferente.