Cuando Ivonne Yznaga Blanco estudiaba en el Instituto Superior Universitario José Antonio Echeverría, en La Habana, no se imaginaba que se desenvolvería en la docencia. Cuenta que, en el tiempo en que ella se graduó de Ingeniería Eléctrica, había un déficit de maestros en Cuba; entonces, seleccionaron a los mejores promedios de su generación para que transmitieran sus conocimientos recién adquiridos. Ella estaba dentro de ese grupo.

“Yo quería ejercer la ingeniería que había estudiado; de hecho, empecé mi maestría inmediatamente. Pero poquito a poco me fue gustando mucho ese contacto con los estudiantes, con esa juventud, y pues cada vez me fui sintiendo más cómoda a la hora de transmitir lo que sabía”, expresa.

Eso fue en 2002. Años después, hizo una pausa en la docencia en la capital cubana para estudiar un doctorado en Ingeniería Eléctrica por la Universidad de Zhejiang, China, especializada en el diagnóstico de fallas en máquinas eléctricas.

Desde hace 10 años vive en Saltillo y actualmente trabaja en el Instituto Tecnológico de Monterrey Campus Saltillo, donde imparte materias de física. Consciente de que no son fáciles o del agrado de la mayoría de los alumnos, trata de ajustarse para generar interés en los jóvenes: que despierte su curiosidad y, con ello, cambie su perspectiva sobre las ciencias, que son consideradas difíciles o tediosas.

“Yo les trato de transmitir el conocimiento de las materias, pero también de la cultura, la vivencia y la diferencia de cultura. Creo que eso es muy importante que entiendan los jóvenes”, cuenta.

Uno de los referentes en su vida y en la docencia fue la directora de la escuela donde estudió: Miriam Vilaragut. De ella admira su pasión por la investigación y su preocupación por el bienestar de los alumnos. “Yo sabía que si había un problema ella iba a estar ahí. Yo tenía esa confianza”.

Una vez que Ivonne se graduó de la universidad, su maestra la impulsó a cursar la maestría y luego la apoyó para que viajara a China. Incluso hoy en día mantiene contacto con ella: aún le escribe correos electrónicos.

Aunque Ivonne ha vivido en diferentes partes del mundo, reconoce que aquí no tuvo que enfrentar barreras con el idioma, pero sí culturales. Ha aprendido mucho de sus alumnos a nivel cultural; por ejemplo, a ser más empática.

Recuerda que, al principio, cuando sus estudiantes le hablaban para hacerle una pregunta, ella respondía con un “qué”, así a secas y con voz firme. Tiempo después supo que eso solía intimidarlos y por eso ya no participaban.

“En Cuba es muy común responder con un ‘qué’ y eso es un bloqueo para ellos [los estudiantes saltillenses], pero yo no sabía eso. Entonces, ya tuve que incorporar ciertas frases o el ‘mande’”, cuenta mientras se ríe. “Es que los cubanos hablamos como que un poquito más fuerte y tuve que bajarle a los niveles”.

Esas pequeñas diferencias causaron en Ivonne un cambio paulatino. Tuvo mayor cercanía con los alumnos.

“Honestamente, cuando llegué no escuchaba mucho lo que ellos querían, decían, y pues eso es algo que he aprendido: escucharlos y ver qué es lo que quieren. Saber si la materia está yendo bien o mal, y cambiarlo”, señala.

A lo largo de estos 22 años de docencia, Ivonne ha publicado en journals en el extranjero y ha participado en congresos internacionales. Además, ha investigado sobre innovación educativa y aprendizaje basado en retos, presentándose en eventos como EDUCON y EDULEARN 2024.

Una de las cosas que más le entusiasma es la robótica y prueba de ello es que se ha convertido en asesora de TecRobotics, un grupo estudiantil que ha obtenido reconocimientos internacionales, incluyendo un premio mundial de energía en 2024.

Este mismo año, fue nombrada Coach del Año por la Academia STEM Iberoamericana y lideró un equipo femenino de robótica que ganó el torneo Girl Powered. Además, organiza cursos de robótica en centros comunitarios de Saltillo, incentivando el interés por esta disciplina en niños y jóvenes, una de las actividades que le apasionan.

¿Con qué futuro sueña?, se le pregunta y ella responde: “en crear un vínculo con la robótica, pero a jóvenes. No solo en la comunidad, sino tratar de impactar un poquito más a las niñas. Si ellos me siguen recordando ya después de que salen, yo me doy por satisfecha. Y espero que los haya podido ayudar e inspirar.

“Me gustaría que las niñas se vean a sí mismas, en un futuro lejano o cercano, en el camino de las ciencias, de la ingeniería, si eso es lo que les gusta. Yo quisiera poder ayudar, eso sería perfecto”.

Ivonne también sueña con un mañana donde las jóvenes no pierdan confianza en sí mismas. Y, desde su trinchera, busca impulsarlas al área de las ciencias.