Karla Herrera es maestra de inglés, pero sabe que con el teatro todo lo que se aprende en un año queda bien afianzado en el alumno. Tal es su compromiso y pasión por este arte que, desde el Colegio Americano, ha estimulado una tradición de producciones de teatro musical hechas por adolescentes, totalmente en inglés
- 15 diciembre 2024
Los mejores maestros saben cómo diseñar estrategias para que sus alumnos aprendan y refuercen todo lo que se vio en un curso. ¿Qué ocurre cuando esa propuesta didáctica trasciende, adquiere vida propia y va más allá del aula?
La maestra Karla Herrera pensó en el teatro como una buena herramienta para que sus estudiantes pusieran en práctica su inglés, pero el entusiasmo que solo el arte puede generar la llevó a crear lo que ahora es una tradición en Saltillo.
Con 23 años de experiencia en la enseñanza del inglés, certificada por la Universidad de Cambridge, Karla inició su camino en Nuevo Laredo como maestra de preescolar. Poco después llegó a Saltillo, impartiendo clases en los colegios Albatros y Americano, tanto a nivel primaria como secundaria.
“Siempre propuse como proyecto de ciclo escolar una obra de teatro, para que los chicos practicaran el idioma, para que tuvieran más seguridad”, recuerda la maestra. “Así empezó ese entusiasmo con los chicos, pero años después, cuando me voy a secundaria, empiezan con los proyectos de las obras de teatro y es cuando me incorporo y se hace la obra Xanadu, hace seis años”.
Con ese musical, que se estrenó en marzo de 2019, se encendió una chispa que fue avivada al año siguiente con The Addams Family, antes de que llegara la pandemia. Tras la contingencia montaron Mamma Mia!, Footloose y, recientemente, presentaron High School Musical, mientras se preparan para llevar a escena Matilda en 2025.
“Cada año es una cosa espectacular, un crecimiento de los chicos increíble. Los chicos que han estado en la compañía de teatro por varios años puedes ver cómo fluyen, cómo se desarrollan en el teatro de una manera increíble”, agrega, sobre algunos de los resultados que este proyecto ha generado.
Explica que se decantó por el teatro para generar esta actividad de cierre, frente a alternativas como una clase muestra, porque, además de permitir la utilización de lo aprendido, también daba espacio a los niños y jóvenes para que destacaran en otros aspectos, además del académico y el deportivo, que suelen ser los que están bajo los reflectores educativos.
“Ese grupo de chicos encontraron aquí una parte de sí mismos que los hacía brillar. Y ves cómo empiezan temerosos y al final florecen. Es algo que yo dije: ‘esto es para ellos’. Los deportistas, los académicos, siempre van a destacar, pero esto los unía al resto de los chicos”, asegura.
Por lo mismo, como docente, siempre busca transmitir seguridad y tranquilidad. Que se sientan cómodos dentro del aula a partir de la empatía.
A partir de esa confianza es que ha encontrado una fórmula para potenciar su desarrollo y su aprendizaje. Este es un fenómeno muy similar al que ocurre cuando los niños y jóvenes —o cualquier persona en general— están aprendiendo por primera vez un arte o una disciplina: temerosos, inseguros de sus habilidades, intimidados por su inexperiencia y el miedo al ridículo.
Pero aplicado a la materia de inglés y con las herramientas de expresión corporal del teatro, cualquier atisbo de temor por no saber la palabra correcta o por no alcanzar la pronunciación ideal se disipa sobre la escena y después en la vida real.
“Y con la práctica lo van logrando [...] Pero aquí no somos profesionales tampoco, aunque en algún momento de tu vida podrías dedicarte a esto”, menciona. “De hecho, tenemos chicos que ya están en España estudiando cinematografía, otra chica que está en el CEA de Televisa, y que se van desarrollando porque les gusta”.
Destaca con orgullo la familia que se va generando en estos espacios, cómo se procuran entre ellos, sin egos ni competencias, aunque algunos interpreten roles más visibles ante el público. La armonía y comunidad que existe en estos equipos a su cargo es algo que atesora.
Karla siempre supo que le gustaba apoyar, enseñar y ayudar.
Agradece también a su maestro de teatro Joseph Grasow, quien la impactó por la “manera en que captaba la atención de los chicos y de una manera tan rápida que era impresionante”, así como a Jorge Alanís, su director, cuya pasión por el teatro ha hecho posible todo esto.
“Yo quiero que el teatro siga, aun con toda la tecnología que hay. Quiero que el teatro nunca se acabe, que sea para cada uno de los chicos y chicas de Saltillo una familia para ellos, que se puedan desarrollar y que el teatro continúe. El teatro no se puede acabar”, comparte.
Su vocación se volcó del aula al escenario y, aunque tuvo que alejarse de la docencia hace dos años tras el fallecimiento de su padre, lo que la llevó a volver a Nuevo Laredo, agradece la confianza del Colegio Americano por pedirle que se quedara a cargo de los proyectos de teatro musical.
Actualmente sigue al frente de ellos como directora de escena y productora, cultivando lo que hace años ayudó a sembrar y que sigue estimulando el crecimiento de cientos de adolescentes.