Mónica Maluy, de 43 años, tiene 21 años impartiendo clases. Inició en 2003 en el Tecnológico de Monterrey, donde es Directora Académica en PrepaTec Saltillo. Como “Profesora Inspiradora 2023”, sueña con que sus alumnos sean agentes de cambio
- 15 diciembre 2024
Mónica Guadalupe Maluy Fernández nunca pensó que se convertiría en maestra, hasta que su trayectoria dio un giro inesperado en 2003, cuando la entonces directora del Tecnológico de Monterrey le ofreció cubrir un grupo de clases. Sin saberlo, ese impulso marcaría el inicio de una carrera transformadora que la llevaría a impactar a innumerables estudiantes.
Cuenta con una licenciatura en Ciencias de la Información, un campo que la había llevado a iniciar su labor en el Tecnológico en roles administrativos. Sin embargo, la vida la llevó por otros rumbos, y ahora tiene 21 años como docente. “Me veo en el aula hasta jubilarme”, dice.
Desde hace tres años, ha encontrado un hogar en Saltillo, donde se desempeña como Directora Académica de Letras, Idiomas, Ciencias Sociales y Humanidades en PrepaTec Saltillo. Además, es examinadora externa de Bachillerato Internacional en Política Global y aún imparte clases de historia, conflictos actuales y política, áreas que le apasionan y en las que se ha preparado constantemente.
Desde su primera clase, Mónica descubrió que el aula era un espacio donde podía no solo impartir conocimiento, sino también inspirar y aprender junto a sus alumnos. Lo que comenzó como una oportunidad casual se convirtió en una pasión por la educación que la llevó a tomar la decisión de dejar atrás su carrera administrativa para dedicarse por completo a la enseñanza.
Lo más importante que Mónica quiere transmitir a sus alumnos es que tengan confianza en sí mismos y reconozcan el valor del pensamiento crítico en un mundo inundado de información. En cada lección busca la oportunidad de alentarlos a cuestionar y explorar el mundo que los rodea.
De sus alumnos ha aprendido lecciones valiosas sobre la adaptabilidad y la importancia de la salud mental. Cada generación trae consigo nuevos retos y perspectivas, lo que amplía su visión del mundo.
“He aprendido a sorprenderme y a valorar la conexión humana”, dice Mónica, reflejando su aprecio por el aprendizaje mutuo en el aula. Sus alumnos la desafían a mantenerse al día con las nuevas tendencias y a adaptarse a un entorno educativo en constante cambio.
Con 43 años de edad, dedicar su vida a la enseñanza no le parece solo una profesión, sino una verdadera pasión que le permite impactar vidas de manera directa.
Encuentra profunda satisfacción al ver a sus estudiantes crecer y desarrollarse, convirtiéndose en personas más conscientes y responsables. “No hay mayor recompensa que ver a un alumno lograr sus sueños”, comparte.
La educación, para ella, es un viaje de descubrimiento, donde cada clase es una nueva oportunidad para encender la curiosidad y el deseo de aprender.
Lo que más admira de otros docentes es su capacidad de entrega, sacrificio y el compromiso que tienen con las nuevas generaciones. Mónica considera que sus colegas trabajan arduamente para formar no solo estudiantes, sino también ciudadanos íntegros y responsables.
“La educación es una labor de amor que requiere dedicación y paciencia”, afirma, destacando la nobleza de la profesión.
Recuerda con cariño a una maestra de secundaria que tuvo un impacto profundo en su vida. Esta profesora confió en su potencial y le brindó el apoyo necesario para continuar sus estudios. Ese impulso inicial fue fundamental para que Mónica se decidiera a seguir su camino educativo, que la ha llevado a convertirse en una docente destacada en México.
Este recuerdo la motiva a ser una guía para sus propios alumnos, brindándoles la confianza que ella recibió en su juventud.
Recientemente, Mónica recibió el galardón de “Profesora Inspiradora 2023” a nivel nacional, un reconocimiento que celebra su dedicación y su capacidad para conectar con los alumnos.
“El apoyo de mis estudiantes, familia y colegas fue fundamental”, comenta.
Además de su carrera, subraya que la familia es un pilar crucial en su vida. Casada y madre de cuatro hijas, se siente orgullosa de que dos de ellas consideren seguir sus pasos en la docencia.
“Me siento honrada de que sientan que es un camino que vale la pena seguir”, expresa con ternura, reflexionando sobre el legado que deja en su familia y en la comunidad educativa.
Enseñar es apostarle al futuro, y Mónica sueña con un mañana donde sus alumnos se conviertan en líderes comprometidos. Aspira a ver a sus estudiantes desempeñándose en roles que fomenten el cambio social, trabajando por un mundo más justo y transparente.
“Quiero que mis alumnos sean agentes de cambio en sus comunidades, ya sea en el ámbito empresarial o gubernamental”, afirma con esperanza, proyectando su visión de un futuro brillante para todos.
Con su dedicación, Mónica Maluy no solo forma estudiantes, sino que, como otros maestros, también inspira a las próximas generaciones a soñar en grande y a trabajar por un mundo mejor.