El texto citado es de la entrada “Letras, hombres de letras o letrados” del “Diccionario filosófico” de Voltaire, obra ejemplar de la Ilustración francesa, cuya publicación fue sumamente disruptiva, ordenándose la quema de sus ejemplares en Ginebra, condenada por el Parlamento de París e incluida en el Índice de libros prohibidos del Vaticano.