Tiene más de 25 años de formar a nuevas generaciones de arquitectos, una labor que carga con la responsabilidad de formar profesionales capaces de reconocer las necesidades de su comunidad y actuar con ética al momento de darle forma al futuro de las ciudades
- 15 diciembre 2024
La arquitectura es una disciplina que piensa en el futuro. Sus obras están hechas para perdurar y los profesionales detrás de ellas piensan en el mañana. Lo mismo pasa con quienes se encargan de formar a dichos profesionistas, pues en sus manos cargan con los conocimientos y valores de quienes se harán cargo de crear la estructura de una nueva generación.
Esto lo sabe la arquitecta Azucena Valdés, catedrática, con más de 25 años de experiencia en la Universidad Autónoma de Coahuila, 15 años en la Universidad La Salle Saltillo y otros tantos más en la Universidad del Valle de México, donde ha formado a innumerables nuevos arquitectos coahuilenses en las bases de un diseño responsable y que tiene como prioridad al usuario.
Su llegada al rubro académico, no obstante, fue fortuita, luego de una invitación para impartir clases en la Facultad de Arquitectura de la máxima casa de estudios de Coahuila. La propuesta era “de un ratito”, pero encontró ahí algo que la llevó a permanecer al frente del aula.
“Era joven y no tenía las habilidades que requiere un docente, pero me fui preparando, me gustó y aquí sigo. Me quedé porque me gustaban las materias que impartía, empecé a tomarle el gusto a la cátedra y a la investigación”, comenta.
A la par continuó su carrera como arquitecta, con proyectos en Infonavit, casas residenciales, restauraciones, edificios de electromecánica y la industria y en el CAPCE, en la construcción de escuelas. Junto con su marido tenía una constructora, pero tras su fallecimiento hace seis años, dejó estas obras y comenzó a concentrarse en la docencia.
Su papá es arquitecto de profesión y de ahí nació su curiosidad, veía cómo se diseñaban y se transformaban los espacios, cómo iban vistiendo cada elemento y cómo se desarrollaba la historia de cada edificio. En particular, comenta, disfruta mucho conocer la historia de la arquitectura, así como el urbanismo, dos áreas donde también ha trabajado.
“Se tiene que tener en cuenta al usuario”, dice sobre lo que prioriza en sus clases, “siempre tienes que tener en cuenta que no estás construyendo para ti y tienes que diseñar para quien lo va a habitar. Tienes que tomar en cuenta lo que hay alrededor, el asoleamiento, la ventilación, el lugar donde se va a construir. Que desafortunadamente, como lo hemos visto, a veces no lo toman en cuenta las grandes constructoras, no hacen los estudios adecuados, porque eso es muy importante. El edificio es el que te va a proteger de las inclemencias del tiempo, donde vas a vivir si es casa habitación, donde vas a trabajar si es una empresa, etcétera. Somos multidisciplinarios en la carrera de arquitectura, por eso es un abanico lleno de posibilidades”.
Al igual que otros docentes, reconoce lo mucho que se puede aprender de los alumnos, particularmente en lo relacionado con las nuevas tecnologías y las redes sociales. De hecho, recuerda cómo durante la pandemia, cuando las actividades se volvieron virtuales, disfrutó poder empaparse de todas las posibilidades tecnológicas que se abrieron en ese momento.
“Cada generación es diferente, es algo curioso porque es muy generacional. Los jóvenes a veces vienen muy tranquilos, otras son muchos más avanzadas que las anteriores, algunos son muy buenos para las estructuras, otros muy buenos para diseñar, es curioso cómo vas viendo en los jóvenes sus habilidades y cómo se van desarrollando, y aprendes a distinguir desde el primer día en qué se va a destacar cada joven que tienes en el salón”, señala.
Por otro lado, recuerda con cariño su etapa como estudiante y lo mucho que aprendió de diseño y a “visualizar sobre una hoja de papel”, bajo la tutela del reconocido arquitecto saltillense López Atilano. Además, reconoce la huella del profesor Salvador Durón en la preparatoria, quien le ayudó a dominar el cálculo, una materia compleja para muchos.
También comparte cómo es posible visualizar el camino que cada uno de los alumnos tomará casi desde que inician su carrera, y cómo es que, ya sea en la universidad pública o la privada, su formación depende enteramente de lo que puedan otorgarle sus maestros.
“Saliendo de la carrera vas a aprender el 80% de lo necesario. Ya a nivel profesional es donde realmente vas a aplicar los conocimientos y te vas a desarrollar como profesionista. Es lo que intento hacer con mis jóvenes, que son muy buenos en el campo, porque a quien no le gusta la arquitectura se va a ver reflejado y a cambiar de carrera a los primeros años”, expresa, “somos responsables de crear los nuevos conocimientos. Me han tocado jóvenes de primer semestre, que es lo más bonito, hasta los que ya se van a recibir y logran tener su título. Eso es muy satisfactorio”.
A lo largo de estos años también recuerda con agrado los proyectos, tanto de construcciones como en investigación, donde ha tenido oportunidad de colaborar con exalumnos. Esto sin mencionar su labor como asesora de tesis, que le ha permitido estar al pendiente de las nuevas propuestas de los jóvenes, y observar en dónde radican sus inquietudes sobre las necesidades de la comunidad que desde la arquitectura se deben atender.
“Al momento de que todos salimos de la pandemia se triplicaron los automóviles en las ciudades y estamos viendo que es un tremendo problema el transporte”, explica, “y los muchachos se dan cuenta y están preocupados por todo lo que pasa, y nosotros como la primera línea tratamos de que sigan en el camino, que no se desvirtúen, y cuando alguno de ellos llegue a un puesto clave use sus conocimientos para arreglar las situaciones y no crear más problemas en las ciudades”, concluye.