A sus 40 años, Jesús Daniel ha impartido clases de Inglés por casi 13, lo que lo ha convencido de que enseñar es lo que quiere hacer por el resto de su vida, pues es una razón que diariamente lo motiva a traspasar sus propios límites
- 15 diciembre 2024
A veces, las dificultades físicas parecen poner a prueba la resistencia de las personas, pero para aquellos que se dedican a enseñar, esos desafíos se convierten en el impulso necesario para superarse. Tras un accidente que lo dejó con fracturas en uno de sus brazos y una pierna, para Jesús Daniel Ángel Sánchez, un maestro de Inglés de 40 años, la docencia no solo fue un refugio, sino también una motivación para seguir adelante: “ser maestro no es solo un trabajo, es una razón diaria para traspasar mis propios límites”, dice.
Para él, el aula se convierte en un espacio de constante superación, donde cada obstáculo se transforma en una oportunidad para crecer, y a través de su pasión por enseñar ha aprendido que las barreras físicas no nos definen, son solo peldaños en el camino que lo empujan a ir más allá de lo que cree posible.
Daniel comenzó a impartir clases de inglés hace 13 años, cuando, tras haber vivido hasta los 26 años en Chicago y haberse graduado en Administración de Empresas, decidió viajar a México en busca de conectar con sus raíces. Un familiar le habló de una oportunidad como maestro de inglés en el colegio Albatroz, un trabajo que marcaría el inicio de su carrera docente que continúa hasta el día de hoy en la Universidad Carolina, donde imparte clases tanto a estudiantes de Licenciatura como a jóvenes de Bachillerato.
A lo largo de su trayectoria Daniel ha enfrentado obstáculos personales que han puesto a prueba su resistencia y determinación. Uno de los más duros fue un accidente automovilístico que lo obligó a permanecer en cama durante ocho meses, seguido de un largo proceso de recuperación, sin embargo, su pasión por enseñar nunca se vio debilitada. Mientras estaba en recuperación, sus alumnos y el personal de la institución le ofrecieron un apoyo invaluable, lo que reforzó aún más su convicción de que había encontrado su verdadera vocación.
”Mi condición física no me permite estar de pie mucho tiempo frente al pizarrón, así que preparo mis clases visuales con videos y sonidos. De esta forma, la enseñanza se volvió más dinámica y, a pesar de los obstáculos, seguimos adelante”, explica.
Con el tiempo, Daniel también se sumergió en el diseño de programas educativos innovadores, como el curso de inglés de negocios para empresas del norte de México que ayudó a ingenieros y profesionales de la industria a mejorar su capacidad de comunicación en inglés, brindándoles herramientas clave para desenvolverse con confianza en un mundo globalizado.
Jesús Daniel elige ser maestro todos los días porque el inglés es una llave que abre puertas a nuevas oportunidades en un mundo cada vez más globalizado. Para él, enseñar el idioma no es solo una labor académica, sino una oportunidad de brindar a los jóvenes herramientas que les permitan explorar ese mundo lleno de posibilidades. Esta se ha convertido en su misión: empoderar a los jóvenes y hacerlos crecer como personas para que puedan ser los protagonistas de sus vidas y perseguir sus sueños.
”Cuando mis estudiantes comparten sus aspiraciones, yo veo un entusiasmo que me inspira profundamente. Ese deseo de superarse, de romper barreras y alcanzar sus metas, es lo que impulsa mi labor docente día a día”, dice.
Más allá de la materia, lo que Jesús Daniel busca transmitir a sus alumnos es un mensaje de autoconfianza y perseverancia: “el objetivo no es solo aprender el idioma, es aprender a visualizar y alcanzar el futuro que desean”, explica.
A lo largo de los años, ha aprendido de sus alumnos que no importa cuántas veces te equivoques, lo importante es seguir intentándolo: “Ellos son guerreros que luchan por salir adelante. He aprendido de ellos que nunca hay que rendirse”, reflexiona.
Daniel ha dedicado su vida a enseñar, y quiere seguir haciéndolo el resto de su vida, porque para él, la enseñanza es mucho más que un trabajo, es una pasión y un propósito: “cada día en el aula es una oportunidad para aprender, crecer y ayudar a los estudiantes a transformar sus vidas”, dice.
Lo que más admira de otros maestros es su capacidad para cambiar vidas. Para él, la docencia no solo transmite conocimientos, sino que tiene el poder de influir en la formación emocional y personal de los estudiantes. Considera que los maestros siembran las semillas del futuro y guían a los estudiantes en el camino hacia sus metas.
Una maestra que dejó huella en su vida fue Mrs. Smith, quien enseñaba cálculo en la preparatoria donde estudiaba en Estados Unidos: “ella se preocupaba genuinamente por cada uno de sus alumnos, y me motivó a seguir adelante cuando quería rendirme. Gracias a ella pude comprender los temas y me brindó la confianza para creer en mí mismo”, recuerda.
Jesús Daniel sueña con un futuro en el que pueda seguir transformando la vida de sus alumnos, ayudándolos a alcanzar sus metas y superar sus propios límites, pero también con un futuro en el que la educación sea una verdadera herramienta de igualdad y oportunidades, donde todos, sin importar su origen o situación, puedan acceder a una enseñanza de calidad.
”Me veo adaptándome a los cambios en la educación, integrando nuevas tecnologías y métodos que hagan el aprendizaje dinámico y relevante para las nuevas generaciones”, dice.
”Mi mayor anhelo es seguir siendo una fuente de inspiración para mis alumnos, motivándolos a creer en sí mismos y a descubrir su potencial. Si puedo seguir ayudando a otros a transformar sus vidas, estaré cumpliendo el futuro que siempre he soñado”, concluye.