Durante 34 años, Martín Madrigal formó a incontables profesionales de la guitarra, pero de forma paralela decidió ampliar su rango de acción con un proyecto que, en esencia, sigue el mismo objetivo: el Festival Internacional de Guitarra de México
- 15 diciembre 2024
El compromiso por formar nuevas generaciones de profesionales siempre va más allá del salón de clases, pero en algunas ocasiones este entusiasmo traspasa las barreras incluso de la institución y se desborda sobre el resto de la comunidad. Justo así sucedió con el maestro Martín Madrigal, quien no solo se ha preocupado por compartir su experiencia como guitarrista de manera directa con cientos de jóvenes a través de 34 años, sino que también fundó el Festival Internacional de Guitarra de México, como una plataforma para que más alumnos se pudieran beneficiar del talento y los conocimientos de algunos de los más importantes solistas del mundo.
Su carrera como docente se concentró en la Escuela Superior de Música de la Universidad Autónoma de Coahuila -donde fue uno de los miembros fundadores del proyecto, dirigido por Santiago Chío Zulaica-, pero también pisó las aulas de la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey -y ahí fue donde primero enseñó, en 1984-, sin contar las clases magistrales que ha impartido en España, Italia, Grecia, Argentina, Chile, Colombia, Paraguay y Perú, así como en nuestro país. Y esto solo a nivel profesional, pues dio cursos de guitarra en la Casa de la Cultura de su natal Torreón antes de mudarse a la capital regia y de ahí a la coahuilense.
Recién se jubiló en la UAdeC, pero su preocupación por formar a los guitarristas profesionales de mañana continúa de la mano de este festival, que en 2024 llegó a su edición número 28, junto con la décima edición del Concurso Nacional de Guitarra, en el cual compiten los mejores jóvenes solistas de México.
“Es importante que [los alumnos] vean en ti a una figura a seguir, que vean que el maestro está activo. Segundo, tener una disciplina, llevar una cátedra muy sana en el aula, porque a veces en el cotidiano se pierde esa responsabilidad, de que vas y das clase y ya, sin ese compromiso. Desde siempre me he comprometido con mis alumnos, los escucho, hay que saber escucharle, lo que le pasa, para poder darle una formación integral”, expresa.
Recalca la consciencia de estar formando a profesionales de la música, y la responsabilidad que eso implica para todas las partes involucradas en el proceso, desde el maestro, hasta el alumno y la institución. Y en ese sentido, también hay un enriquecimiento recíproco, primero por la exigencia del maestro de seguir estudiando para poder entregarse de mejor manera en el aula, pero también existe en la disposición a aprender del alumno y lo que este pueda aportar.
“Los alumnos traen una información tremenda y ha habido veces que me dan una información que desconocía [...]. Es una retroalimentación, pero sí es muy importante que estés actualizado para formar”, comparte.
Siguiendo esta línea de reciprocidad, reitera su admiración por el guitarrista y compositor cubano Leo Brouwer, con quien estudió en los años 80 y 90, y a quien, como parte del FIGM, ha traído a Coahuila en más de una ocasión, para que eso que aprendió de él también pueda llegar de forma directa a los jóvenes guitarristas de México. Esto último no solo en las lecciones individuales que cada edición procura, sino también en los magnos conciertos que han ofrecido él y otros grandes guitarristas, demostrando su técnica sobre la escena para alumnos y público general por igual.
“Lo que más admiro del maestro Brouwer es su calidad musical, todo te lo decía muy claro y muy fácil y eso te permite aprender de forma increíble. Porque a veces hay muchos tecnicismos, los maestros son muy rebuscados para dar una clase y se pierden, y el alumno casi no entiende y por no preguntar se quedan con una mala información. Y aprendí también cómo es la manera de dirigir una clase magistral”, señala.
Pero, sin duda, su mayor contribución a la enseñanza ha sido el festival, pues esta plataforma nació como una respuesta a la creciente demanda de músicos profesionales en México y a la necesidad de otorgar herramientas sólidas a los guitarristas coahuilenses.
“Vi la calidad de todos los jóvenes que estaban estudiando conmigo y con otros maestros. Se necesita en el noreste un festival donde se pueda abrir el panorama a todos estos jóvenes. [...]. Siempre ha habido clases de expresión corporal, de acondicionamiento físico, taller de reparación y mantenimiento de la guitarra, obviamente las clases magistrales, las conferencias [...]. Siempre me he preocupado por que haya algo diferente, además de las clases”, recuerda sobre los inicios de este proyecto, que ha continuado de manera ininterrumpida -con excepción del 2020- hasta la fecha.
Héctor Rodríguez, Arody García, Carlos Viramontes, Salvador Arciniega, Lucía Guerra y Rodrigo Alvarado -que actualmente está en Barcelona- son solo algunos de los alumnos que, bajo la tutela de Madrigal, han sobresalido y han logrado tener proyección nacional e internacional en sus carreras.
Pero todo esto no habría sido posible si no hubiera aprendido a hacer que los alumnos sortearan uno de los más importantes retos de su formación profesional: que crean en sí mismos. Esto aunado a otros dos factores igual de cruciales, que son: tener un buen instrumento -algo que también procura- y dotarles de las cualidades técnicas para enfrentarse a cualquier tipo de obra.
“Esos tres puntos son esenciales, y fueron una constante durante todos estos años que di clases”, comenta Madrigal, quien en esta nueva etapa se prepara para seguir su carrera como concertista, mientras desde el FIGM la labor formativa continúa.