Construida en 1906, La Casa Purcell fue un antecedente de la globalización con su estilo neogótico flamígero. ¿Qué más nos puede contar?
- 18 diciembre 2022
Cuando fui construida me sentí un poco fuera de lugar. Ahora reconozco que en cierta manera sería un antecedente de la globalización de 100 años después: me diseñaron dos arquitectos: uno de origen inglés y otro franco-canadiense, la piedra de mi fachada provino de San Luis Potosí, la madera de roble de los pisos, puertas y ventanas provenía de Canadá; y, en fin, el estilo arquitectónico es europeo, el neogótico flamígero.
Además, tengo un ático, una cava, y cuento con varias chimeneas con altas troneras, elementos poco comunes en Saltillo. Mi propietario murió en 1909, a los pocos años de que fui edificada. Él tenía un hijo y cuatro hijas que vivieron aquí por varias décadas. Un balcón alto y esbelto permaneció como testigo de algo que nunca sucedió: una serenata o una declaración de amor.
Recuerdo de mis primeros años la solemnidad de la hora del té, el sonido del timbre de cualquier lugar de la casa cuando las señoritas requerían algún servicio de sus trabajadoras domésticas. Recuerdo también haber visto a las Purcell en los años 40 salir vestidas con elegancia para ir a jugar tenis en su huerta por la calle de Murguía.
La última de ellas, Elenita, murió en 1977 cuando Saltillo empezaba a transformarse como nunca antes. Durante un tiempo estuve abandonada. Ahora albergo un centro cultural del Municipio y eso me satisface enormemente.
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