La Catedral de Santiago se erige en el corazón de Saltillo para contar sobre lo que ha sido testigo desde que comenzó su construcción, hace 277 años
- 18 diciembre 2022
¿Qué tienen en común un cementerio antiguo, dos hospitales, uno de cólera y otro neutral, personajes como Miguel Hidalgo, Benito Juárez o el ‘Hombre Mosca’, una campana que se desplomó y un fenómeno óptico? A mí.
No me sorprendería que te hayan contado sobre mí muchas veces. Me empezaron a construir en 1745. ¡Imagínate!, por 168 años y casi soy tan antigua como Saltillo.
Que soy un elogio a la fe católica, un recuerdo de lo que el ser humano es capaz de erigir, una mezcla de estilos arquitectónicos. Eso es lo que siempre se dice.
Pero escucha más allá de mis campanas. Esas que hago resonar hasta la Alameda Zaragoza. Observa de mí algo más que mi torre de 71 metros de altura. Esa que se impone en el valle.
Haz una pausa en medio del caos céntrico. Mírame a detalle. Y no me refiero a mi fachada. Escudríñame. Pregunta por ahí, investiga. Te prometo que me encontrarás relatos sorprendentes.
Después de eso, quizá no me veas de la misma manera. Y está bien. Soy en lo que la historia me ha convertido: un testigo de asombros, milagros, alegrías y desgracias.
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