Las hazañas del hombre mosca que escaló la Catedral de Saltillo
En 1950 Federico Saénz subió hasta la cruz de hierro de la torre principal solo con la ayuda de sus manos y pies
Imagina estar frente a la Catedral de Saltillo, admirar la grandeza de la torre con 71 metros de altura, y de pronto ver a un hombre escalar ese edificio sin protección alguna. Pues esta espeluznante y adrenalínica escena ocurrió un par de veces en 1950.
No era un acto suicida, ni un acontecimiento al azar, sino un espectáculo
El intrépido Federico Sáenz del Riego llegó a la ciudad para presentar el acto con el que, a cambio de jugarse la vida, recibía algunas monedas de los espectadores.
Al joven de 22 años y originario de Guadalajara, Jalisco, se le conocía como “el hombre mosca”, por su habilidad para trepar muros sin nada más que con la ayuda de sus extremidades.
Hacía ya tiempo que venía recopilando fama en varias partes del país. Como cuando subió la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, el 12 de octubre de 1948.
El primer ascenso
Seguro fue la prominencial torre de Catedral la principal atracción de Federico para visitar la capital coahuilense.
Durante su estancia en esta localidad, Federico exhibió su talento en dos funciones. La primera, el jueves 25 de mayo de 1950.
En el suelo, centenas de espectadores contuvieron las emociones de asombro con un silencio generalizado, mientras Federico se balanceó por las cornisas y recovecos prendido solo de sus manos y pies.
No hubo arnés, escalera o cuerda alguna. Evitar una caída libre y directa a la muerte dependía únicamente de la propia fortaleza tanto física como mental del “hombre mosca”.
Cuando Federico lograba estabilidad en algún punto plano, el silencio se convertía en ovaciones y gritos de aliento.
En ese primer ascenso, desde el piso hasta la cruz de hierro que remata la torre, Federico hizo un tiempo total de 55 minutos. Así lo contó el periódico El Diario en una nota publicada el 29 de mayo de ese año.
La verdadera hazaña
No conforme con haber conquistado a los saltillenses, tres días después Federico regresó al atrio de Catedral para ofrecer una nueva función.
El domingo 28 de mayo, el tráfico de las calles Miguel Hidalgo y Benito Juárez fue detenido, y no por disposición oficial, sino por la muchedumbre que se aglomeró en la vía pública con tal de ver a Federico en acción.
Primero se dijo que el segundo ascenso sería con los ojos vendados, un acto ya de por sí temerario. Pero Federico propuso algo mejor.
Tradicionalmente, el acto del “hombre mosca” solo contemplaba una riesgosa subida, pero esta vez Federico decidió repetir el recorrido de regreso, hasta el suelo y con los mismos peligros.
Lo sorprendente es que el tapatío redujo el tiempo de ascenso a solo 35 minutos. Se trepó al edificio a las 4:30 de la tarde y para las 5:05 ya estaba tomado de la cruz.
Los comentarios de los espectadores eran de angustia, pero también de optimismo ante los movimientos precisos del joven, se lee en notas periodísticas locales. Cuando llegó al piso, fue levantado en hombros y aplaudido por su éxito.
Y no era para menos, pues Saltillo estaba siendo testigo de la osadía de un personaje al que incluso se le relacionó con el equilibrista Babe White, a quién por 1920 también se le conoció como hombre mosca por escalar y hacer actos de riesgo en la cornisa de edificios.
Babe White llegó a México procedente de Nueva York para una pequeña gira que inició con escalar los edificios más emblemáticos de la Ciudad de México.
Pero la historia de Babe White, es otro tema que luego habremos de contar.
Con información de Jorge Fuentes Aguirre, Javier Villarreal Lozano, Archivo Municipal de Saltillo y Archivo General de la Nación.
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