La última vez que vi a Alma fue en el Pour la France! Si hubiera ido a otro restaurante, habría notado el protagónico bullicio de las otras mesas, pero no en el Pour. Aquí la risa de Alma se entonaba con la música de fondo, que como en ningún otro lugar de Saltillo se convierte en una sinfonía que integra jazz, copas con amigos brindando y risas como fuegos artificiales.
Aquí los cubiertos van de excursión. Aunque se sirven platillos de alta cocina –que se apropian de ingredientes locales–, existe la confianza de decir: “¿te puedo robar tantito para ver a qué sabe?”.