Nariz afilada, sombrero a la vieja usanza, bigote elegante como el de las estrellas del cine de oro. Traje y corbata. En una mano un ramo de flores y en la otra un puro. La mirada hacia el cielo, como buen hombre de altura.
Así se perfila, inconfundible, el profesor Jirafales. Caballero y eterno enamorado. El maestro más querido de América. Rubén Aguirre le dio vida durante muchos años en el programa “El chavo del 8” con un éxito que no es necesario describir. Su trabajo fue un regalo entrañable que recibieron las infancias.