En el mismo lugar donde 40 años antes fueron hallados fósiles de mamut (una hembra y su cría), Rosendo Villarreal y su familia decidieron abrir un viñedo.

Ocurrió en un predio de los Cedritos, en Arteaga. Y así, esta familia de raíces saltillenses, que se hizo con aquel terreno en 1911, encontró la manera de fusionar la tenacidad de la capital con las bondades que solo pueden encontrarse en las montañas, humedad de las nubes y la altura. Elementos claves para la producción de la uva.

Así, en 2011, Bodega Los Cedros abrió sus puertas gracias al ingenio, el talento, pero sobre todo el trabajo arduo de la familia Villarreal. Cada una de esas atribuciones han logrado que 11 años después sean ya una referencia mundial.

Degustar un Pinot Noir o un Chenin Blanc en la tranquilidad del hogar. Probar un Rosado con las amigas. El Tuma por la tarde. O el Fusión en familia. Ver llegar la tabla de charcutería. Y el paisaje mágico que se extiende alrededor.

Todo eso hace especial a esta casa vitivinícola donde se bebe y se come con amor, o en una soledad apacible.

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