Don Jesús tenía 25 años cuando se hizo cargo de la ‘Mena’, después de vagar por el mundo de la fotografía, del piano, de la caricatura, del periodismo y de la radiodifusión. Más allá de los anaqueles rebosantes de pan hay casi 100 años de historia saltillense
- 18 diciembre 2022
A la hora de la merienda en la panadería de don Jesús Carlos Mena, una panadería casi centenaria, el aroma pegajosos y dulzón del pulque cautiva, encanta y transporta de un solo respiro al pasado, a los ayeres de aquel Saltillo viejo y luminoso. De las tardes templadas y lluviosas en que los parroquianos se encaminaban solaces a la “Mena” para llevarse un pan, atraídos por el aroma y el sabor del pulque hecho empanada, mollete de huevo o ranchera.
La clave es la receta, dice don Jesús. No es solo mezclar el harina con el pulque, el secreto está en eso que llama “darle el punto al pulque”. Lo descubrió su abuela, doña Dolores Guzmán Viuda de Suárez, a principios del siglo pasado, en 1901 para ser exactos.
Don Jesús, cuenta, tenía que acrecentar la herencia de la abuela y sus padres. “Mamá me dijo ‘hijo, si yo hice todo esto, tú debes hacer el doble”, y por eso hoy la “Mena” es lo que es. Su mayor anhelo es morir trabajando en lo que sabe hacer: pan de pulque. Una presencia que inunda con su olor y sabor la Calzada Madero, cuando los panaderos sacan las primeras hornadas del pan de don Jesús, otro símbolo y emblema de la ciudad.
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