Argentina espera a Messi
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En medio del caos, protegido por los futbolistas, Batista recupera el dibujo de los exitosos Juegos Olímpicos de Pekín para arropar a La Pulga en el cara o cruz contra Costa Rica
Argentina. Hoy, más que nunca, Argentina aguarda a Messi, dispuesta a convertirle en salvador de la patria o apátrida a la fuerza. Ganó Macri las elecciones en Buenos Aires y juega Messi en Córdoba, en el estadio Mario Alberto Kempes, sometido a una tremenda presión. La calle, la vía, es Leo. Mientras, le abrazan los futbolistas: Ustari y Verón se pasaron por Ezeiza para verle; Maradona, con su madre en el hospital, levantó la mano para decir basta, consciente de que con el 10 se estaba siendo demasiado injusto. "Yo le vi llorar el día que Alemania nos eliminó del Mundial" recordó, siempre emotivo. Imagen palpable del descontrol que a estas alturas se vive en el futbol argentino, el equipo de Batista se juega algo más que tres puntos esta noche contra Costa Rica.
El fútbol argentino vive en tal sin razón que duda de Messi y hoy le espera. Y por Messi ha levantado la mano incluso Lavolpe, el cascarrabias entrenador de Costa Rica, argentino y portero, un tipo que está de vuelta y que en el 2006 perdió en cuartos de final contra Argentina con un golazo al final del partido de Maxi RodrIguez. "Déjenle en paz o pasará como con Riquelme", reclamó el seleccionador de Costa Rica, temiendo que Leo se desmarque de la albiceleste, como ya hizo el jugador de Boca. En Argentina se preguntan cómo es posible ser el único equipo del mundo que ha sabido anular a Messi. Así está el bueno del Tano Pasman, la imagen del desesperado hincha argentino que ve cómo el fútbol argentino agoniza.
Trata Batista de cuidar a Messi en el campo y le mima también Burdisso, que tuvo un pique con La Pulga al final del partido contra Colombia. "Cuando aún estábamos en el vestuario y el Profe Tocalli avisó que teníamos que ir al micro, les dije a todos: 'Paren, quiero pedirles disculpas a Leo y a todos. Me equivoqué, no tendría que haber reaccionado así, soy el más grande y no debo hacer eso", explicó Burdisso en Olé. Así, Messi se siente querido, si no por todos, sí por el equipo, y eso le ha reconfortado en los últimos días. "Lio no se achicó nunca y no lo hará ahora", sentencian quienes mejor le conocen en la selección y en el Barcelona. Hoy se mide a Costa Rica, la sub 23 de los ticos, un equipo joven y dinámico que encara esta noche el duelo con apetito de adolescente, en una cita con la historia en la que no tienen nada que perder.
Argentina no puede permitirse el tercer empate consecutivo, y comparece con nueva apuesta en la distribución de los jugadores y la elección de los mismos. "Jugaremos como la olímpica", reconoció Batista, en referencia al equipo de Beijing 2008; así que jugará con dos cincos-Mascherano y Gago-, una línea de tres con Agüero, Messi y Di María, y en punta Higuaín. Caen Cambiasso, Banega, Lavezzi y Tévez. "El problema no es quién juega. Llevamos 20 años con los mejores jugadores y 20 años sin hacer nada ni en el 98, en el 2002, en el 2006, en Sudáfrica... El debate es más profundo" señaló Lavolpe, siempre ácido. Y retomó su discurso protector con Messi: "Que sea sordo, que juegue, que entre a la cancha libremente, que disfrute. Y que lo que le entra por un oído (se señala la oreja derecha), le salga por acá (se señala la oreja izquierda). En el último partido no lo vimos disfrutar. Y cuando un jugador no disfruta... Cuidado, eh".
Messi encarará hoy a Calvo, universitario, futbolista que no es profesional, que juega en el San Jacinto College, en los Estados Unidos, y al hacerlo llevará consigo el peso de una camiseta que a la que le empieza a pesar todo, hasta su propia historia.