¡Carísimo!

Politicón
/ 11 junio 2017

Lo que ahora tenemos es un conflicto poselectoral abierto, la pérdida de confiabilidad en el órgano electoral y muy negros augurios para las elecciones del 2018

Tras resumir las revelaciones de Columnas de México (http://columnasdemexico.com/), relativas al costo de la maquinaria electoral montada con recursos presupuestales del Gobierno de Coahuila, la semana pasada cerré mi colaboración comentando que podría salir más caro el caldo (el costo de la operación electoral) que las albóndigas (los votos cosechados). Me quedé corto, pues el precio del caldo resultó estratosférico, en tanto las albóndigas escasas y manufacturadas con carne putrefacta.

Lo que se perdió en los comicios del domingo fue la credibilidad en la imparcialidad del órgano electoral, así como en su capacidad para efectuar un cómputo escrupuloso. Se escribe en dos renglones, pero nos tomó décadas diseñar un sistema confiable de escrutinio, el cual fue piedra angular de la llamada transición democrática en México. Sabíamos que todos los partidos usaban recursos de todo tipo para comprar voluntades, pero abrigábamos un margen aceptable de confianza en los resultados de un órgano electoral con participación de ciudadanos. Empleando una expresión muy nuestra: sabíamos que los partidos políticos eran marranos, pero no trompudos. Eso se acabó el domingo, el PRI en Coahuila resultó marrano y trompudo.

Lo único confiable del escrutinio fue el conteo rápido. Una muestra estadísticamente representativa, con un 95 por ciento de probabilidad, arrojó los siguientes intervalos mínimos y máximos de votación: Anaya (36.64-39.08); Riquelme (34.74-37.34). Tras el conteo distrital, el IEC nos dice que Riquelme obtuvo el 38.9 por ciento, es decir, 1.56 puntos arriba del intervalo superior del conteo rápido, en tanto Anaya el 36.4, 0.24 por ciento debajo del límite inferior. Es decir, según el IEC, en ambos casos los porcentajes obtenidos se salieron de los rangos. ¿Cuál es la probabilidad de que esto ocurra en una votación limpia? Más o menos la misma que calcula San Lucas para la entrada de un rico al reino de los cielos: “Porque es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (Lucas 18:18-30). 

Y cuando la compra de votos no alcanzó, pusieron en acción una operación mapache que no veíamos desde los tiempos de Gonzalo N. Santos. Lo primero fue entorpecer la instalación de las casillas (candados en puertas de escuelas públicas), no acreditación de representantes de partidos, ausentismo inducido de funcionarios para su reemplazo por gente a modo, actas surrealistas para hacer complejo y lento el recuento. Las anomalías en 494 actas y los 571 paquetes en los cuales el acta no se pegó en la parte externa de los mismos fueron inducidas para reventar el PREP y darle tiempo a los mapaches para desplegar sus finas artes.

Pero tenían que reventar el PREP con la votación a su favor. Lo hicieron a través de un servidor espejo, con un sistema diseñado por personal de la Secretaría de Finanzas, con permiso con goce de sueldo, laborando en el IEC por honorarios (ver los tuits de Luis Carlos Plata, @luiscarlosplata). 

Establecieron así un sistema de alimentación paralelo, coordinado por gente del PRI. Por eso quienes escuchamos los resultados del conteo rápido la madrugada del 5 de junio y seguimos la evolución del PREP, atestiguamos el vuelco inexplicable de la elección.

Y para garantizar la impunidad de los mapaches, el IEC decidió reemplazar al Ejército Nacional por los elementos de Fuerza Coahuila: ¡Nerón con la caja de cerillos y los toneles de gasolina!

Por eso observamos el asalto violento de casillas en Acuña (2) y Sabinas (1), boletas a favor de Anaya tiradas en las calles, violación de sellos en la bodega de Piedras Negras, una gran cantidad de paquetes sin cinta selladora ni firmas. Luis Alberto Vázquez, consejero ciudadano del INE en el distrito 06 de Torreón, hace una crónica de las irregularidades que observó (https://www.youtube.com/watch?v=-W6KpN-YxRA). Entre otras cosas comenta: en muchas casillas no llegaron funcionarios, porque les pagaron para que no fueran, sus lugares fueron ocupados por los primeros en la fila, obviamente enviados del PRI. Cuando se sacaron los paquetes para su conteo en los distritos, en muchos estaban rotos los sellos que garantizaban su integridad. Sobre el incidente captado en video en las afueras de la tienda de conveniencia localizada en la esquina de Juárez y Colón, en la ciudad de Torreón, en el cual una joven con chaleco del INE trasladaba paquetes electorales, comentó: no debía llevar los paquetes electorales en su carro, ni llevar además los de otra compañera; estaba fuera de la ruta previamente establecida; no utilizó el teléfono proporcionado por el INE para comunicarse con su supervisor, en cambio lo hizo con un abogado del Ayuntamiento de Torreón quién llegó en dos minutos al lugar y un minutos después dos unidades de Fuerza Coahuila; cuyos elementos sacaron los paquetes y los subieron a sus unidades. Los paquetes fueron rescatados por gente del INE. Concluye: donde hay dos responsables (INE y IEC) nadie es responsable.

Tras el desastre y a decir del IEC, Riquelme tenía 482 mil 534 votos, es decir, 238 mil 755 menos (-33.1 por ciento) que los acreditados a Rubén Moreira seis años antes, con un padrón menor en 118 mil 781 personas. Lo que ahora tenemos es un conflicto poselectoral abierto, la pérdida de confiabilidad en el órgano electoral y muy negros augurios para las elecciones del 2018.

adavila_mx@yahoo.com.mx

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