El legado de Carranza
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En un momento histórico correspondió a esta generación celebrar el aniversario de la promulgación de la Constitución Mexicana. Un tiempo en el cual la relación con el Gobierno del poderoso vecino del norte se encuentra en un estado más que frágil. No, por fortuna, con su pueblo y muchos de sus gobernantes, pero sí con su máxima autoridad, representada en el innombrable empresario.
Los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial alzaron sus voces para exaltar el valor de la unidad, y el presidente Enrique Peña Nieto llamó, durante la celebración del 5 de febrero, en Querétaro, a defender el proyecto de nación.
Hace 100 años, Venustiano Carranza tenía muy claro que su proyecto era crear, precisamente, una nación. Fortalecer los lazos entre los mexicanos luego de una revolución que había dividido al País y lo dejaba sumido en una lamentable condición donde la pobreza y la desigualdad constituían algunos de los mayores retos para el Gobierno y para sus habitantes.
Los valores nacionales habrían de quedar inscritos en la Carta Magna: igualdad de oportunidades, de estudio, de trabajo. Venustiano Carranza tenía muy claro que las leyes eran el camino para lograrlo. Se rigió por mantenerse dentro los parámetros de la legalidad, y fue bajo esa consigna que la promulgación de la Carta Magna tuvo lugar.
Los principios que guiaron al Constituyente fortalecieron las bases con las que se pretendía seguir andando. México requería del trabajo en colectivo que continuara por la ruta concebida. Como coahuilenses, hemos de sentirnos orgullosos de contar entre nuestros coterráneos al artífice de este documento, que salvaguarda nuestros derechos y defiende el País.
A esta generación, en el momento actual, se impone el ejemplo de un hombre con la visión y valentía de Venustiano Carranza. “Esta hora no admite indecisiones”, como se dice valerosamente. Fue la hora del presidente Carranza y, ahora, es el momento para los mexicanos.
Sí, es momento de unidad, tiempos de dignidad y orgullo nacional. Pero las palabras aquí escritas pueden no convertirse en realidades si nuestra posición es el enfrentamiento estéril entre los propios mexicanos. Creo que nos debe quedar claro cuál es el concepto que tenemos para abordar nuestro propio proyecto de nación y respaldar las acciones que hacia allá se dirijan. Así como también disentir, con responsabilidad, de lo que no estemos de acuerdo, pensando en el bien común.
Si cada cual entiende qué nación queremos, en cuál deseamos vivir pacíficamente, nuestros pasos estarán encaminados hacia ese rumbo. Para subsistir, la unión es fundamental, pero basada en la comprensión de las diferencias, basada en el entendimiento mutuo. Fundamentada, en la inteligencia de reconocer y aceptar en el otro la posibilidad de un pensamiento distinto al propio.
Las palabras no deben quedarse en el aire, en una especie de limbo. Han de ser concretadas y referenciadas a una realidad. Y la de México es que existen numerosos Méxicos que es necesario sean atendidos y respetados. Nos merecemos vivir en unidad, en reconocimiento de las diferencias de cada grupo social, étnico, religioso, de orientación sexual, de pensamiento. En cuanto estemos preparados para ello, en cuanto estemos dispuestos a ello, haremos honor a personajes de la talla de un coahuilense como Venustiano Carranza y de quienes lo acompañaron en la creación de un conjunto de leyes que están escritas para dar realidad y cabida a un mejor País.
El futuro que soñaron está en nuestro presente. Hagámosle honor.
ALTA VELOCIDAD
Es comprensible que las camionetas de la Policía deseen llegar con rapidez a los puntos a donde han sido informadas en que se desarrolla un conflicto en nuestra ciudad. Sin embargo, la manera prepotente y agresiva con que son conducidas no permite una eficiente oportunidad de maniobra a los automovilistas que se encuentran en el camino. En la última semana, una patrulla, aún con la sirena puesta en marcha, circulaba con tal exceso de velocidad que ocasionó un accidente vehicular en transitada zona del Centro Histórico, en la confluencia de las calles Nicolás Bravo y Juan Aldama.