La fuerza del liderazgo ético

Politicón
/ 25 julio 2016
true

La sociedad mexicana está molesta, enojada, indignada. Y en los últimos meses, varios grupos han llevado esa indignación a las calles en forma de protesta. Profesores, médicos, vecinos inconformes, estudiantes universitarios.

El malestar está ahí, a pesar de los esfuerzos de diferentes autoridades por entablar procesos de diálogo. Mucha atención ha recibido el que el gobierno ha sostenido con los profesores de la CNTE, que llevó al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, el SNTE, a reclamar –con razón– su espacio como interlocutor. 

Una posible razón es que el Estado sigue debilitado por la grave enfermedad de la corrupción. La semana pasada se presentó un tratamiento indispensable para atender ese mal: las leyes del Sistema Nacional Anticorrupción. Es una buena noticia. Pero los síntomas de debilidad del Estado siguen siendo muy preocupantes. Apenas el fin de semana hubo dos alcaldes asesinados. Uno de ellos era el alcalde de San Juan Chamula, Domingo López González, y el otro era el alcalde de Pungarabato, Ambrosio Soto Duarte, este último había denunciado en redes sociales amenazas del crimen organizado y había pedido ayuda al Gobierno federal. Hoy es demasiado tarde. Si el Estado no le responde a sus propias autoridades, ¿cómo podemos esperar que el ciudadano se sienta seguro? 

Es claro que el Estado no puede renunciar nunca a su tarea fundamental: cumplir y hacer cumplir la ley. Y quiero subrayar la parte de “cumplir la ley”. Cuando el Estado y sus instituciones son los primeros en obedecer las reglas, no sólo adquieren mayor legitimidad democrática, sino que sientan un precedente positivo para que la sociedad cumpla también con la parte que le corresponde. 

De ahí que no sea menor el esfuerzo que hacen gobiernos como el del estado de Querétaro y varios municipios –por ejemplo el de Corregidora o el de Jalpan– que han decidido ser transparentes antes de que la ley lo exigiera. Tienen estrategias de gobiernos abiertos y rinden cuentas de sus actos de manera proactiva. Gobiernos así siempre tendrán más margen de maniobra al momento de, por ejemplo, cobrar impuestos o aplicar programas regulatorios. Tendrán más respaldo ciudadano en caso de que surja algún problema o crisis. Ésa es la fuerza del liderazgo ético, que es indispensable para transformar la realidad de nuestro País.

Es claro que gobernar requiere escuchar, dialogar, comunicar. Gobernar significa promover nuevas leyes, sí, a veces. Pero claramente todo ello no es suficiente. Para construir el México que queremos es necesario que el Estado actúe y que lo haga con base en principios claros. Que quienes encabezan las instituciones tengan como guía valores firmes. México necesita liderazgos éticos.

POR CIERTO

Hoy es mi cumpleaños. A mí me gusta mucho que me feliciten, porque siempre he creído en la importancia de desearnos el bien unos a otros. Además la vida me ha enseñado a valorarla y la he caminado con mi familia y con amigos y amigas que me han enseñado muchas cosas. En la política, me he encontrado a grandes mexicanos que, en medio de diferencias, acuerdos, 
debates y coincidencias, me han permitido ver en mi Patria el sentido de mi vocación política y sentir la bendición de vivir en ella y servirle. Aprovecho para agradecer a quienes me dan fuerza para seguir adelante.

COMENTARIOS

TEMAS
NUESTRO CONTENIDO PREMIUM