Cápsulas rusas Soyuzse quedan con el monopolio espacial

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/ 23 septiembre 2015

    Las cápsulas Soyuz están consideradas como naves eficientes y sólidas, aunque tecnológicamente anticuadas.

    Moscú, Rusia.- Ante la última misión del transbordador "Atlantis", la comunidad espacial se prepara para un cambio fundamental en el equilibrio de influencia nacional. El fin del programa de transbordadores estadounidenses otorgará a las cápsulas rusas Soyuz un monopolio sin precedentes del transporte de astronautas a la Estación Espacial Internacional (ISS).

    Las pequeñas y resistentes cápsulas Soyuz apenas cambiaron desde que fueron desarrolladas en 1966. Pero de momento no se espera que Rusia ponga en marcha nuevas naves tripuladas. En cuanto a Estados Unidos, sus planes para potenciar la fabricación de naves por parte de la industria privada podrían demorarse durante años. Por no hablar de su intención de desarrollar nuevas naves propias, un proyecto aún más lejano.

    Así las cosas, Rusia se prepara para sacar el mayor partido posible a esta exclusividad e intentará conseguir los millones necesarios para construir un nuevo centro espacial en el este del país desde el que puedan despegar sus naves. En la actualidad, Moscú gasta más de 140 millones de dólares anuales (99 millones de euros) por el uso de la viejo centro de Baikonur, en Kazajstán.

    Por otro lado, las cápsulas Soyuz serán fundamentales no sólo para el programa espacial estadounidense sino también para los europeos, que se concentraron más en los experimentos científicos que en el desarrollo de tecnología espacial.

    "Los contratos establecen que Europa puede reclamar servicios como vuelos a la estación espacial a cambio de otros servicios, como la construcción de un laboratorio en la ISS", explicó el director del Centro Aeroespacial Alemán (DLR) en Colonia, Dietrich Woerner.




    Por eso, Rusia se empeña desde hace tiempo para modernizar sus vehículos espaciales. El año pasado, la autoridad espacial rusa, Roscosmos, digitalizó su sistema de control. El cambio supuso que las cápulas pueden prescindir de 70 kilogramos de equipamiento técnico, lo que deja espacio para otro pasajero, a ser posible un turista espacial.

    "Para ganar dinero, Rusia volverá a transportar a ricos turistas espaciales", explicó el ex astronauta alemán Sigmund Jaehn. "El capitalismo también funciona en el espacio", agregó.

    Pero las naves rusas no serán sólo meras "taxistas" para astronautas estadounidenses y excéntricos ricos. También servirán a las compañías de telecomunicaciones, una actividad que le reportará beneficios en el futuro. Las prescindibles naves no tripuladas modelo "Progress" pueden transportar hasta 3 toneladas de material a la ISS antes de ser destruidas o de volver a la atmósfera.

    Con la prestación de este tipo de servicios piensan financiarse los más de 850 millones de dólares que costará la construcción de la base espacial en Vostochny, cerca de la frontera rusa con China.

    Y es que, a pesar de los apretados presupuestos, el presidente ruso, Dmitri Medvedev, anunció recientemente que no renunciará a la investigación espacial. Medio siglo después del primer vuelo tripulado al espacio, la humanidad está "solo en el estado inicial del camino", apuntó el mandatario durante el homenaje a Yuri Gagarin, el primer hombre que voló al espacio, el 12 de abril de 1961.

    Medvedev admitió que la visión romántica de la carrera espacial de los tiempos de Gagarin cambiaron a "objetivos más pragmáticos". Aún así, sigue habiendo sueños. "El sueño de conquistar otros planetas, otros sistemas solares", dijo el mandatario ruso.

    Entre esos sueños está el de enviar una misión a Marte, algo que según Roscosmos no será posible antes de 2030. Por ahora, seis hombres se entrenan en Moscú dentro de un contenedor que reproduce las condiciones de marte, en lo que supone el experimento más ambicioso de este tipo hasta el momento.

    Sin embargo, según Woerner, este tipo de viaje sólo será posible como proyecto conjunto. Para acometerlo, Rusia y Estados Unidos, antiguos rivales, tendrían que cooperar. Y además, deberían incluir en sus planes a la nueva estrella del universo de los viajes tripulados al espacio: China.

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