Cuatro países pondrán de su parte para que la paz llegue por fin a Colombia

Internacional
/ 29 septiembre 2015

La guerrilla de las FARC llega a su tercera negociación con el Estado colombiano con unos 8,500 hombres armados y dispuesta a participar en la vida política.

Bogotá, Colombia (EFE).- Cuatro países, entre los que destaca Noruega por su larga experiencia como mediador en procesos de paz, pondrán de su parte para que el diálogo entre el Gobierno y la principal guerrilla de Colombia tenga éxito.

El Gobierno presidido por Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) acordaron en agosto pasado, al término de seis meses de conversaciones secretas, iniciar en octubre la negociación para poner fin al largo y cruento conflicto armado y escogieron a Noruega y Cuba como garantes y a Chile y Venezuela como acompañantes.

La comunidad internacional ha dado un respaldo prácticamente unánime a la iniciativa y ha coincidido en destacar que el éxito del diálogo que comenzará formalmente en Oslo y se desarrollará en Cuba tendrá trascendencia no solo para Colombia.

Especialmente para otros dos países, Ecuador y Venezuela, un resultado positivo tendrá consecuencias directas.

Desde hace casi 50 años muchos colombianos se ven obligados a cruzar las fronteras con Venezuela y Ecuador por la violencia, algo que también hacen los guerrilleros, en este caso para escapar del acoso de las fuerzas del orden.

"El que tengamos una frontera tranquila y sin conflictos es la mejor noticia que en décadas América Latina habrá recibido, es el único punto de conflicto importante que todavía vivíamos en el continente", afirmó el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, cuando se dio a conocer esta iniciativa por la paz.

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, al que los sectores colombianos más conservadores han acusado de afinidad con las FARC, lo que él ha negado, considera que es el "momento histórico oportuno" para que la guerrilla "deponga las armas" y se "integre a la vida política". "Es ahora o nunca", dijo el pasado 30 de agosto.

Su colega de Venezuela, Hugo Chávez, acusado reiteradamente de "complicidad" con las FARC por el expresidente colombiano Alvaro Uribe, también se ha mostrado optimista y dispuesto a ayudar en lo que se le pida, pues tiene unos "límites" de actuación que "con mucha claridad" le ha marcado Santos.

El representante venezolano en el proceso de paz será Roy Chaderton, embajador ante la Organización de Estados Americanos y exembajador en Colombia, quien ya ha anunciado que va a "decepcionar" a muchos porque no dirá gran cosa como acompañante.

Aunque no ha recibido todavía instrucciones, dijo estar seguro de "cuál va a ser la primera: usted se calla".

La misma prudencia guarda el otro "acompañante" del proceso negociador, el Gobierno chileno, que designó como su representante al embajador Milenko Skoknic, actual jefe de gabinete del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Chile "va a entregar sus mejores esfuerzos y va a hacer todo lo que los países y las partes que están negociando nos pidan para que este proceso llegue a buen puerto", declaró el presidente chileno, el conservador Sebastián Piñera, a comienzos de septiembre.

Los países garantes, Noruega y Cuba, ni siquiera han anunciado públicamente quiénes serán sus representantes en el diálogo.

El Gobierno de Oslo, encabezado por el socialdemócrata Jens Stoltenberg y elogiado por el actual máximo líder de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri, alias "Timochenko", por su "inmejorable" actuación en los contactos exploratorios previos, no ha dado detalle alguno acerca del inicio formal del diálogo.

Noruega es un país avezado en procesos de paz, con actuaciones en Guatemala, Somalia, Nepal, Uganda, Congo, Filipinas, Sri Lanka, Myanmar, Indonesia, Haití y Chipre, entre otros países.

Formó parte, además, de un grupo de países amigos de Colombia para ayudar a la liberación de los rehenes de las FARC, y no es casualidad que Oslo sea el lugar donde se entregan los premios Nobel de la Paz cada año.

"Debemos ser fríos, pueden surgir muchas sorpresas y las negociaciones pueden ser duras, aunque si no se empieza a hablar, nunca habrá una solución", dijo el ministro de Asuntos Exteriores de Noruega, Espen Barth Eide, a finales de septiembre.

El Gobierno de Cuba tan solo emitió un boletín el 5 de septiembre para celebrar el inicio del diálogo y anunciar que seguirá prestando "su ayuda solidaria y sus buenos oficios en favor de este esfuerzo".

Cuba fue escenario de los diálogos, cuando Uribe era presidente, entre el Gobierno colombiano y el Ejército de Liberación Nacional, la otra guerrilla colombiana, que no dieron resultados.

El líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, hoy apartado del poder, fue el mentor de las FARC, pero en el libro "La paz en Colombia" (2008) criticó que esa guerrilla marxista recurriera a los secuestros y el trato que daba a los secuestrados.

"La única solución que hay en ese país (Colombia) es la que está aquí, en este libro: una solución pacífica. Ni el Gobierno va a derrotar al movimiento guerrillero ni el movimiento guerrillero va a derrotar al Gobierno", dijo José Arbesú, entonces vicejefe de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de Cuba, al presentar la obra de Castro el 12 de noviembre de 2008.

Las FARC negociarán más golpeadas que nunca y dispuestas a hacer política

La guerrilla de las FARC llega a su tercera negociación con el Estado colombiano con unos 8,500 hombres armados y dispuesta a participar en la vida política, pero más debilitada que nunca desde el punto de vista militar y de control del territorio.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) nacieron en 1964 en el entorno rural de uno de los pocos países de América Latina que no han tenido reforma agraria y con severos índices de desigualdad a causa del injusto reparto de la tierra.

Esta guerrilla adquirió gran poder a mediados de los años ochenta del siglo pasado hasta sumar a finales de los noventa 20.000 combatientes y controlar zonas claves del territorio nacional.

Una expansión que estuvo acompañada de su participación en el negocio del narcotráfico, desde entonces su fuente de financiación junto al secuestro y la extorsión.

En 1998, las FARC iniciaron un diálogo con el Gobierno del presidente Andrés Pastrana (1998-2002) con el poder que entonces les otorgaban llamativos golpes a la fuerza pública, tomas de pueblos y ciudades, y secuestros masivos.

Entre finales de los años noventa y mediados de la década siguiente se dio el pico del secuestro con más de 3.000 personas cautivas, datos sin precedentes en el mundo, y con la mayoría de casos atribuidos a las FARC.

Y entre los golpes más llamativos destaca la toma de Mitú, capital del selvático departamento de Vaupés, el 1 de noviembre de 1998, cuando unos 1.500 guerrilleros entraron a esa ciudad, desencadenaron un gran enfrentamiento y la ocuparon durante 72 horas para llevarse a 61 uniformados secuestrados.

Esos hechos dieron al traste con aquel proceso de paz, que siguió a otro en 1981.

El Gobierno de Alvaro Uribe (2002-2010) modernizó la fuerza pública apoyado por el Plan Colombia, un acuerdo por el que EE.UU. ha desembolsado más de 8.000 millones de dólares.

Como resultado, el Estado se puso por delante de la guerrilla en el campo de batalla.

Aún así, las FARC seguían perturbando con los secuestros, entre ellos el de la excandidata presidencial Ingrid Betancourt, y con incesantes ataques a la infraestructura económica.

El punto de inflexión llegó en 2007, cuando celebraron su Séptima Conferencia y determinaron que "había llegado la hora de analizar la ruta de la paz".

Un año después perdieron a miembros clave del Secretariado: su fundador, "Manuel Marulanda" o "Tirofijo", fallecido por una insuficiencia cardiaca; y su número dos, "Raúl Reyes", muerto en un operativo militar en Ecuador.

Y con Juan Manuel Santos en la Presidencia cayó en 2010 el jefe militar de las FARC, "Mono Jojoy", y en 2011 el nuevo comandante, "Alfonso Cano".

"Las FARC han sufrido el primer proceso de achicamiento. Hoy tenemos unas FARC más realistas, unas FARC que terminaron ese mito de la invencibilidad", afirmó a Efe Alejo Vargas, doctor en Ciencia Política y director del Centro de Investigación sobre Seguridad y Defensa de la Universidad Nacional de Colombia.

Las FARC "saben que una hipótesis de triunfo es imposible", según Vargas.

A ese aspecto se sumaría el desequilibrio en el teatro de operaciones de la guerra, ahora a favor del Estado y con una guerrilla acorralada en zonas aisladas y fronterizas.

El copresidente de la Comisión de Paz del Congreso y legislador del Polo Democrático Alternativo (PDA), Iván Cepeda, comentó a Efe que el proceso de paz llega, además, cuando "en América Latina hay un cambio de contexto radical".

"En muchos países, personas y grupos que estuvieron en la insurgencia armada llegaron por la vía electoral a un triunfo y a constituirse en gobierno; y esa circunstancia sirve a las FARC como un espejo", según Cepeda.

En estas circunstancias, las FARC y el Gobierno han acordado una agenda realista que abre una salida al conflicto y que permitiría a la guerrilla encontrar un espacio en la vida política e incluso presentar candidatos a las elecciones de 2014.

"Si el proceso de acuerdos sigue y se generan las condiciones políticas para participar en elecciones podríamos pensar en esa posibilidad", adelantó en La Habana Jesús Emilio Carvajalino, alias "Andrés París" y uno de los negociadores de las FARC.

Aún así Vargas y Cepeda coinciden en que no se debe subestimar a un grupo insurgente con 8.500 hombres en armas y que se caracteriza por su versatilidad, capaz de adaptarse a los tiempos para seguir atacando infraestructuras y mantener en vilo al Estado.

Lo evidente es que "ninguna de las partes tiene posibilidades de ganar sólo a través de las armas y por ello están fuertemente incentivadas a negociar", apuntó a Efe Silke Pfeiffer, directora en Colombia del centro de investigación International Crisis Group.

En este ambiente, el máximo jefe de las FARC, alias "Timochenko", escribió una carta abierta el 19 de septiembre en la que dijo que la paz que se comenzará a negociar en Oslo "será un verdadero adiós a las armas".




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