Florece el Hip Hop político en América Latina
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Mientras el Hip Hop se torna parte del tronco de la industria cultural norteamericana a finales de los años 90, en América Latina se convierte en catalizador de núcleos de formación en las periferias urbanas y voz de los oprimidos.
México, DF. Veinte años atrás, el rap político llega a su cumbre en Estados Unidos. Grupos como Public Enemy, Boogie Down Productions (BDP) y Niggers with Attitude (NWA) expresaban, cada uno a su manera, el descontento de los habitantes de los guetos de las grandes ciudades del país con la falta de oportunidades económicas para los más pobres y la violencia policíaca, especialmente en contra de los negros y latinos.
La virulencia de las letras, recuperando muchas ideas y nombres del movimiento negro de los años 60 y 70, llamaba la atención, y los grupos llegaron a ser blanco de investigaciones del FBI. Congresistas de la derecha hacían discursos rabiosos y paranoicos.
¿Causa? ¿Efecto? Síntoma, de todas las maneras. Mientras hacían eco, por los guetos negros y latinos de los Estados Unidos, versos virulentos contra la policía, como "Fuck the police" / "They have the authority to kill a minority", del NWA, una insatisfacción creciente resultó en una serie de revueltas en 1992, principalmente en Los Angeles, donde policías acusados de dar una paliza al taxista negro Rodney King, captados por un camarógrafo amateur un año antes, fueron absueltos por un jurado formado mayoritariamente por blancos.
Después, los vientos cambiaron en Estados Unidos. La sucesión de gobiernos republicanos - que suelen cortar los gastos públicos, principalmente los destinados a la asistencia social - fue interrumpida en 1993 con la llegada del demócrata Bill Clinton. La caída del muro de Berlín, en 1989, dio fuerza al proyecto neoliberal traducido en el decálogo del Consenso de Washington, y los años 90 fueron marcados por la imposición de patrones económicos que interesaban a los mercados financieros. En América Latina, un grupo de gobiernos francamente alineados con Estados Unidos produjo apertura de los mercados, privatizaciones y el desmantelamiento de la economía. Los rentistas - los que viven de intereses - lucraron como nunca. En menor o mayor grado, el Continente se fue al suelo y sufre hasta hoy las consecuencias de la adopción de las famosas tareas de casa de organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.
La música de los guetos continuó reflejando el zeitgeist. Favorecida por las políticas de libre mercado, las privatizaciones y nuevas tecnologías, como el invento de la internet, sobretodo, la economía americana vivió un periodo de gran prosperidad. En paralelo, el rap ganó espacio en el mainstream al mismo tiempo que la protesta política pasó a ser una corriente minoritaria. Ganaba espacio, principalmente, el gangsta rap, cada vez más celebrando un modo de vida consumista de artistas que empezaban a ganar dinero con la música. Si los clips de rap antes denunciaban la violencia de la policía contra los jóvenes negros en la calle, ahora pasan a mostrar cómo un negro podía ser detenido como sospechoso en un coche de lujo de último modelo. En el filo de la navaja, entre las dos tendencias, se quedaban personajes como el hijo de Afeni Davis, una antigua integrante del Black Panthers Party, conocido como Tupac Shakur, más tarde 2Pac.
Pero la centella de consciencia política y revuelta traída por el Hip Hop como herencia de los movimientos negros de los años 60 y 70 no murió, solamente emigró. Escondida en los calabozos de la globalización neoliberal, se esparció por los continentes. En Francia, fue la banda sonora de las revueltas de los jóvenes de los barrios pobres contra las políticas neoliberales y la violencia policíaca. En Palestina, envuelve la lucha de los jóvenes en la Intifada. En Africa, el fruto de la diáspora negra volvió para sembrar la desobediencia civil contra el autoritarismo.
Y fue en América Latina que la semilla del Hip Hop encontró el suelo más fértil; en la región que, desde el siglo XIX, sufre con la sombra de la presencia norteamericana, la enseñanza sobre el valor de la organización comunitaria local en la producción cultural gana nueva dimensión. Mientras el Hip Hop se torna parte del tronco de la industria cultural norteamericana a finales de los años 90, en América Latina, se convierte en catalizador de núcleos de formación en las periferias urbanas y voz de los oprimidos.
Millares de jóvenes, a los cuales no les interesaban los partidos, los sindicatos o los movimientos negro e indígena, de pronto están leyendo obras de Malcolm X y Martin Luther King, buscando información sobre líderes como Zumbi dos Palmares, Che Guevara, Luisa Mahin o Tupak Katari, al mismo tiempo en que promueven fiestas, cursos de baile, dibujo y poesía; además de los trabajos sociales en las comunidades donde viven. La mayoría no se tornará campeón de ventas o millonario, pero seguramente cambiará su vida por esa sutil combinación de arte y política en que se ha convertido el Hip Hop.
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Al sur de Río Grande también se baila
Los mexicanos, que son casi 30 millones, entre los nacidos en México y sus descendientes viviendo en Estados Unidos, tienen gran presencia en los guetos americanos, al grado que el país podría ser considerado casi tan importante en la composición de elementos del Hip Hop como Jamaica - de donde vinieron varios de los primeros participantes de fiestas de calle (block parties) donde surgió el movimiento, con elementos como DJing y Mcing.
El rap chicano se impuso en los años 90, y el arte del lowriding, por ejemplo, típico de las comunidades mexicanas en la región de Los Angeles, fue definitivamente incorporado al Hip Hop. No se puede ignorar, incluso, la posible influencia del arte latinoamericano en el grafiti, particularmente el muralismo centroamericano.
A partir de los años 90, uno de los periodos más castigados por las políticas neoliberales, el país generó simultáneamente un movimiento que se tornó referencia para la resistencia contemporánea al capitalismo: el zapatismo. Rappers como Olmeca, que vive en Los Angeles, y Boca Floja demuestran la influencia del EZLN (Ejército Zapatista de Liberación Nacional).
Otro país latinoamericano cuyos inmigrantes estuvieron fuertemente vinculados a las raíces del movimiento es Puerto Rico. Algunos de los primeros Mcs, Djs, breakers y grafiteros tenían ascendencia portorriqueña o cubana, o ambas. Era portorriqueño, por ejemplo, Julio 204, precursor del grafiti y del propio Taki 183, el primer practicante de las tags que obtuvieron fama en los medios, en 1971. Otro descendiente de portorriqueños (y cubanos) era DJ Disco Wiz, integrante de una de las primeras crews de Mcs del Bronx.
Hoy, el rap político portorriqueño, conocido como rap boricua, celebra la soberanía del país y ataca a los invasores norteamericanos. En "Mano Dura", Siete Nueve e Intifada denuncian la ejecución, por agentes del FBI, en 2005, de Filiberto Ojeda Ríos, líder independentista. El video de "Epica del Tiempo" de Intifada, celebra la resistencia a la ocupación norteamericana, que ya lleva 112 años.
En 2008, el reggaetón, una derivación latina del Hip Hop de tipo más comercial, originaria de Puerto Rico, entró en la política electoral, en la disputa entre Obama y McCain. Daddy Yankee declaró su voto a favor de McCain, y el rapper Siete Nueve le pedía: "Quedate callado!". Una situación parecida ocurrió también en el gobierno de Bush, con el sambista brasileño Alexandre Pires, quien lloró al encontrarse al presidente norteamericano. "Falló, ensució la bandera brasileña / Avergonzando a la América Latina entera / Inocencia, oportunismo, ignorancia de la historia / Lloró en los brazos de quien tiene fama sin gloria", cantó para él en esta época el rapper GOG.
En Brasil, el rap se tornó rápidamente em una de las principales expresiones de un fuerte movimiento de auto-afirmación de la población negra y de reivindicación de espacios en la política, en la economía y en la sociedad. Nombres como los de Racionais MCs y GOG inspiraron a millares de jóvenes a buscar comprender mejor su historia y su vida. Toda una generación de rappers destacó en el país desde inicios de los años 90, destacando a su vez, la problemática de la juventud negra en las periferias metropolitanas del país: son nombres como RZO, Sabotage, De Menos Crime, Conexao do Morro, MV Bill, Z'Africa Brasil, Dexter, entre otros.
En la década actual, los rumbos de los trabajos de los Racionais y de Bill, entre otros, causa debate en el movimiento, incluyéndose contratos con grandes empresas y apariciones en la más grande red de televisión del país, la Globo, además de posicionarse en favor de acciones polémicas del gobierno de Lula como la coordinación de la misión de la ONU en Haití.
En tiempos de prosperidad en la economía de un gobierno que cuenta con la aprobación de la mayoría de la población negra y pobre, el rap político ha perdido espacio. Ganó terreno en el país el funk carioca, por ejemplo, una derivación de un estilo de rap norteamericano, el miami bass, más bailable y abordando temáticas más vinculadas a la sexualidad. Aún así, el funk carioca enfrenta la criminalización, de la misma manera que otras manifestaciones culturales populares, principalmente debido a las letras que abordan (y, desde el punto de vista de algunos, exalta) el crimen organizado de Rio de Janeiro. Artistas del funk carioca como Deize Tigrona obtuvieron fama internacional.
Al mismo tiempo, la mayor consciencia sobre los límites de la toma del poder por un partido de izquierda y la necesidad de seguir la lucha social fuera del ámbito estatal destacan a un nuevo grupo de activistas-artistas, como es el caso del colectivo Lutarmada.
El desatino de la industria de la música también lleva a la reflexión sobre maneras alternativas de distribución, y nuevos patrones de comportamiento frente a los medios y los partidos políticos, como es el caso de los MCs Emicida, Rashid y Rapadura, o de los grupos Facçao Central e Tr3f - este último, del escritor Ferréz, caso que demuestra la interrelación profunda entre el Hip Hop y el movimiento de literatura periférica, o marginal, en ciudades como Sao Paulo-. No siempre se trata de una "nueva generación".
Hay casos en que se trata de gente con años de carrera en el movimiento, pero que representan ese nuevo momento que llegó para el Hip Hop en Brasil, delante de la actual coyuntura política (el link arriba es para un clip de la Facción Central que fue censurado por la justicia en 1998).
En otros países, como Venezuela y Cuba, donde hay un explícito proyecto socialista en marcha, los gobiernos locales dan apoyo masivo al Hip Hop como forma de cultura joven.
En Cuba, hasta existe un organismo estatal específico, la Agencia Cubana de Rap, para dar soporte al movimiento. Una intensa articulación con los afrocubanos en EE.UU acontece alrededor del evento Agosto Negro, que existe desde 1998 y envuelve, entre otros elementos, la solidaridad con presos políticos negros en Estados Unidos (como el padrasto de Tupac, preso hasta hoy) - por iniciativa de la activista Nehanda Abiodun, veterana del Black Power que obtuvo asilo político en Cuba-. Nombres fuertes de esa escena del rap político cubano son, entre otros, Anonimo Consejo, Los Aldeanos y Obsesión.
En Venezuela, desde 2005, el gobierno ayuda a promover la Cúpula Internacional de Hip Hop, que es anual y ya está en su 5a edición. Allí están grupos como Hip Hop Revolución, Kultura Santa y Séptima Raza. En sociedad con el gobierno, el movimiento está creando la red de Escuelas Populares de Artes y Tradiciones Urbanas (Epatu). Por las cúpulas venezolanas ya pasaron grupos de varios países, como Legua York (Chile), Actitud María Marta (Argentina) y Metaforus (República Dominicana). Y hay, evidentemente, también, los que cantan contra el gobierno.
Una de las grandes novedades de los últimos años, aún, es el rap indígena. En Bolivia, donde dos tercios de la población pertenecen a alguno de los más de 35 pueblos originarios del país, se destaca la producción de El Alto, donde apareció el grupo Wayna Rap, rimando en aymara (una de las dos principales etnias del país) y donde vivía el activista Ukamau Y Ke, muerto en 2009.
En Chile, los Mapuche, que son el principal grupo indígena del país, enfrentan pesada discriminación racial y violencia policíaca. La identificación con el Hip Hop es inevitable. En la frontera de Brasil con Paraguay, los Guarani-Kaiowa enfrentan una situación semejante: en las aldeas del grupo, sobreplobada por el confinamiento promovido por el gobierno brasileño a lo largo de todo el siglo XX, con la finalidad de liberar las tierras productivas de la región para el agro negocio, los jóvenes enfrentan hambre, enfermedades, suicidios y, ahora, como reacción, surgió el Hip Hop, cantado en guaraní.
El Hip Hop en América Latina no para de evolucionar y transformarse. Como en la metáfora de los modernistas brasileños, evocando la herencia de los indios tupi de la costa brasileña, caníbales en la época de la conquista, el continente promueve una antropofagia cultural, engullendo, digiriendo y transformando la herencia de la diáspora negra.
En este momento, no sólo aparecen proyectos que demuestran cada vez más la consciencia de esa realidad, como el reciente disco Distant Relatives, del americano Nas y del jamaiquino Damian Marley. Con los artistas de más visión, millares de rappers, breakers, grafiteros aprovechan cada vez más las oportunidades para viajar y promover encuentros e intercambios.
En Venezuela, desde 2005, el gobierno ayuda a promover la Cúpula Internacional de Hip Hop, que es anual y ya está en su 5a edición. Allí están grupos como Hip Hop Revolución, Kultura Santa y Séptima Raza. En sociedad con el gobierno, el movimiento está creando la red de Escuelas Populares de Artes y Tradiciones Urbanas (Epatu). Por las cúpulas venezolanas ya pasaron grupos de varios países, como Legua York (Chile), Actitud María Marta (Argentina) y Metaforus (República Dominicana). Y hay, evidentemente, también, los que cantan contra el gobierno.
Una de las grandes novedades de los últimos años, aún, es el rap indígena. En Bolivia, donde dos tercios de la población pertenecen a alguno de los más de 35 pueblos originarios del país, se destaca la producción de El Alto, donde apareció el grupo Wayna Rap, rimando en aymara (una de las dos principales etnias del país) y donde vivía el activista Ukamau Y Ke, muerto en 2009.
En Chile, los Mapuche, que son el principal grupo indígena del país, enfrentan pesada discriminación racial y violencia policíaca. La identificación con el Hip Hop es inevitable. En la frontera de Brasil con Paraguay, los Guarani-Kaiowa enfrentan una situación semejante: en las aldeas del grupo, sobreplobada por el confinamiento promovido por el gobierno brasileño a lo largo de todo el siglo XX, con la finalidad de liberar las tierras productivas de la región para el agro negocio, los jóvenes enfrentan hambre, enfermedades, suicidios y, ahora, como reacción, surgió el Hip Hop, cantado en guaraní.
El Hip Hop en América Latina no para de evolucionar y transformarse. Como en la metáfora de los modernistas brasileños, evocando la herencia de los indios tupi de la costa brasileña, caníbales en la época de la conquista, el continente promueve una antropofagia cultural, engullendo, digiriendo y transformando la herencia de la diáspora negra.
En este momento, no sólo aparecen proyectos que demuestran cada vez más la consciencia de esa realidad, como el reciente disco Distant Relatives, del americano Nas y del jamaiquino Damian Marley. Con los artistas de más visión, millares de rappers, breakers, grafiteros aprovechan cada vez más las oportunidades para viajar y promover encuentros e intercambios.
TRADUCCION: CAROLINA CASELLA/DESINFORMÉMONOS
Graffiti de Zapata
CD Brô Mc's, raperos guarani-kaiowá de Brasil
Graffiti puertorriqueño