Laika, la perra que nos llevó al espacio
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Cd. de México.- Fue la misión espacial más acelerada de la historia: en un mes -lapso transcurrido después del envió del Sputnik al espacio, que convirtió a la entonces Unión Soviética en pionero de la exploración espacial-, ese país sorprendió de nuevo al mundo al construir el satélite Sputknik 2 donde el 3 de noviembre de 1957 viajó la perra Laika, que pasó a la historia como el primer ser vivo que le dio una vuelta a la Tierra.
Fue una misión que, como muchas otras de la ex Unión Soviética, ha ido conociéndose a detalle con el paso de los años y la caída del comunismo. Lo que aquel evento marcó es que se abrieron las puertas para los vuelos con seres humanos. Entusiasmado por la repercusión internacional del lanzamiento del Sputnik el 4 de octubre de 1957, Nikita Jrushof ordenó a Serguei Korolyov, padre del programa espacial soviético, que le presentara "algo nuevo" para celebrar el siguiente 7 de noviembre el aniversario de la revolución bolchevique de 1917.
Entonces apareció Laika, una pequeña perra reclutada en las calles de Moscú, fue entrenada durante varios años para viajar a lo desconocido. Había sido seleccionada entre centenares de canes porque cumplía con los requisitos físicos -menos de 6 kilos y 35 centímetros de altura-, además de su resistencia.
"Se daba preferencia a perros de carácter reposado y con facilitad de aprendizaje", aseguró Oleg Gazenko, entonces director del programa de adiestramiento de "perros cosmonautas". Laika superó los mismos exámenes y pruebas que luego se aplicarían a los humanos.
Para satisfacer el capricho de Jruschev, Koroliov tuvo que improvisar sobre la marcha una cápsula espacial sin módulo de retorno. La perra nunca regresaría a la Tierra y sacrificaría su vida para demostrar la resistencia de los seres vivos a condiciones de ingravidez. El vuelo también permitió a los científicos soviéticos analizar los efectos de la radiación solar y los rayos cósmicos en el organismo.
Laika viajó en el interior de una cabina provista de un arnés especial para combatir los efectos de la ingravidez, bebió agua a través de unos dispensadores e ingirió alimentos en forma de gelatina. Sus signos vitales fueron relativamente normales durante el ascenso y la entrada en órbita, e incluso ladró varias veces durante su periplo, pero únicamente sobrevivió durante cinco o siete horas, algo que no se supo sino hasta 2002.
En un principio, la agencia de noticias soviética TASS informó de que Laika regresaría a la Tierra en paracaídas, para después anunciar que había muerto sin dolor tras una semana de órbita terrestre. La máquina de propaganda soviética temía la reacción de sus ciudadanos y del mundo entero, para quienes Laika era mucho más que un perro.
El científico del Instituto de Problemas Biológicos de Moscú, Dmitri Maláshenko, desveló el misterio en 2002 durante un congreso espacial en Houston: Laika había muerto debido al calor y al pánico.
La perra fue víctima de la carrera espacial y de la guerra propagandística que enfrentó durante varias décadas a la Unión Soviética y Estados Unidos. En todo caso, se convirtió en una heroína para el mundo que le recuerda en innumerables campañas publicitarias, novelas, canciones e incluso en una región de Marte que fue bautizada Laika. (Con agencias)