Nuevo Congreso, viejas disputas en Estados Unidos
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El poder legislativo, al mantener el equilibrio de poderes, amenaza con obstaculizar los acuerdos
Washington. Nada más iniciar este año, los nuevos legisladores que escalaron los desgastados peldaños del Capitolio repitieron la misma promesa que todos sus antecesores desde el nacimiento de la república: "Vamos a cambiar Washington e iniciar una nueva era en el ejercicio de la política".
Unos días más tarde, los nuevos integrantes de la 113 legislatura confirmaron la distancia que separa las buenas intenciones de la realidad. Y es que, tras unas elecciones generales, la correlación de fuerzas en el Congreso de Estados Unidos sigue siendo la misma. Es decir, mientras los republicanos controlan la Cámara de Representantes, los demócratas mantienen el liderazgo en el Senado.
El hecho de que el poder legislativo siga manteniendo el mismo equilibrio de poderes amenaza con reproducir las mismas disputas y diferencias ideológicas que han obstaculizado en los últimos cuatro años acuerdos trascendentales para el futuro del país. De hecho, el empantanamiento de las negociaciones y la sistemática labor de bloqueo o filibusterismo de los republicanos, hicieron de la pasada legislatura la menos productiva en los últimos 60 años.
A pesar de que Barack Obama consiguió la reelección en noviembre, en unos comicios que muchos consideran aún más importantes que su victoria en el 2008, el poder del hombre blanco y conservador sigue incrustado en el Capitolio.
Y a pesar de que el movimiento del Tea Party fue uno de los grandes derrotados en las pasadas elecciones generales, su agenda sobrevive y sigue emponzoñando las negociaciones para contener el déficit presupuestario y dirimir el futuro de la seguridad social en EU.
Pero no todo es negativo. Pese a la ausencia de grandes cambios, la diversidad racial del nuevo Congreso augura acuerdos plausibles. Particularmente en el ámbito de la migración, donde demócratas y republicanos están obligados a responder a los cambios de fondo demográfico que quedaron reflejados en las elecciones, con unas minorías -particularmente la hispana- que han comenzado a mostrar músculo desde el poder legislativo, donde tienen una presencia sin precedentes en el último siglo.
¿Visión hipotecada?
Para algunos legisladores y analistas, la legislatura que juró el 3 de enero ha llegado con escasa visión y con una ambición hipotecada por las disputas del pasado. A diferencia de otras legislaturas, el inicio de un nuevo mandato augura intensas batallas, particularmente en el frente de la reforma migratoria, la reforma fiscal y presupuestaria y en el siempre disputado terreno para regular la importación, la venta y el trasiego ilegal de armas.
"Los republicanos de hoy no leen, no viajan y en su vocabulario no existe la palabra compromiso", aseguró Steve Cohen, demócrata por Tennessee, quien lamenta el elevado grado de intransigencia entre el bando de los republicanos.
Jack Kingston, republicano por Georgia, responde acusando a los demócratas y al presidente por su falta de coraje y visiónpara reducir de una vez por todas el déficit público. "El presidente Obama no deja de actuar como un niño. Y por ello, el debate sobre el llamado precipicio fiscal o el techo de la deuda se ha convertido en una batalla recurrente", consideró.
Por regla general, cada inicio de legislatura trae consigo una cascada de iniciativas con el fin no de hacerlas realidad, sino de fijar posiciones o llamar la atención de los electores y la opinión pública. Nada más arrancar esta legislatura, los congresistas y senadores registraron un total aproximado de 200 iniciativas.
Con la excepción de una reforma migratoria, en la que el presidente Obama ha decidido invertir un importante capital político y en la que los republicanos ya han prometido una intensa batalla, el resto de las iniciativas parecen un rosario de buenos propósitos. Como la iniciativa que prometió la senadora por California, Diane Feinstein, para reimplantar una nueva versión de la prohibición contra las armas de asalto que logró impulsar en 1994, y sobrevivió apenas 10 años.
"La mayoría de los legisladores siempre miran a las elecciones de medio término", advirtió de antemano la analista Gloria Borger, en alusión a la cita electoral del 2014, cuando casi un centenar de candidatos demócratas y republicanos podrían perder su escaño en caso de apoyar una agenda a favor de un mayor control de las armas en su país.
Irónicamente, las condiciones que hicieron de la pasada legislatura un terreno impracticable para los demócratas y la agenda de Obama, parecen hoy un terreno mucho más propicio.
A diferencia del 2010, cuando la mayoría de los candidatos impulsados por el movimiento del Tea Party llegaron con la consigna de dinamitar la agenda del cambio, en esta ocasión los candidatos ganadores de las elecciones generales representan el nuevo rostro de Estados Unidos; es decir, uno que es más diverso y, por tanto, más incluyente.
Resolver problemas, no agravarlos
"El común denominador de quienes han llegado como nuevos congresistas es que, la mayoría de ellos, coinciden en que los electores los eligieron para resolver problemas y no para atrincherarse en batallas retóricas que sólo dividen más al país", aseguró Trey Grayson, de Instituto de Política en Harvard.
La actitud de diálogo de esta nueva horneada de legisladores, que incluye a un número récord de hispanos, de mujeres y de otras minorías, no es garantía, sin embargo, de que se vaya a producir un éxito en la construcción de consensos a favor de iniciativas de ley que serán cruciales durante la actual legislatura.
A manera de ejemplo, aunque el terreno parece hoy más propicio para impulsar una reforma migratoria, desde el sector más conservador del Partido Republicano ya han prometido una intensa campaña para evitar que la reforma se convierta en una virtual amnistía a favor de más de 12 millones de indocumentados que viven en las sombras.
Otra trinchera del sector conservador, será la lucha por los recortes presupuestarios, principalmente, en el sector de defensa. La revuelta de este sector ha conseguido sacudir incluso al líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, John Boehner, quien no ha tenido más remedio que plegarse a las exigencias de este sector para tratar de vincular los recortes al sector de defensa con la negociación para elevar el techo soberano de la deuda, un escenario del que la administración de Obama ha intentado rehuir a toda costa.
En conclusión, aunque la nueva legislatura representa a un Congreso más plural y más diverso en Estados Unidos, las viejas disputas y las cada vez más marcadas divisiones entre demócratas y republicanos amenazan con hipotecar o recortar la agenda del cambio del mandatario de EU Barack Obama.