"Prefiero morir joven y rico que viejo y pobre"
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Héctor Castillo Berthier, investigador de la UNAM, afirma que en el país existe un millón de jóvenes vulnerables a las tentaciones del narco
CIUDAD DE MÉXICO.- En México se ha formado el peor de los mundos para cerca de un millón de jóvenes pobres que, atrapados en una telaraña de falta de trabajo y de educación y ante la indiferencia de la clase política, son vulnerables al asedio del poderoso crimen organizado.
Es un número elevado, pero por fortuna se trata sólo de entre el 3 y el 5 por ciento de los 27 millones de mexicanos que tienen entre 15 y 29 años, afirmó hoy a Efe Héctor Castillo Berthier, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
El sociólogo llama la atención para que no se estigmatice a la juventud, puesto que es un pequeño sector el que está en situación vulnerable ante las tentaciones de un crimen organizado con poder económico para satisfacer necesidades que el Estado no le brinda y, lo que es peor, ni siquiera tiene en mente hacerlo.
Rechaza el término "juvenicidio" o afirmaciones que sitúan a los grupos juveniles como los actores centrales del fenómeno del narcotráfico.
Lo que es un hecho es el aumento de jóvenes víctimas y victimarios en la llamada "guerra" del narcotráfico, que en cuatro años se ha cobrado en México unas 30 mil vidas de las que, según grupos civiles, 1.200 eran de menores de edad.
Del otro lado, los informes policiales muestran cada vez a más jóvenes detenidos por su participación en el crimen organizado, como el reciente caso de una banda de seis muchachos, dirigidos por uno de 21 años, a quienes se les decomisó un arsenal de armas.
"El trasfondo de estos crímenes es la enorme desigualdad social que existe, la que orilla a muchos jóvenes a incorporarse a actividades delictivas", dice Castillo Berthier, quien lleva dos décadas investigando el tema de la juventud.
Pero advierte que la gran mayoría de los adolescentes mexicanos no está "ni cercano a las redes de la delincuencia".
"No estamos hablando de un fenómeno masivo de jóvenes incorporándose a las redes de la delincuencia", asevera, aunque reconoce que los menores que han caído en manos del crimen organizado son "carne de cañón", fáciles de convencer porque están dispuestos a jugarse la vida.
Se ha formado un cóctel perverso en el que encajan estos jóvenes: pobres, sin opciones de trabajo o educativas, ni perspectivas de un futuro mejor, armas a bajo precio, drogas, mujeres, dinero fácil y rápido.
Castillo mencionó que en el norte de México, azotado por la violencia desde hace años, vio una pintada que resumía la puerta de salida que se le está dejando a estos jóvenes y que decía: "Prefiero morir joven y rico que viejo y pobre".
Desde hace un par de años ha habido serios llamamientos sobre la situación de vulnerabilidad de los jóvenes y uno de los primeros en hacerlo fue el rector de la UNAM, José Narro, quien alertó sobre los llamados "ninis", unos 7,5 millones de jóvenes mexicanos que ni estudian ni trabajan.
Pidió a políticos y empresarios que se aproveche el "bono demográfico" que tiene el país con 35,5 millones de jóvenes para que se les den oportunidades de desarrollo, porque en 15 años esta situación comenzará a cambiar.
En días pasados, tras una serie de matanzas de menores de 25 años en varios puntos del país, el escritor Carlos Fuentes alertó de la fuga de jóvenes a las filas del crimen organizado y demandó "un proyecto nacional visible" para contrarrestar esta situación y dotarlos de oportunidades laborales.
"El gran peligro que veo en México es que los jóvenes mexicanos de menos de 30 años, que son casi la mitad de la población, desvíen su destino y se vayan al crimen", dijo el autor de "La frontera de cristal".
Por su parte, el presidente de México, Felipe Calderón, ha reconocido que "los criminales están reclutando cada vez más a jóvenes" y citó el caso de la matanza de 72 inmigrantes en el estado de Tamaulipas, en agosto pasado, donde entre los involucrados hay dos muchachos, uno de 17 años y otro de 14 años.
Por lo que dijo, es necesario "ampliar los espacios de oportunidades recreativa, culturales, educativas y de trabajo para los jóvenes".
Para el investigador Castillo Berthier a esta situación contribuyen cuatro hechos: que la escuela dejó de ser un mecanismo de ascenso social, el desempleo, los cambios en la estructura de la familia y la ausencia de políticas públicas para recomponer las oportunidades de desarrollo para este sector.