Provocan desorganización y sobrecupo tragedias en el futbol

Deportes
/ 2 marzo 2016

    México.- La violencia no es lo único que genera tragedias en los estadios de futbol, pues la desorganización, el sobrecupo y el caos de las masas suelen tener el mismo efecto que las agresiones de las llamadas "barras bravas".

    Un ejemplo de eso sucedió en México en 1985, en el estadio de Ciudad Universitaria, donde se registró uno de los partidos de los llamados de "alto riesgo": la final de la temporada 84-85 con el juego entre los Pumas de la UNAM y las Aguilas del América.

    El terror se apoderó del Túnel 29, donde por sobrecupo la gente quedó atrapada. El saldo: 11 muertos, la mayoría niños, y 59 heridos, 39 de gravedad.

    La que sería una de las grandes fiestas futboleras se convirtió en una tragedia que inició minutos antes de que el balón se pusiera en movimiento, sin que los espectadores que ya habían entrado al estadio se percataran de lo que sucedía en el Túnel 29.

    Mientras el estadio "ardía" con el fervor futbolero, los que corrieron con suerte en la entrada del Túnel 29 empezaron a salir despavoridos; sin color, caían desmayados por la falta de aire y la crisis de histeria por lo ocurrido; otros murieron aplastados.

    Con la mirada perdida había un hombre joven con su hijo pequeño muerto entre los brazos; su rostro reflejaba la angustia y el pavor vividos, cuando la búsqueda por alcanzar un lugar en el estadio se convirtió en una pesadilla que marcaría su vida.

    La imagen de ese escenario, donde se respiró muerte y desesperación, fue captada por uno de los testigos, Gustavo Durán de Huerta Patiño, fotógrafo de profesión, actual compañero en Notimex.

    Entonces tenía 17 años y logró imprimir la foto que daría la vuelta al mundo, y con la cual obtendría el Premio Nacional de Periodismo.

    Recordó que el estadio estaba atiborrado porque, según algunas versiones, hubo venta de boletos falsificados, lo que ocasionó que los ríos de aficionados fueran interminables, por lo que se ordenó cerrar los 42 túneles para no dejar entrar a nadie más.

    Los encargados de la seguridad del Túnel 29 no acataron la orden y dejaron que los aficionados continuaran entrando, por lo que se colapsó ese acceso donde ocurrieron los hechos captados por las lentes de Gustavo Durán y su entonces compañero Francisco León.

    A 23 años de aquella tragedia, Durán de Huerta Patiño argumenta que la corrupción de los policías ocasionó el accidente, porque en aquellos momentos mantuvieron el acceso abierto a cambio de "mordidas".

    El reportero gráfico comentó lo impresionante de aquellas escenas, que plasmó en más de 100 fotografías.

    Narró además cómo ante la agresiva exigencia de integrantes de la porra de los Pumas que querían quitarle el producto de su trabajo tuvo que entregar un rollo de película con otras fotos.

    Defendió su material a toda costa y, a pesar de su corta edad, antepuso su profesionalismo, que le fue recompensado con el Premio Nacional de Periodismo cuando aún estudiaba la carrera de redactor y reportero gráfico en la escuela Carlos Septién García.

    Apuntó que en esa época empezaba a hacer sus "pininos" en el laboratorio fotográfico, y aquel domingo le dieron la oportunidad de cubrir el partido aunque sólo los aspectos del exterior, sin imaginar que obtendría lo que ha sido hasta hoy uno de sus mejores materiales periodísticos.

    Aunque era un novato asegura que el dramatismo de lo que ocurría no lo hizo dudar de su vocación, por ello la adrenalina del momento lo hizo tomar y tomar fotos. Se dio cuenta del tesoro periodístico que había captado hasta que reveló las imágenes.

    Otro caso muy sonado en tragedias de tipo futbolístico ocurrió también ese 1985 en el estadio belga de Heysel, durante un encuentro entre el Liverpool y la Juventus, donde hubo 39 muertos y decenas de heridos.

    Ahí se combinaron el sobrecupo, la desorganización y la violencia. Barras de los dos equipos comenzaron a atacarse en pleno partido y los aficionados asustados empezaron a empujarse hacia las rejas de la parte alta.

    El alambrado cedió ante la presión de miles de espectadores histéricos, y muchos de ellos terminaron por romper los obstáculos de metal y caer al vacío.

    En fracción de segundos la euforia del futbol se convertiría en la tragedia más grande que se ha dado en un campo deportivo, donde de la pasión se pasó a los excesos.

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