Pugna entre Opus dei y liberales divide a Chile
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"Gobernar con la virgen es más eficiente", dijo hace unos días la vicepresidente de la Junta Nacional de Jardínes Infantiles y Becas, Ximena Ossandón.
Santiago de Chile, Chile.- Las diferencias entre liberales y conservadores mantienen hoy dividido en dos al gobierno de derecha chileno liderado por Sebastián Piñera, un líder visto con reticencias durante años en los sectores más cercanos al Opus dei.
Funcionarios de confianza del presidente que colocan vírgenes en los ministerios o que proponen que los jóvenes lleguen castos al matrimonio se encuentran en las filas del oficialismo con otros que aceptan la unión civil de homosexuales, por ejemplo.
"Gobernar con la virgen es más eficiente", dijo hace unos días la vicepresidente de la Junta Nacional de Jardínes Infantiles y Becas, Ximena Ossandón. "Estamos dispuestos a hablar de unión civil homosexual", planteó a su vez el senador Alberto Espina.
Piñera, un liberal y pragmático millonario, ha optado por eludir un claro posicionamiento, integrando a miembros de ambos sectores en su gabinete.
No obstante, hasta ahora ha favorecido posturas más laicas, quitando apoyo a quienes, por ejemplo, quieren que el Estado promueva la castidad hasta el matrimonio.
Pero esa opción encuentra recelos en la conservadora Unión Demócrata Independiente (UDI), el mayor partido del gobierno y del país, que controla un tercio de la Cámara baja y cuyos principales líderes son miembros del Opus dei.
La disputa en torno a los valores, que en cierta forma es transversal a gran parte del sistema político, tiene como marco la influencia de la Iglesia católica en Chile, país donde el clero es la institución más respetada por las personas, según todas las encuestas.
En todas las elecciones presidenciales, de hecho, los candidatos asisten siempre a una reunión privada con las autoridades de la Iglesia católica, para exponer sus ideas de gobierno.
Varios ministros además son numerarios del Opus dei. Entre ellos, el más importante es el ministro de Educación, Joaquín Lavín, por ahora el más probable candidato presidencial de la derecha a las elecciones presidenciales del año 2013.
El Opus Dei y los Legionarios de Cristo también poseen influencia entre empresarios, universidades privadas y colegios donde es formada la elite del país, uno de los más desiguales del mundo en términos sociales.
Por otro lado, ese poder de los sectores conservadores contrasta con la irrupción de una derecha más liberal, menos cercana a la herencia de la dictadura militar de Augusto Pinochet, quien gobernó el país entre 1973 y 1990.
Piñera, de hecho, votó contra la continuidad en el poder del dictador en el plebiscito de 1988 y está dispuesto a subir impuestos, si es necesario, a diferencia de la gran mayoría de su sector.
Entre los liberales, el hombre más influyente es el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, el político más cercano a Piñera, quien fue clave en que el gobierno negara un indulto general a violadores de derehos humanos, semanas atrás, medida apoyada por los consorvadores.
La pugna entre liberales y conservadores, silenciada por ahora por las emergencias de la reconstrucción del país después del terremoto y la baja en la popularidad de Piñera, no es entonces un tema menor.
En realidad, un tema central del actual gobierno, el primero de derecha que llega al poder por las urnas en medio siglo, es qué grupo será el ganador en la actual administración y si ese proyecto sobrevivirá las elecciones presidenciales de 2013.
Y es allí donde Piñera genera resquemores en los sectores más conservadores por su pragmatismo, heredado de su vida como empresario, aunque él siempre invoque a Dios en sus alocuciones.
Piñera, como ha demostrado él mismo en toda su vida política, optará siempre por el camino que más beneficios le traiga, a diferencia de la derecha conservadora, que prefiere las decisiones religiosas antes que nada, porque "gobernar con la virgen es más eficiente".