Rechazan coras la construcción de presa de la CFE
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El proyecto se haría en el último gran cauce de México con flujo natural, señalan
Presidio de los Reyes, Nay. Por las ventanas abiertas de la Casa Real -sede de la autoridad tradicional- entra la luz del mediodía, seguida de las miradas atentas de niños y mujeres coras. En el interior de la construcción de madera hay 30 indígenas reunidos en asamblea.
Uno a uno expresan, en su lengua, una sola preocupación: la presa Las Cruces, que planea la Comisión Federal Electricidad (CFE), pone en riesgo sus sitios sagrados, su fuente de alimentos y su vida.
Hace cuatro años, la CFE presentó a autoridades locales y académicos este plan para el río San Pedro, el último gran cauce en México que tiene flujo natural, sin presas, cuyo nacimiento está en Durango y termina en la reserva de la biosfera Marismas Nacionales, en Nayarit.
A partir de este anuncio, los gobernadores del pueblo cora, distribuidos en los municipios de Ruiz y Rosamorada, buscaron información, luego de que en mayo de 2011, en una asamblea de comuneros del ejido San Pedro Ixcatlán, la paraestatal presentó la solicitud para realizar estudios de factibilidad en la zona, misma que se autorizó de manera irregular por un año. En esa ocasión no sólo votaron los ejidatarios, sino también empleados de la empresa, y esto fue validado por las autoridades agrarias.
Ahora no quieren que esto vuelva a suceder; los comuneros piden que su palabra sea respetada. "Queremos que las autoridades superiores respeten nuestros derechos, que no vengan a decirnos cómo tenemos que vivir. Nosotros somos los que conocemos cómo vivimos. Ya hemos platicado con personas donde se hicieron presas como esta y nos dicen que no han recibido ningún beneficio", dice Loreto Lamas ante el grupo que desde muy temprano se congregó en la Casa Real para conocer las recientes noticias sobre el proyecto.
Cambios por la obra
Personal de la CFE ya sacó la maquinaria de los sitios donde durante meses pasados trabajó en la exploración. Lo que sigue es la construcción, indica. Para algunos de los pobladores este plan es una opción de empleo, pero para gran parte de los indígenas que viven en esta localidad y los 14 anexos distribuidos en la sierra -en total son 2 mil habitantes- no vale la pena sacrificar sus tierras, sus lugares sagrados, su vida espiritual y sus costumbres por algo temporal.
A lo largo del cauce San Pedro hay zonas sagradas. "Río arriba está el lugar conocido como Piedra Gorda y aquí está la Muxatena, donde cada 24 de junio, día de San Juanito, todos bajan a dejar ofrendas. Esto es importante, es parte de la otra vida. Llevamos una vida física, material, aquí, pero también tenemos la espiritual. Esta para nosotros es indispensable", señala Agustín Lamas, en cora. Julián López, de la Mesa del Nayar, hace la traducción, pero advierte que "hay dificultad para explicar en español la profundidad de las palabras expresadas".
Agustín explica que en el río, además de la vida espiritual, está la física. "La vida que hay en el agua: camarones, peces, el hábitat", y piensa que con ese proyecto "todo se va a alterar. El agua que corre hacia abajo nos beneficia a nosotros. Aunque no lo parezca, sí sucede, pues abajo es donde se puede cultivar cereales y el maíz. Los alimentos están allá. Y eso es lo que comemos. Si se acaba el paso del río, nos va a afectar".
Petra, la hermana de Agustín, interviene. "Una presa nos perjudica; ahorita conocemos las crecientes, la temporada de lluvias, pero si se rompe la cortina o pasa un accidente, si hay escasez de agua, no vamos a ser nada más nosotros los afectados: también son seres humanos la gente que vive en el río abajo y vale la pena apoyarlos. Son los que sufrirán las consecuencias".
A la convocatoria de esta reunión llegó el gobernador de la Mesa del Nayar, Calixto Estrada, quien luego de escuchar la intervención de los comuneros se pone de pie y con voz firme y queda dice que hay que pensar "en nuestros herederos. Vamos a dejarles un mundo alterado; si ahora no tomamos una decisión apropiada vamos a perjudicar a nuestros hijos".
Es mediodía en Presidio de los Reyes. Los niños están en la escuela. Algunas mujeres andan por las calles de polvo que se extienden hacia los caminos sin fin de la Sierra Madre Occidental. Las tierras de los comuneros se encuentran en las montañas que se ven desde la Casa Real. Rumbo a la parte alta del río, hay un letrero de la CFE que advierte de la realización de estudios de exploración geológica para determinar la factibilidad del proyecto.
Los pobladores visitan el predio conocido como el Mirador del Caimanero. Desde esa parte alta se ve al fondo el flujo del río y una enorme línea marcada con cal. Suponen que allí se hará la cortina de la presa. En previsión de que esta construcción pronto empiece, "hemos tenido algunas reuniones con compañeros gobernadores. Se solidarizaron con nosotros y me siento en deuda porque a ellos también les puede pasar algo parecido. También los hermanos huicholes se comprometieron a apoyarnos", explica Cruz Gutiérrez, gobernador tradicional de esta localidad.
Simbiosis
Al igual que los huicholes, quienes temen la destrucción del sitio sagrado de Wirikuta por la operación de una mina, aquí están preocupados por Muxatena, que se encuentra en el ejido San Pedro Ixcatlán, separado por el río de la localidad cora. A simple vista es una piedra enorme, bañada por las aguas del cauce. Aquí, explica Julián, vienen los coras con sus ofrendas.
Hay que saber, detalla, que "tenemos una relación diferente con la naturaleza: el agua es la sangre de la naturaleza viva. Lo que le hagamos al agua nos lo hacemos a nosotros mismos. Por eso estamos tristes, preocupados. La población mestiza ve a estos recursos al servicio del hombre y como una mercancía más. Si se hace la presa, la gente como quiera se puede ir, pero ¿nuestros lugares sagrados? ¿Cómo cambiarlos? Aquí están nuestros cementerios, nuestros antepasados. ¿Dónde vamos a orar?"