La encíclica señala las sombras que han de disiparse para hacer posible la fraternidad y la amistad social: El rompimiento de sueños de apertura, la pérdida de la conciencia histórica, la carencia de un proyecto para todos, el descarte y exclusión mundial, los derechos humanos que no se universalizan, los conflictos y el miedo, la globalización sin rumbo común, las pandemias y otros flagelos, la falta de dignidad en las fronteras, la comunicación ilusoria, la agresividad sin pudor, la información sin sabiduría, los sometimientos y autodesprecios.