"Una sociedad con buena literatura es más difícil de manipular": Vargas Llosa
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"La literatura sí desarrolla un espíritu crítico. Una sociedad impregnada de buena literatura es más difícil de engañar y de manipular por el poder", expresa Vargas Llosa
El Escorial, España.- El escritor Mario Vargas Llosa cree que la buena literatura no prevalece si se confina en lo local, lo regional o lo nacionalista, como tampoco perduraría si se limitara a transmitir un pensamiento político. "La gran literatura no tiene fronteras y trasciende incluso la propia lengua".
De la buena literatura habló hoy Vargas Llosa en la localidad madrileña de El Escorial, en el curso de verano de la Universidad Complutense dedicado a su obra y dirigido por la escritora Fanny Rubio.
Vargas Llosa participó en la sesión vespertina del curso para hablar de esa "singular naturaleza" de la literatura, que "al mismo tiempo que ayuda a definir la identidad de una comunidad, nos dice lo importante que es no considerar que la pertenencia a una comunidad agota al individuo".
"El ser humano se realiza de forma cabal trascendiendo los límites de su propia comunidad, sea la lingüística, la política o la cultural. Esa es una de las grandes enseñanzas de la literatura", señaló Vargas Llosa ante un nutrido grupo de alumnos de todas las edades, que no dudaron en fotografiarse con el escritor en cuanto hubo ocasión, y le pidieron que les firmara alguna novela suya.
Minutos antes de que empezara la mesa redonda, el autor de "La fiesta del Chivo" le dijo a un grupo de periodistas que la literatura enriquece la visión del mundo que tienen los lectores, "aguza la sensibilidad, estimula la imaginación y nos hace mucho más sensibles ante las deficiencias del mundo que vivimos".
La literatura "sí desarrolla un espíritu crítico. Una sociedad impregnada de buena literatura es más difícil de engañar y de manipular por el poder, y esa es la razón por la que a lo largo de la historia todos los regímenes que han tratado de controlar el espíritu humano siempre han desconfiado de la literatura y han establecido sistemas de control o de censura", señaló.
La literatura "no solo produce placer sino que ayuda a formar a ciudadanos independientes", subrayó Vargas Llosa.
Este escritor que, según dijo el escritor Gonzalo Santonja, "ilumina los desastres del poder con su literatura", la cual, "a través de la mentira, se convierte en una historia de la verdad", opina que la buena literatura "no se queda nunca en lo local o en lo regional".
"Por eso, la literatura que persigue una función local o regional generalmente fracasa", y eso es lo que sucede con la literatura indigenista latinoamericana", afirmó Vargas Llosa.
En el terreno político, una literatura que transmite un pensamiento o una ideología "recorta la complejidad del ser humano y parece artificial".
El escritor acaba de venir de Japón y de China y ha comprobado cuán cierto es que la literatura "no tiene fronteras y trasciende incluso la propia lengua".
En China conoció a un traductor del Quijote y le impresionó oirlo hablar "con solvencia" de la gran novela de Cervantes, un autor que, como Faulkner, "nos enseña a entender mejor nuestra propia realidad", y da igual que lo lea un chino, un japonés o un finlandés.
"Una de las grandes funciones de la literatura es mostrar que pertenecemos al mundo y que no debemos dejarnos recortar esa visión con murallas de tipo provincianos, regionalistas y nacionalistas, que no solo dan una visión fragmentada sobre lo que somos, sino que además producen siempre mala literatura", aseguró Vargas Llosa.
Al escritor le ha "impresionado muchísimo" el interés que ha visto en China y Japón por el español, debido en parte a la labor del Instituto Cervantes, "que anima mucho la curiosidad por la lengua", pero también a que este idioma es hoy día "uno de los más dinámicos del mundo".
A la lengua española "se la ve como una lengua moderna que sirve para el intercambio comercial, para la vida profesional. El español tiene una enorme demanda entre los estudiantes", señaló el autor de "Conversación en la Catedral", que fue definido por Fanny Rubio como "representante máximo del idioma español".