Decenas de universitarios en Estados Unidos han tomado los campus para manifestarse por la ofensiva militar de Israel en Gaza y en solidaridad con el pueblo palestino. Esto ha generado que las mismas muestras de solidaridad y protesta se extiendan a universidades del mundo.
Universidades prestigiosas como la de Columbia, Harvard, UCLA o Texas, han sido escenarios de protestas y plantones que han atraído el ojo público y generado una ola de respaldo propalestina.
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En lugares como Columbia, el estudiantado creó campamentos para exigir un alto al fuego y que la universidad termine con los vínculos financieros con Israel. En la universidad de Columbia inclusive ingresó la policía de Nueva York para disolver las manifestaciones y arrestaron a estudiantes propalestinos.
Esto se ha reflejado en otros centros universitarios: los estudiantes señalan que tener vínculos económicos con empresas israelíes, que suelen financiar investigaciones o hacer donaciones, representa ser cómplice de la guerra en Gaza.
La represión en la universidad de Columbia encendió un coro de voces que resuenan actualmente en diversas comunidades universitarias que piden un alto al genocidio de Palestina y exigen de las universidades un compromiso congruente.
Estas manifestaciones universitarias no son un fenómeno aislado, sino que se inscriben en una larga tradición de movilización estudiantil. El activismo estudiantil en Estados Unidos tiene raíces profundas que se remontan a décadas atrás. Desde los movimientos por los derechos civiles en la década de los sesenta hasta las protestas contra la guerra de Vietnam, los campus universitarios han sido escenarios de lucha y resistencia.
En el caso específico de las protestas contra la guerra en Gaza, los estudiantes universitarios están haciendo eco de un sentimiento de solidaridad internacional y de repudio a la violencia y los intereses económicos.
Pero estas manifestaciones no son sólo una expresión de solidaridad con el pueblo palestino, sino también un recordatorio de la responsabilidad que tiene no sólo Estados Unidos en la resolución de conflictos, sino también las universidades en su esencia crítica y formativa.
Mientras esto sucede en Estados Unidos, en México las manifestaciones y protestas ya se extendieron a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Al igual que en las universidades de Estados Unidos, la principal demanda en México es que la UNAM rompa relaciones con el Estado de Israel y fije una postura contra el genocidio en Palestina, según han reportado medios como Pie de Página.
El activismo estudiantil en México tiene antecedentes históricos igualmente ricos, desde el movimiento estudiantil de 1968 hasta las protestas por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.
Sin embargo, hoy en día mucho del activismo estudiantil en México se focaliza en regiones o zonas del país muy precisas, y en muchas otras hay una carencia de la politización de la vida universitaria. En otras más, los universitarios son rehenes de intereses partidistas, callan cuando les imponen desde el gobierno un rector o se vuelven reventadores en debates o ejercicios democráticos.
AL TIRO
La juventud, particularmente las juventudes universitarias, tienen la capacidad de incidir en las agendas, de crear conciencia, de reflexionar sobre los asuntos públicos, de generar crítica y pensamiento en aras de resolver problemas.
En México, el activismo universitario puede ser un catalizador para el cambio social y político que tanto se necesita.
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En un mundo cada vez más interconectado, las manifestaciones de estudiantes universitarios en Estados Unidos contra la guerra en Gaza son un recordatorio de la importancia del activismo estudiantil en la arena global. Desde la lucha por la paz y la justicia hasta la defensa de la democracia y los derechos humanos.
Y en un contexto electoral, donde la democracia y los derechos civiles están en juego, el papel de los estudiantes universitarios es crucial para impulsar cambios.