José Agustín recuerda su tiempo en el Palacio de Lecumberri con ‘El Rock de la Cárcel’
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Durante su estancia en dicho correccional sufrió diversas formas de maltrato, pero también conoció a muchas personas que se volvieron amigos
El fallecimiento del “rebelde” escritor José Agustín supuso un luto a nivel nacional y una pérdida para el mundo intelectual dentro del país, ya que el finado habría incursionado en la contracultura durante la década de 1960. Uno de sus episodios más interesantes se dio a partir de su arbitraria detención por las autoridades en 1970.
En la obra autobiográfica ‘El Rock de la Cárcel’, publicada en 1986, Agustín narra de primera mano sus inicios en el mundo intelectual, su acercamiento al rock and roll, su relación con Margarita Bermúdez, así como las carencias que tuvo que sufrir al principio de su carrera como escritor y el estigma que esto le conllevaba.
El documental ‘Historias de vida – José Agustín’ recopila algunos datos acerca de sus inicios como lector, enfrentándose a la idea de vivir del arte de la escritura en un país donde las “bellas letras” aún predominaban. Siendo estos inicios y, en especial, su relación con Salvador Rojo la que lo llevarían a enfrentar uno de los retos más difícil para el escritor.
SU TIEMPO EN LECUMBERRI
El 14 de diciembre de 1970, él y su esposa partieron hacia Acapulco con el dinero justo para su supervivencia, narrando que se gastaron sus últimos 10 pesos en el mercado, situación que los llevó a visitar a Rojo sin sospechar que la tragedia los estaba acechando.
Durante un operativo comandado por Arturo “El Negro” Durazo y unos “gringos”, más de 10 agentes de “la Federal” llegaron al domicilio donde Agustín fue recibido, ya que buscaban a “Beto” el escultor que rentaba una habitación contigua a la que estaban, por posesión de sustancias ilícitas.
Después de esta redada y las continuas acusaciones de la policía, llevaron al autor “con una pistola en el cuello” a reconocer al presunto líder de la banda de narcotraficantes. Agustín relata este momento con su característico humor, ya que los oficiales los hicieron posar para unas fotografías con bolsas de marihuana y un soplete confiscado.
“Hacía un frío lacerante y no había ni periódicos para entibiar las planchas de concreto que servían de literas”, escribió acerca de su primer contacto con la vida penitenciaria.
Durante su estancia en “El Palacio”, Agustín relata los innumerables abusos por parte de la autoridad, misma que fue cambiando de mando durante los 7 meses que duró, y la cual permitía a los oficiales robar la ropa de los prisioneros, dar beneficios a ciertos presos y abusar de ellos física y psicológicamente.
Una de las mayores preocupaciones del escritor fue su esposa Margarita, quien también fue implicada y privada de su libertad por la posesión de una lata con marihuana en su interior —cargo que él mismo aceptó para que la liberaran—, su familia —confesando que estuvo a punto de llorar cuando recibió la visita de su padre—, y su próxima obra.
“Debemos avanzar, no quedarnos estancados, seguir adelante hasta rompernos la cara”.
— literland (@literlandweb1) January 17, 2024
José Agustín pic.twitter.com/uhUFqz1pLK
“Me dediqué a escribir mi novela ‘Se está haciendo tarde (final en laguna)’ en las bolsas de las tortas que me envió mi padre y a jugar submarinos con Enrique [...]”, relata como anécdota de su estancia.
Dentro de las actividades que desempeñó en los más de siete meses que pasó en Lecumberri hizo múltiples amigos, principalmente con personas que lo acompañaban en la “Crujía H”, expresando que vio “interminables caras de personas con diferente tipo de semblantes”. En una de esos días pudo coincidir con el también escritor José Revueltas, ya que había sido internado ahí por sus disidencias políticas.
Gracias al maese José Agustín por el talento precoz, por la pasión rockanrolera, por la literatura irreverente. Gracias por "La Tumba" y tantas joyas más. Gracias al siempre joven Jefe de la Onda. Se le va a extrañar un buen. Que descanse en paz y que el rock siga sonando. 🖤 pic.twitter.com/NjOw5WdtNv
— CulturaUNAM (@CulturaUNAM) January 16, 2024
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A pesar de que la mítica prisión que albergó a innumerables reos (ya fuera por sus ideas contrarias a las del gobierno o sus actividades delictivas) fue clausurada, pasando de convertirse en sede del Archivo General de la Nación a un próximo museo, las historias suscitadas en sus interiores también albergarán la de José Agustín, quien logró rescatar parte del día a día en ese lugar.