Hasta 2023, en Coahuila el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) contabilizó 50 mil 913 maestros, que ejercen desde educación inicial hasta media superior.
A finales del siglo XIX, esa cifra hubiera resultado estratosférica, impensable. En aquella época apenas estaban graduándose los primeros profesores que hacían sus estudios en Saltillo.
Los maestros pioneros en egresar de la Benemérita Escuela Normal de Coahuila lo hicieron en 1896, dos años más tarde de fundada la institución (04 de mayo de 1894).
El grupo de graduados se conformó de 16 docentes, todos hombres, recordando que la escuela admitió también a mujeres hasta un par de años después de su creación.
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En sus comienzos la institución se localizó en la casa #4 de la calle Miguel Hidalgo, en la Zona Centro de la actual capital de Coahuila.
Su director, el primero en el cargo, era el veracruzano y se llamó Luis Beauregard. En tanto, en ese tiempo la gubernatura corrió por cuenta de Francisco Arizpe y Ramos.
Además de su director, otros de los personajes que hicieron historia en la Benemérita Escuela Normal de Coahuila eran foráneos.
De aquellos 16 primeros profesores que recibieron su título, destacaron cinco, un zacatecano y cuatro coahuilenses: Apolonio M. Avilés Muñoz, Rubén Moreira Cobos, Leopoldo Villarreal Cárdenas, Anastasio Gaona Durón, Gabriel Calzada Espinoza.
Una vez que cursaron su carrera de dos años para convertirse en docentes, los cinco partieron en conjunto a Estados Unidos para complementar sus estudios en la Escuela Normal de Bridgewater.
Ubicada en Massachusetts, la Normal de Bridgewater era considerada como una de las mejores en su categoría, siendo por ello que el gobierno de Coahuila la eligió para enviar a sus más destacados egresados, junto con el profesor Andrés Osuna, quien supervisaría el proyecto.
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El objetivo era que una vez que concluyeran su preparación en el país vecino, regresaran a Saltillo y se sumaran a la plantilla de catedráticos para enseñar a las futuras generaciones. Esa fue la apuesta... y esto es lo que ocurrió con cada uno de ellos.
LOS PERFILES
Nuestros cinco personajes llegaron a la Normal de manera similar, habían sido seleccionados del Ateneo Fuente. Pero se sabe, por narraciones de quienes convivieron con ellos, que no todos tenían en mente ser docentes. La aceptación fue más por no perder la beca educativa.
El minero que no fue. El zacatecano Rubén Moreira Cobos quería ser ingeniero de minas para seguir con el legado de su padre, Concepción Moreira, casado con Daría Cobos de Moreira.
Rubén nació el 10 de febrero de 1875, cursó estudios primarios en Monclova y luego entró al Ateneo Fuente en 1894.
Cuando regresó de Bridgewater en 1898, se dedicó de lleno a la docencia y fue catedrático de la Escuela Normal de Coahuila durante 56 años, además del Ateneo Fuente, el Colegio Inglés, el Instituto Madero y la Academia Victoriano Cepeda.
Durante toda su vida continuó preparándose académicamente y sus conocimientos lo llevarona recibir galardones como la Medalla de Oro del Gobierno de Coahuila en 1919, un diploma del Texas State College, y una condecoración Honoris en 1944, entre otros.
Murió en Saltillo el 2 de noviembre de 1954 y desde entonces sus restos están en la Rotonda de los Coahuilenses Distinguidos del Panteón Santiago.
Entregado a la enseñanza. Por su parte, Leopoldo Villarreal demostró gustos particulares por la biología y la medicina, aunque nunca llegó más allá de sólo impartir materias relacionadas a dichas temáticas.
A Leopoldo, oriundo de Monclova, se le reconoce por ser uno de los impulsores y pioneros de la educación de calidad en Saltillo.
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Fue director de la Benemérita Escuela Normal de Coahuila, además de profesor en el Ateneo Fuente, la Escuela de Agricultura Antonio Narro, y director de educación pública de Coahuila.
Nació el 11 de marzo de 1874 y falleció a los 81 años, el 26 de enero de 1965. También descansa en la Rotonda de los Coahuilenses Distinguidos, en la capital que lo vio desarrollarse como profesionista y apasionado de la enseñanza.
El revolucionario. La historia de Gabriel Calzada, nacido el 18 de marzo de 1872 en Parras de la Fuente, se divide entre la docencia y su etapa como revolucionario.
Ejerció la docencia en Torreón y en San Pedro de las Colonias, además del Ateneo Fuente.
Se convirtió en seguidor de Francisco I. Madero, al punto de colaborar en la redacción de la obra “La sucesión presidencial”, en 1910.
Gabriel fue diputado local de la XXII Legislatura caracterizada por desconocer a Victoriano Huerta, durante el mandato de Venustiano Carranza.
Siendo firmante del Plan de Guadalupe, obtuvo el grado de coronel y comandante militar. Perdió la vida en 1917 al ser aprehendido y asesinado por los rebeldes de la lucha cuando se trasladaba en tren de Torreón a Monterrey.
El inspector. Apolonio Avilés Muñoz tiene un reconocimiento del que pocos pueden presumir, durante el gobierno de Nazario Ortiz Garza, fue declarado Benemérito de la Educación del Estado de Coahuila.
El título se lo ganó tras entregar su vida a la docencia. El oriundo de Abasolo, nacido el 9 de febrero de 1876, llegó a Saltillo para ingresar al Ateneo Fuente y luego de su travesía en Estados Unidos, regresó para desempeñarse como catedrático.
Fue inspector de las escuelas oficiales de Saltillo, subdirector de la Escuela Anexa, también director de la Escuela Normal, director general de Educación y fundador del colegio Justo Sierra.
Murió en 1930 y también fue sepultado en la Rotonda de los Coahuilenses Distinguidos del Panteón de Santiago. Además, un jardín de niños y una primaria llevan su nombre.
El profesor. Sobre Anastasio Gaona Durón se sabe muy poco. Sólo que tras regresar de Estados Unidos, sí se desarrolló como maestro, aunque la historia y documentos recabados hasta ahora por investigadores, no narra que haya destacado tanto como sus compañeros.
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Han pasado ya 128 años desde que se graduó la primera generación de la Benemérita Escuela Normal Superior, y 130 años desde que la institución es casa de docentes.
El edificio ya no es más una pequeña casa en la calle de Miguel Hidalgo, desde el 5 de febrero de 1909, es un inmueble al que es inevitable no voltear a ver si transitas por Juan Aldama, a la altura de la Alameda Zaragoza.
Un edificio que a gritos señala su deterioro, su falta de inversión. Pero de eso hablaremos en otra ocasión.
La primera generación de la BENC:
Apolonio Avilés
Anastasio Gaona
Brígido Ribera
Cayetano González
Elías Gómez
Francisco Zertuche
Gabriel Calzada
Juan Reyes
Jesús Tamez
Leopoldo Villareal
Mateo de León
Manuel Méndez
Manuel Rodríguez
Rubén Moreira
Sigiberto Durán
Valentín Gómez
*Con información de Herbert Álvarez, Lucía Teissier, Arturo Berrueto, Benemérita Escuela Normal de Coahuila, Gobierno de Coahuila.