150 años de ‘El Capital’

Dinero
/ 9 octubre 2017

    A siglo y medio de su aportación y a partir de la crisis global de 2008 y sus corrosivas secuelas, el estudio y análisis de la economía capitalista de Marx se ha retomado a nivel mundial en centros de investigación y universidades de prestigio internacional

    Previo al liberalismo como sustento ideológico de la libertad económica, la Revolución francesa que abolió las estructuras aristócratas feudales y la ciencia aplicada a los procesos de producción, desde el Siglo 18 y en el 19 la Revolución industrial en Europa –especialmente en Inglaterra– aceleró el desarrollo del capitalismo con sus contradicciones inherentes.

    Para satisfacer las necesidades en un ámbito de escasez, el siguiente salto cuantitativo y cualitativo de la sociedad fue la economía basada en el uso intensivo de la fuerza de trabajo especializada para la producción en serie de mercancías, las que se intercambian en el mercado para el retorno de la inversión más la ganancia.

    Pero cómo entender en el Siglo 19 que mientras se generaba enorme riqueza más allá de la posesión de la tierra y la acumulación de capital se hacía colosal, millones de personas en libertad se debatían en la miseria y la muerte, y estrictamente dependían de las condiciones del capital para acceder a un mínimo ingreso para subsistir.

    Los analistas clásicos de la economía trataron de comprender el nuevo 
    modo de producción y distribución que ya se construía cientos de años antes: Adam Smith (1723-1790) planteó al libre mercado como mejor asignación de los recursos escasos, David Ricardo (1772-1823) con el equilibrio precio-valor trabajo y Jean-Baptiste Say (1767-1832) señaló que naturalmente la oferta crea su propia demanda. Se pensó que la riqueza nueva se generaba por el trabajo en conjunto de los factores de producción, sin embargo, había mucho qué analizar y profundizar de la economía capitalista.

    Así, en ese contexto de aceleración de la producción industrial y de extremas desigualdades sociales surge la aportación filosófica y científica de Karl Marx (1818-1883), quien a partir de las categorías del materialismo histórico –derivadas de la filosofía dialéctica materialista–, y basado en un método de análisis revolucionario, construyó una estructura teórica sobre el capitalismo: el análisis de las contradicciones más que la referencia al equilibrio general; es decir, que la dinámica económica se debe precisamente a las fuerzas sociales productivas enfrentadas de acuerdo a sus intereses económicos de clase.

    El 14 de septiembre de 1867, hace 150 años, se publicó por primera vez el Tomo I de “El Capital. Crítica de la Economía Política”, los dos tomos siguientes se publicaron posterior a la muerte de Marx. Partiendo del análisis de la producción de mercancías, desde ese primer tomo se profundiza en los mecanismos fundamentales de reembolso y acumulación en el capitalismo; el segundo tomo trata del ciclo del capital en la circulación-producción y su rotación; el tercer tomo aborda el tema del ciclo general de la economía y cómo la tasa de ganancia particular y general tiene una tendencia negativa, lo que explica los ciclos económicos y las crisis que se han sucedido en el Siglo 20 y principios del 21.

    De lo particular o lo general, Marx inicia su análisis con la mercancía que tiene una dialéctica inherente, esto es la utilidad que es valor de uso y la necesidad de obtenerla en el mercado que es valor de cambio. Para producir la unidad –y el volumen total– se requieren medios de producción que transfieren su valor a la mercancía final, costo que se reembolsa en el precio, asimismo están los salarios retribuidos a quienes productivamente transforman la materia e integran las partes.

    Las partes separadas no tienen el mismo valor económico que las partes integradas, esto es que la mercancía posee un valor agregado generado por el trabajo aplicado, la plusvalía como valor nuevo no se retribuye a quienes lo crean y de ahí deviene la riqueza nueva o la acumulación del capital. Así, la riqueza surge sólo de la productividad de la fuerza de trabajo, del trabajo ajeno no retribuido.

    Por la competitividad en precios los costos salariales tienden a reducirse con la innovación tecnológica  y la contratación flexible, así a través del tiempo las desigualdades económicas se acentúan –como en la actualdiad–, las que se pueden atenuar por procesos históricos sociales y políticos de organización laboral. Pero reducir costos salariales afecta negativamente la demanda agregada y hasta genera sobreproducción, aspectos innegables de recesión y crisis.

    A siglo y medio de su aportación y a partir de la crisis global de 2008 y sus corrosivas secuelas, el estudio y análisis de la economía capitalista de Marx –como método de riqueza crítica y analítica no agotada– se ha retomado a nivel mundial en centros de investigación y universidades de prestigio internacional. Sus planteamientos y afirmaciones se confirman y afirman en la realidad actual. La descalificación aventurada y reduccionista de “El Capital” sólo evidencia ignorancia e irritación rabiosa neoliberal.

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