Anaya, Camacho, Barbosa, Gil: la segunda generación del fracaso

Politicón
/ 27 abril 2016

El 23 de noviembre de 2015 publiqué aquí una columna titulada “El Presidente al que ya nadie le hace caso”. Se cumplía un año del mensaje con que el presidente Peña Nieto trató de atajar la percepción de que el suyo era un gobierno desaparecido (mensaje del 27 de noviembre de 2014). Un gobierno extenuado por las protestas encendidas y violentas y la pesadumbre tras los hechos de Ayotzinapa. Cuando en las capas bajas, medias y altas se combinaban enojo, resentimiento y sensación de engaño.

En aquel mensaje de noviembre de 2014, el Presidente propuso y pidió al Congreso y a los gobernadores tres puntos esenciales:

*La creación obligatoria de policías estatales únicas.
*Una ley contra la infiltración del crimen organizado.
*Un operativo especial en Tierra Caliente.

Y en aquella columna de 2015 escribí que habían corrido 52 semanas sin que el PRI ejerciera su mayoría para apurar las reformas que impusieran a los mandos únicos. Los coordinadores parlamentarios Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa y César Camacho habían fallado en el intento, si es que lo intentaron. Ni qué decir de los otros partidos y los

gobernadores.
No se concretaron tampoco las leyes contra la infiltración del crimen organizado en estados y municipios. Los discretos avances se dieron con alfilerazos, no con una estrategia de Estado. Por no hablar del desastre que prevalecía y prevalece en Tierra Caliente.

Hoy, a 72 horas de que expire otro periodo de sesiones en el Congreso, las cosas están, para efectos, como en noviembre de 2015, como en noviembre de 2014. Se aseguró que en este periodo se aprobaría una reforma que traería un eficaz modelo mixto de policías municipales y estatales. No hay nada. Los senadores refieren acuerdos, dictámenes, pero se acaba abril y nada. Ni siquiera la presión de los informes de la CNDH y el grupo de expertos sobre la tragedia de Ayotzinapa sirvió para asumir ese pendiente como asunto de extrema urgencia.

No me queda, pues, sino copiar el párrafo con el que concluí “El Presidente al que ya nadie le hace caso”, el 23 de noviembre de 2015:

“No sé si tenemos un Presidente al que ya nadie le hace caso, o uno al que, igual que a gobernadores y alcaldes, el drama de la inseguridad, la violencia y la impunidad no le quita el sueño. Salvo cuando se contamina políticamente”.

Y faltaría agregar el empantanamiento del sistema de leyes contra la corrupción. Con los Ricardo Anaya, Roberto Gil, César Camacho, Miguel Barbosa, Agustín Basave, va tomando forma la segunda generación del fracaso del Siglo21.  

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