‘Huesos de San Lorenzo’: El misticismo criminal de los gemelos

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Alrededor de los gemelos existen muchos mitos. Que sí desarrollan un lenguaje que sólo ellos comprenden, que si son más unidos que cualquier otro tipo de hermanos, que sin problema se podrían hacer pasar el uno por el otro, y estas son las situaciones que Vicente Alfonso aborda en “Huesos de San Lorenzo”, novela que presentará en la FILA 2016.
Saltillo.- Alberto Albores es un psicólogo que se metió en un asunto de mucha gravedad cuando acepta cooperar en las investigaciones en contra de su paciente Remo Ayala, acusado del asesinato del misterioso Farid Sabag.
Es su responsabilidad determinar si las historias que le cuenta Remo son reales o si son una fantasía para encubrir lo que sucedió la noche del 21 de mayo 2001, en la final Pachuca - Santos, en un bar en Torreón lleno de gente ensimismada en el partido, ahí ocurrió el asesinato.
Y aunque rápido se pudo encontrar al asesino, porque todos lo vieron, ciertamente no se sabe si inculpar a Rómulo o Remo Ayala, dos hermanos gemelos idénticos.
“Uno puede googlear y encontrar casos en Estados Unidos, Alemania y Holanda. Hay sospechosos que no pueden ser acusados por los procuradores de justicia porque tienen hermanos idénticos y no se puede saber quién de ellos cometió realmente el robo, la violación, el asesinato o cualquiera que sea el crimen” señaló el autor en entrevista para VANGUARDIA.
Describió a su novela como un híbrido entre la novela negra, la fragmentaria y el halo experimental del novelismo contemporáneo que destaca elementos de muchos géneros.
“Los hermanos Ayala viven en el Coahuila de los años 70 a los primeros del nuevo siglo. Es una aliteración de lo que fue mi experiencia de tener un hermano gemelo, utilizo ese fenómeno para meter en un misterio cotidiano al lector de lo que es tener un hermano gemelo” dijo.
“Huesos de San Lorenzo” es un libro que se siente familiar debido a que el autor, proveniente de una familia de mineros, es originario de Torreón donde nació, creció y al día de hoy su vida sigue girando en torno de esta ciudad ya que frecuentemente visita familia y amigos particularmente a sus padres quienes aún viven en la casa donde creció.
“Entonces tengo una forma de ser coahuilense que no me la puedo sacar, incluso acá en el trabajo en el quehacer cotidiano, en mi forma de hablar es totalmente norteña y lagunera. Cuando sentí la necesidad de contar esta historia rápido me di cuenta de que no podía ocurrir en cualquier otro territorio”, aseguró.
Es por ello que en la novela se pueden encontrar muchos elementos de la vida cultural de Coahuila, como los adivinos, los espiritistas, como Francisco I. Madero y otros elementos místicos del estado.
“Es algo que podemos ver, uno lee las primeras crónicas de cómo se asentaron los primeros pobladores no autóctonos; los jesuitas describían cómo encontraron a los irritilas laguneros que creían en el más allá y en un demonio llamado ‘Cachimpa’, que para ellos eran los remolinos de viento y tierra que vemos mientras viajamos en la carretera Torreón Saltillo”, aseguró.
Asegura que además se nota perfectamente una constante convivencia entre distintas formas de asumir la espiritualidad no necesariamente religiosa, como en el caso de uno de sus personajes, una adivina devota del niño Fidencio.
“Quien haya ido a las fiestas del 9 de agosto en San Lorenzo se dará cuenta que mientras hay un diálogo religioso al mismo tiempo hay afuera un tipo vestido del dios Baco regalando vino, siendo este un festejo totalmente pagano”, aseguró.
Incluso recuerda que en su niñez, en su casa ubicada en el pajonal de niño juraba y perjuraba escuchar ruidos extraños.
“Leí hace unos meses ‘La casa del dolor ajeno’ de Julián Herbert, un estupendo libro sobre la matanza de chinos en Torreón y yo crecí en una hacienda en el ejido el Pajonal de la región donde sucedieron esos hechos, entonces no me parece remoto pensar que en esa construcción también hubieran ocurrido asesinatos todo el tiempo”. confesó.
La novela del periodista fue merecedora del Premio Internacional de Novela Sor Juana Inés de la Cruz, quizá mucho más que por el planteamiento de la historia o las extraordinarias habilidades narrativas de Vicente, sino por las profundas ganas de darle rienda a la pluma con esta novela, consejo que daría a cualquier escritor.
“Que se pongan a ver a escribir mucho más alláa de las becas y los premios, uno tiene que escribir las historias que necesita contar, porque si lo haces para eso al final ni te dan las becas ni hiciste el libro”, menciona.
Y aunque además del premio Alfonso tuvo la oportunidad de una residencia para escribir más cosas en Estados Unidos, asegura que fue su deseo de crear lo que motivó ‘Huesos de San Lorenzo’.
“Era tan ferviente la necesidad de contar esta historia que no me importo si caían o no los premios, lo importante era que saliera. Creo que el modo más orgánico de escribir es si no estás esperando a cada momento el resultado, porque uno no tiene la certeza de lo que va a ocurrir”, finalizó.